Permíteme llevarte a imaginar una vida al lado de Chris Evans
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Al escucharlo entrar un escalofrío recorre mi cuerpo, cada átomo en alerta ante el hombre enojado que acaba de llegar a casa, cerrando la puerta con el mayor sigilo posible.
Chris no hace ruido cuando está enojado, de hecho, intenta ser lo más silencioso que puede, es una de las maneras de reconocer con facilidad que algo está muy mal.
-¿Cariño? -pregunto saliendo de la sala de estar y escucho sus pasos detenerse en las escaleras-. ¿Mi amor?
Lo veo de pie en las escaleras, vestido con una camisa azul manga larga arremangada hasta los codos, su mirada está fija en las escaleras y entiendo que solo quiere tomar una ducha y relajarse.
Me acerco a él y su mirada enojada me recorre de los pies a la cabeza, una punzada de excitación golpea en mi vientre y me apresuro a dejar un suave beso en sus labios.
Chris no me corresponde y se encamina rápidamente escaleras arriba entrando en nuestra habitación.
Muerdo mi labio inferior y gimo con frustración ante la oleada de deseo que empieza a crecer en mi debido a él.
Cuando Chris se molesta se prohíbe a sí mismo el sexo.
Como si su enojo fuese tan grande que el hecho de pensar en obtener placer le es incluso más molesto.
Lo cual es un problema para mí, porque Chris es absolutamente caliente cuando se enoja.
No puedo evitar que mi cuerpo responda a su mirada enojada, pareciera que cada nervio de mi cuerpo trabajara horas extra teniéndome ansiosa y mojada en segundos.
Porque ser follada por Chris es glorioso, pero ser follada por Chris cuando está enojado, es el más infernal paraíso.
-¿Estás mejor? -le pregunto unas horas asomándome por la puerta del cuarto de baño.
Chris me da una mirada enojada, que envía una chispa de calor por todo mi cuerpo, mis dedos se curvan en el marco de la puerta mientras mi centro se contrae ante su mirada, él me ignora y vuelve su mirada furiosa al libro en sus manos.
Cierro la puerta del baño tras de mí y me despistó dispuesta a colocarme mi pijama, sin embargo, en el momento en el que estoy de pie, sola en el cuarto de baño, solo vestida en mi ropa interior vuelvo a recordar su enojo, y cuanto placer me ha dado en esos momentos.
Mi mano se dirige hacia mí centro, acariciándome por encima de mis bragas, pienso en Chris y en su mirada furibunda, en cómo se vuelve tan rudo cuando me folla, como puede hacer tantas maravillas.
