Permíteme llevarte a imaginar una vida al lado de Chris Evans
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Advertencia: OS cochinon pero no tan cochinon, osea, estamos hornys.
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Observar a Steve Rogers había empezado como una manera de saciar una extraña curiosidad, intentando entender al hombre del pasado atrapado en el presente, un caballero en toda regla, pareciendo sacado de una película antigua.
Pero con el paso del tiempo, observar al capitán se había vuelto un deleite bastante placentero, para ser sincera.
Al ser una agente de SHIELD había sido entrenada para notar cada detalle posible, y ese entrenamiento es aprovechado para ver ciertos gestos y movimientos que ni siquiera él parece percibir.
Por ejemplo, cómo cruza sus brazos cada vez que está frustrado o incluso algo confuso.
Cómo frunce el ceño y entrecierra los ojos cuando está concentrado, intentando comprender una nueva información.
Inclusive su postura relajada cuando se apoya contra alguna mesa o una barandilla, sus manos apoyadas y su cadera levemente hacia un lado.
Pero lo que realmente llama más mi atención es cuando parece un poco enfadado o contrariado y coloca sus manos en sus caderas, un gesto que lo he visto a hacer muchas veces.
No nos han presentado, no oficialmente, solo he tenido la oportunidad de coincidir con él en varias oportunidades debido a misiones, pero no mantenemos conversaciones directas ya que él sería algo así como el jefe de mi jefe. Sin embargo, trabajar casi 24 horas al día en el complejo de los Vengadores tiene la ventaja de poder observarlo como si fuese una acosadora.
Mentira, no lo acoso, no lo persigo entre las sombras para verlo, o hacer algo como espiarlo por las noches, eso es aterrador, pero si tengo la bendición de que pase por la parte de tecnología no voy a desaprovechar la oportunidad de verlo disimuladamente... bueno, a veces no tanto.
No tengo un enamoramiento por él, pero obviamente me atrae bastante, es sexy, no puede negarse, admito que he llegado a pensar por momentos lo que sería sentir sus fuertes manos recorriendo mi cuerpo, o tirando de mi cabello, o sosteniéndose de mis caderas con fuerza mientras se lleva dentro de mí una y otra vez. Pero esos tiernos ojos azules y esa sonrisita sabelotodo, junto a su actitud caballeresca, no parece de ese tipo de hombre salvaje o dominante, sino de los que te cargan como princesa y dicen cosas dulces en tu oído.
Un carraspeo me saca de mi ensoñación y suelto el lápiz que tenía atrapado entre mis dientes mientras alejo la mirada perdida de la pantalla del ordenador para observar a la persona frente a mi.
—Disculpe, no quería asustarla —murmura el objeto de mis pensamientos.
—Capitán... Capitán Rogers.
Me siento derecha y mantengo la mirada fija en él, que asiente con lentitud y me da una sonrisa.
—No me asustó, solo estaba distraída, pensaba en varias cosas —como tus manos en mis pechos, ¿que te parece?—. ¿Puedo ayudarle en algo?
