Permíteme llevarte a imaginar una vida al lado de Chris Evans
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Chris me dice que soy hermosa, todo el tiempo.
Me enseñó cada rincón de su casa, que posteriormente se volvió nuestra casa.
Me ha guiado en mi inexperiencia a lo largo de toda nuestra relación.
Me involucra en las actividades que hace para que no me sienta apartada, incluso me pide consejos sobre su trabajo, cuando yo tengo una nula experiencia en cuanto a la actuación.
Me dice que soy talentosa cuando siento que no hago nada bien, él dice que puedo hacer lo que sea si me lo propongo.
Me recuerda constantemente cuanto valgo para él, cuanto he cambiado su vida para mejor desde que nos conocimos, dice que no cambiaría nada de nuestros años juntos.
Me dice que soy valiente, me recuerda que soy fuerte, incluso en los días en los que no me siento así.
Me abraza con cuidado, y sus roces siempre son suaves, besa mi frente con ternura y cuando arrastra su mano por todo mi cuerpo lo hace con dulzura.
Me da su mano para caminar juntos, incluso pasa su brazo por mis hombros, me hace sentir segura, resguardada, en casa.
Me consuela en los malos momentos, en esos en los que respirar se hace infinitamente más difícil y no ves luz entre tanta oscuridad, me dice que todo estará bien, no intenta entenderme, solo me escucha.
Me deja hacer payasadas con Dodger, desde escogerlo ropa hasta guiarlo en los paseos.
Me pregunta sobre mi día cuando estamos separados, cuando él está de viaje me llama siempre cada noche antes de dormir, sin importar la hora en el lugar en que él esté.
Me hace reír, y ni siquiera lo intenta, puede decir lo que sea y me tendrá muriendo de la risa en cualquier lugar.
Si tuviera que elegir un momento de todos los que tenemos, escogería sin duda las noches a su lado, en los que luego de colocarnos el pijama nos dirigimos a la cama, él me permite apagar la luz de la lámpara de la mesilla de noche; sabiendo que me tomo mi tiempo al hacerlo, enterrados bajo las cálidas mantas me busca para abrazarme, y en la oscuridad lo escucho sonreír.
Y eso me hace sonreír, aun cuando no puedo verlo, puedo sentir su sonrisa mientras mis dedos recorren su rostro lentamente, peino sus cejas y beso sus párpados, siento su nariz, y él respira con fuerza para hacerme reír, acaricio su barba rasposa bajo mi tacto.
Él recorre mi cintura hasta que luego de algunos minutos su respiración cambia, se vuelve más pacífica, más relajada, y solo así me permito dormir, acurrucándome contra su pecho en la inmensa oscuridad, sintiendo sus brazos rodearme con su calidez.
Esos son los mejores momentos.
—¿Dodger? —pregunto con cuidado dejando de moverme por la cocina, escucho el cascabel del collar de Dodger acercándose, sus patitas rasgando el suelo de madera—. ¿Eres tú mi amiguito peludo?
