24 • El Giro De Los 365 Días

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Probablemente no lo saben pero no me gustó para nada la película de 365 Días así que decidí crear mi propio desenlace, lo que pudo haber pasado y no sucedió.

Y no, no hay fondue, lo siento.

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La música resuena en todo el club de Montecarlo, el ambiente pesado y las luces bajas dan un aire de misterio a todo el lugar, en el cual los cuerpos sudorosos se aprietan juntos, tocando, arrastrando, seduciendo y hechizando

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La música resuena en todo el club de Montecarlo, el ambiente pesado y las luces bajas dan un aire de misterio a todo el lugar, en el cual los cuerpos sudorosos se aprietan juntos, tocando, arrastrando, seduciendo y hechizando.

La desesperación, el alcohol, el aroma a sexo, dinero sucio y corrupción parece emanar de cada lugar creando así una mezcla embriagante e infinitamente excitante.

Allí, de pie detrás de un balcón de una sala privada se mantiene ella, su corto vestido plateado brilla como si fuese hecho de diamantes, su cabello cae estilizado y recto hasta la mitad de su espalda, su mirada profunda y penetrante escanea a cada persona que se apretaba y se arrastra junta sin problemas ni discreción, ve el alcohol fluir junto con otras sustancias no tan inocentes y sonríe como una reina observando el caos que ha causado y que la hace sentir completamente orgullosa.

Las personas bajo ella la observan, es una sirena en un mar de bestias marinas, solo el verla parece una invitación abierta a pecar, a entregarse voluntariamente a las llamas del infierno y dar las gracias por cada quemadura y sufrimiento a consecuencia.

De pie sobre su balcón, lo observa llegar, elegantemente vestido con un costoso traje, un reloj brillante y notoriamente caro descansa sobre su muñeca, su cuerpo; aunque cubierto por el traje, deja notar con claridad el trabajado músculo debajo, su rostro cincelado y su barba recortada harían que los dioses griegos sintieran vergüenza, un rostro, un cuerpo, un hombre, que ciertamente causaría guerras por poseerlo.

Las mujeres, los hombres, hasta los fantasmas lo observan con abierto asombro, pero él sólo tiene un claro objetivo para mirar, la fuerte y delicada sirena de pie en el balcón.

Ambos se miran evaluándose, ambos se reconocen de inmediato y saben lo que deben hacer.

Ella gira sobre sus altos tacones y se adentra en la oscura sala, alejándose de la vista de todos y de la de él, quién con una sonrisa burlesca camina con decisión hacia las salas privadas, las personas se apartan a su paso mientras el atractivo hombre camina con decisión, como un feroz animal en busca de su presa.

Sin llamar a la puerta entra a la habitación, en la que la hermosa mujer lo espera sentada en un elegante sillón apartado del resto de personas dentro, sus largas piernas cruzadas, su pequeño vestido aferrado a cada seductora curva, sus ojos calculadores que observan al recién llegado con frialdad.

-Tanto misterio detrás de quién era la competencia -murmura él-, y solo eres tú.

-Vamos a ahorrarnos las estupideces innecesarias, Chris -sonríe ella, sus ojos brillan con picardía aunque su rostro permanece totalmente serio-. Si vine hasta aquí es porque tienes una propuesta para mí.

One Shot - Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora