Permíteme llevarte a imaginar una vida al lado de Chris Evans
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Un ruido sale disparado desde mi cámara una vez que tomo la fotografía, miro la imagen del paisaje londinense, y decido tomar solamente por gusto.
El Big Ben posando de fondo, gente caminando tranquilamente y autos pasando. El cielo está nublado, y el clima ha empezado a bajar desde los últimos días. Veo nuevamente la galería de fotos de mi cámara y no puedo creer la cantidad de imágenes y videos.
Decidí venir a Londres para obtener inspiración y poder relajarme un rato del caótico ambiente en el que se encuentra mi hogar. He amado la fotografía y el dibujo desde que mi padre decidió que sería buena idea regalarme su cámara antigua como regalo de navidad, y desde que mi madre decidió comprarme aquel pequeño y barato paquete de pinturas. Dicha cámara completamente obsoleta pero que aún conservo y llevo en mi bolso todo el tiempo como un objeto valioso y un recordatorio del inicio de mi amor por este arte.
Desde que ingresé en la escuela de artes nunca había estado más contenta y entusiasmada pues estaba dedicándome a lo que más me gustaba, pero como a cualquier artista le sucede de un día para otro la inspiración simplemente dejó de llegar. Las ganas no llegaban, las imágenes no me llenaban para querer plasmarlas en mi lienzo, y todo parecía tan monótono y carente de algo especial que simplemente dejé de hacer lo que más me apasionaba.
Así que con todo el dinero que había estado guardando por los últimos meses, y esperando ansiosa las vacaciones decidí sin pensarlo demasiado tomar un vuelo yo solita y cruzar el océano directo a un continente y aun país el cual no conozco solo por el deseo de encontrar inspiración. Es un viaje relativamente corto, dos semanas rodeada de gente inglesa, te, olores nuevos y paisajes que solo veía por televisión o internet. Dos semanas en la capital inglesa y mi cámara está apunto de quedarse sin memoria por la cantidad de tomas que he hecho en estos días, y el pequeño sketchbook que traje esta apunto de quedarse sin hojas.
Parece que desde que puse un pie en esta ciudad la inspiración simplemente llegó como una cachetada fría, pues todo es tan diferente que simplemente mi mente no puede dejar de volar.
Veo preciosidad en la gente, en los autos, en las calles, en las cafeterías y en todo lo desconocido.
Tengo todavía dos días en este continente y no podría estar más consentida y con cero deseos de querer irme.
Sigo fotografiando y filmando, capturo a los perros, a las personas que pasan, a los edificios, el cielo, el paisaje, a simplemente todo, hasta que una alarma me regresa a la realidad indicándome que debo volver al pequeño lugar que estoy rentando antes de que se haga de noche.
