59 • Viejos Hábitos

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No sé qué decir... nada más que estamos en los años 20, así que preparen su tocado de joyas y plumas.

Y jugo de uva para todos! Vinito para las más atrevidas 😏🍷

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Bajo del elegante auto cuando el mozo abre la puerta, saco los pies enfundados en tacones y; antes de que toquen el suelo, la mano enguantada de Chris se extiende hacia mí

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Bajo del elegante auto cuando el mozo abre la puerta, saco los pies enfundados en tacones y; antes de que toquen el suelo, la mano enguantada de Chris se extiende hacia mí.

—Gracias, caballero —le sonrío y tomo su mano, acomodando el chal de plumas sobre mis hombros antes de salir con cuidado del auto.

Agradezco al mozo, el cual solo asiente y se aleja tras cerrar la puerta, por lo que vuelvo mi atención a mi acompañante, colocando mi mano en su brazo para darle una sonrisa.

—Permíteme decirte nuevamente que estás deslumbrante —Chris me dirige una sonrisa, una de estas hermosas sonrisas que consiguen hacer temblar mis piernas y que mi corazón se acelere, aleteando en mi pecho con fuerza.

—Sí que sabes cómo tenerme derretida por ti —apoyo mi cabeza en su hombro y escucho su deliciosa risa ronca.

—Vas a tener a todos con la mirada fijamente en ti, no habrá mujer más hermosa en toda la gala como tú —murmulla en mi oído haciendo que un escalofrío me recorra.

—Ahora estas siendo muy zalamero —muerdo mi labio sintiéndome juguetona—, solo quieres meterte en mis braguitas.

Chris ríe y varias personas voltean a vernos sin discreción, pero sus miradas se mantienen mientras caminamos frente a ellos, entrando en el elegante edificio donde la gala de beneficencia se llevará a cabo.

—¿Y lo estoy consiguiendo? —el aliento de Chris cosquillea en mi mejilla, moviendo los pocos cabellos que se han escapado de mi peinado.

—Sí juegas bien tus cartas puede que lo logres —es mi respuesta y me alzo un poco para besar sus labios con rapidez, haciendo todo posible porque no quedara rastro de mi labial rojo en su boca.

—Entonces jugaré mis mejores —advierte y me guiña un ojo, antes de ayudarme a quitar mi abrigo y dejárselo al encargado del guardarropa.

El salón al que entramos es enorme, con techos abovedados, grandes candelabros de oro y velas eléctricas. La suave música de una pequeña orquesta de cuerdas resuena desde una esquina y varias parejas se deslizan en la pista de baile.

Las damas lucen hermosos vestidos, llenos de pedrería y flecos de plata, con brillantes joyas y plumas en sus peinados exquisitamente arreglados, con intrincadas curvas y rizos. Aportan color y variedad en un lugar llenos de trajes negros y camisas blancas, como buitres rodeando gemas preciosas.

One Shot - Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora