Era un domingo todavía caluroso del mes de octubre, a pesar de ser ya otoño. Martina andaba algo nerviosa porque el lunes empezaba segundo de Psicología.
Había elegido estudiar psicología porque le gustaba ayudar a los demás y aparte se le daba muy bien dar consejos, analizar y comprender cómo se comportaban las personas que la rodeaban. Quería ser una buena psicóloga.
Martina,a pesar de ser una chica muy inteligente, había tenido una adolescencia complicada y eso la ayudaba a entender a los demás, pero ella misma no sabía encontrar soluciones para sus propios problemas. Sus padres se dedicaban en cuerpo y alma a sus empresas y sus hijos se habían casi criado o con las señoras que los cuidaban o con la hermana de su madre,Marta, ya que tenía treinta años y se llevaba muy bien con sus sobrinos, sobre todo con Martina.
Para Martina le faltaba la figura de sus padres, por lo que sentía un vacío enorme y le costaba un mundo ser cariñosa con su familia o con sus amigos. A sus diecinueve años era incapaz de tener relaciones estables con alguien. Sólo tenía sexo esporádicamente con chicas que conocía o en la universidad o bien los fines de semana cuando salía por ahí con Carmen y Sofía, sus mejores amigas.
Martina era una chica que llamaba mucho la atención con sus preciosos ojos azules y su bonita melena castaña larga. Además del imponente físico que tenía por el deporte que practicaba.
En el fondo Martina tenía miedo al abandono, por lo que no quería crear con nadie vínculos afectivos fuertes. Sólo en su tía Marta confiaba cien por cien. Sólo ella le daba estabilidad y confianza suficiente como para dejarse llevar y dar todo el amor que ella tenía dentro. Y claro está, con sus dos hermanos pequeños.
Con sus amigas también se sentía confiada. Eran amigas desde la escuela. Sofía estudiaba psicología como ella, y Carmen había decidido no estudiar nada. Trabajaba de camarera durante las tardes en una cafetería llamada Momo de al lado de la facultad, y las noches de viernes y de sábado lo hacía en un pub céntrico y bastante conocido por la comunidad universitaria, llamado La Modo. Así que Sofía y Martina pasaban muchas horas muertas en la cafetería y en el pub acompañando a Carmen.
Martina también se encargaba de cuidar a sus dos hermanos pequeños, Cristina de doce años y Diego de ocho. Los tres se llevaban muy bien y Martina los quería con locura. Siempre pensaba primero en ellos y siempre intentaba pasar todo el tiempo posible los tres juntos, aunque muchas veces pasaba menos del que ella quisiera.
Esa tarde estaba aburrida en casa cuando Carmen le mandó un mensaje pidiéndole que se pasara por la cafetería. Se puso unos jeans ajustados y una camiseta holgada y se fue para allí. Sofía también iba a acudir.
Ya en la cafetería Martina saludó a sus dos amigas y se sentó con Sofía en una mesa cercana a la barra.
-Gracias chicas por venir, hoy la tarde está siendo muy aburrida. No tengo casi trabajo-Dijo Carmen cansada. La noche anterior había trabajado en el pub y sus amigas, como no, habían estado ahí casi toda la noche con ella.
-Ya vemos. Y tarde de domingo, pues normal. Y mañana nosotras empezamos las clases. Se acabó lo bueno- contestó Sofía.
-Ya te digo. Joder, qué ganas tengo de acabar y poder ejercer. Necesito ganar mi propio dinero. No quiero el dinero de mis padres.
-Bueno Martina, déjalos que te den todo el dinero del mundo, sólo trabajan y trabajan. Por lo menos que no os falte de nada a tus hermanos y a ti.
-¿Qué no nos falte de nada? Sabes que nos falta lo esencial…
-Si,si, sé que no están ahí cuando los necesitáis y que siempre tenéis a tu tía Marta. Pero algo es algo. Por lo menos no estáis solos, Martina. Y por lo menos no necesitas trabajar y te puedes dedicar sólo a estudiar - le contestó Carmen.
Justo en ese momento entró a la cafetería Marta. Ya sabía dónde encontrar a su sobrina si ésta no estaba en casa.
-Hola guapas, ¿Qué tal el fin de semana?
-Hola tía- Martina se levantó y le dió un fuerte abrazo a su tía.
-Hola Marta. Aquí estamos, de cháchara. Para variar.
-Ya os veo ya. Siempre juntas las tres. Por cierto, ¿Qué tal ayer por la noche? Martina, me ha contado un pajarito que acabaste liada con una chica.
-Bueno tía, ya sabes que los fines de semana son para divertirse y para no perder el tiempo.
-Joder Martina, ¿Cuándo sentarás esa cabecita que tienes?
-¿Con diecinueve años quieres que sepa lo que quiero?Aún soy muy joven para eso. Estoy en edad de probar y de divertirme.
-Sí, en eso tienes toda la razón. Por cierto, he venido para deciros algo a ti y a Sofía. Mañana empezáis las clases, ¿no?.
-Si, no es necesario que nos lo recuerdes a tía.
-No, os lo digo porque creo que os va a dar clase una amiga mía que ha regresado a la ciudad. Se fue para hacer el doctorado y me llamó ayer para decirme que iba a dar clases en la universidad, en la facultad de Psicología. Bueno, ella es psicóloga.
-Ah joder, qué bien, ¿Y de qué la conoces?¿Entonces tenemos aprobadas sus asignaturas?
-Jaja Sofía...No la conoces. De profesora debe ser la típica profesora cabrona. Y no se casa con nadie. Y la conozco porque era amiga de la cuadrilla. Nos conocemos de cuando éramos pequeñas. Pero luego ya fuimos creciendo y ella se decantó por estudiar psicología y yo por derecho. Y éramos muy buenas amigas hasta que se fue a estudiar el doctorado. Pero ahora tiene pinta de que vamos a retomar de nuevo la amistad donde la dejamos.
-Vaya tía, ¿Y está buena?
-¿Qué? Martina...Es mi amiga. Así que olvídate de ella, ¿vale? Además que yo sepa es heterosexual, tú tienes diecinueve años y ella veintiocho. Tú eres un chocho loco y ella es una mujer con las cosas muy claras y es muy madura. Siempre lo ha sido. Así que céntrate en tus estudios y ya.
-Está bien tía, porque es tu amiga la respetaré.
-Así me gusta.
-Por cierto Marta, ¿Cómo se llama?-Preguntó Sofía.
-Se llama Lorena Aranda. Es algo seria al principio pero luego es un encanto de mujer. Eso sí, de profesora ya os he dicho que debe ser dura. Y ya le he hablado de vosotras, así que no me dejéis mal, portaros bien y estudiar mucho. Y me ha dicho que le da igual que seáis conocidas mías, que hasta os va a exigir más.
-Joder, entonces en buena hora le has dicho que nos conoces…
-Martina, que algún día la verás en mi casa. Así que tarde o temprano vais a coincidir y se va a enterar que eres mi sobrina...
Estuvieron un par de horas más en la cafetería hasta que ya se hizo tarde y cada una se fue para su casa. Martina quería cenar con sus hermanos. Y Marta decidió unirse a ellos y así vería a sus otros sobrinos.
ESTÁS LEYENDO
Detrás de la coraza (3°Historia)
RomanceMartina, una ruda, rebelde e impulsiva joven, que se dedica al boxeo para canalizar sus impulsos agresivos, y que tiene sexo esporádico con la primera mujer que se le insinúa porque es incapaz de comprometerse con alguien, comienza un nuevo curso de...