Capítulo 33. Amándonos

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Cuando salieron de la ducha, se vistieron deprisa porque Carlos quería cerrar el gimnasio. Cuando éste las vio a las dos juntas, sólo pudo sonreírles a ambas mujeres. Ahora entendía por qué Martina había estado tan rara y de mal humor en los entrenamientos todo este tiempo atrás. Esa mujer había llegado hacía un buen rato al gimnasio preguntando por la joven, y él le dijo que debía estar en el vestuario duchándose. Y ahora resulta que la mujer también salía con el cabello mojado. Bueno, si eso iba a hacer que Martina viniera con mejor humor a los entrenamientos, a él le parecía estupendo que esa mujer se duchara todos los días con Martina. Por qué no. 

Se despidieron las dos de Carlos, y Lorena le dijo que la podía llevar en su coche. No quería separarse de Martina. 

-Martina...Estoy pensando, ¿Por qué no te quedas a dormir conmigo?

-¿Qué?¿Y mis hermanos?- le contestó la joven dudosa. 

-Dile a Marta que se quede con tus hermanos. Estoy segura que lo hará encantada. Sabes, me muero por dormir abrazada a tu cuerpo. 

Martina no cabía en sí de gozo. Esa mujer quería dormir con ella. No se lo podía ni creer.

-Lorena, yo también quiero dormir contigo. Pero sabes que mi tía está saliendo con ese tal Víctor y tal vez esté ahora con él. 

-Bueno, tienes razón. Pero¿Por qué no la llamas y salimos de dudas?.

-Está bien. La voy a llamar.

Martina la llamó y Marta no tuvo ningún problema en quedarse con sus sobrinos, eso sí, le preguntó a Martina dónde se iba a quedar ella y le dijo que en casa de Sofía. Por lo que cuando colgó la llamada, le escribió a Sofía para que mintiera por ella si su tía se ponía en contacto con ella.

Martina y Lorena estaban como locas porque iban a compartir su primera noche juntas. Pero a la vez se sentían mal por mentir de esa manera a Marta, aunque si querían estar juntas, no les quedaba otra que mentir a Marta porque las dos sabían que ésta no iba a aceptar que estuvieran juntas. 

Cuando llegaron a casa de Lorena, Martina se sentía un poco cohibida, le costaba de repente soltarse. Era la primera vez en su vida que mostraba sus sentimientos y la joven estaba un poco como en pañales. Lorena se dio cuenta y se acercó a la joven.

-Martina, no estés tímida en mi casa. Muévete por dónde quieras- Lorena se acercó para abrazarla y besarla. Martina se estremeció al sentir los brazos de Lorena rodeando su cintura y acabó tensándose-Tranquila Martina, cariño, ¿estás bien?¿O acaso no quieres estar aquí conmigo?.

-¿Eh? Sí... Claro que quiero estar aquí contigo, Lorena, pero estoy algo nerviosa.

Lorena, mientras la atraía hacia ella, le plantó un beso en la comisura de los labios, luego en la mejilla y después fue directamente a los labios de la joven. Esos labios cada día que pasaba le gustaba más besarlos. Pasó sus dedos por debajo del suéter que llevaba Martina y le acarició toda la espalda.

-Lorena...Me estás poniendo más nerviosa todavía.

-Vaya, entonces tal vez te tenga que tocar más, ¿no crees?-Lorena llevó sus manos a las nalgas de Martina- ¡Qué dura estás, cariño! Me vuelve loca que estés así ...

Martina jadeó mientras la mujer la sobaba. 

-¿Por qué no me besas, anda?

Martina la alzó con sus brazos y la sentó en la mesa que había en el comedor. Comenzó a besarla lentamente. Le acarició los muslos, para luego llevar sus manos al abdomen de la mujer. La cogió de las caderas y la acercó todo lo que pudo a ella. Lorena comenzó a gemir. 

-Martina...oye…¿y si cenamos algo? Tenemos toda la noche para hacer ésto.

-Estoy contigo, Lorena. Estoy muy hambrienta, pero también estoy hambrienta de ti.

-Muy bien, cenemos entonces, y si luego te quedas con hambre, puedes comerme a mí si quieres…Eso sí, me comerás enterita. 

-Ummmm seguro que me quedo con hambre entonces…

Martina le ayudó a Lorena a preparar algo para cenar. Las dos pasaron un rato agradable en la cocina. Mientras Lorena ponía la mesa, Martina llamó a sus hermanos, ya que casi siempre dormía en casa con ellos y quería ver cómo estaban. 

Ya cenando, Lorena recibió una llamada de Marta. Ésta quería volver a quedar con Álvaro, Víctor y Lorena. Álvaro tenía ganas de ver a Lorena y se lo hizo saber a Marta. Lorena educadamente le dijo que no contasen con ella.

Cuando colgó la llamada, Lorena se dio cuenta que Martina estaba seria. 

-¿Estaba rica la cena? Madre mía Martina, si has comido el triple de lo que he comido yo.

-Lo siento. Necesito comer mucha cantidad.

-No lo sientas, cariño. Tú come lo que tengas que comer. Me encanta verte comer, por cierto.

-¿Qué quería mi tía?¿Que quedaráis de nuevo los cuatro?.

-Eso parece, se ve que Álvaro tiene ganas de verme. No le di mi móvil.

-Ah, pues si a ti te apetece, queda con ellos…

Lorena notó celosa a Martina. Pero ella tenía la intención de arreglarlo rápido. Se quitó la camiseta que llevaba y el pantalón, y estando en ropa interior se sentó a horcajadas sobre Martina. Ésta sólo pudo tragar saliva.

-Martina, guapa, es que no quiero que Álvaro vuelva a intentar besarme. Sólo quiero que me beses tú.

Martina tenía la cabeza agachada, y Lorena le subió el mentón para que la mirara a sus ojos. 

-Martina, mírame a los ojos y derríteme con tu mirada. ¿Tú no sabes lo que provocas en mí cuando me miras? Si lo supieras, no sacarías tu mirada de mí. 

Martina por fin sonrió y pasó sus brazos por la cintura de Lorena. 

-Así me gusta, que sonrías más, con la preciosa sonrisa que tienes y encima a mí me vuelve loca.A ver si me dedicas más sonrisas de éstas. 

-Lorena, yo… Soy inexperta en esto de las relaciones. Muchas veces no sé cómo hacerlo o cómo actuar, y no quiero cagarla contigo. Sólo quiero que lo sepas.

-Lo sé cariño, por eso creo que nos vamos a complementar muy bien. Yo soy más experta en relaciones y tú en el sexo. Somos una pareja perfecta. ¿Lo ves?. Además, dejémonos llevar…

Martina la abrazó y la acercó a ella. Le encantaba tenerla sentada encima de ella, así podía tocarla y meterle mano por donde ella quisiera. Y Lorena, como no, se iba a dejar hacer lo que la joven quisiera. Como sabía que a Martina le encantaba que se moviera encima de ella sensualmente, es lo que hizo en ese momento. Comenzó a moverse frotando su sexo con el de Martina. Luego ella misma se quitó el sujetador quedando sus pechos expuestos para Martina. Ésta los miraba embelesada. Eran más grandes que los de ella y eso la volvía loca. 

Martina se quitó torpemente el suéter que llevaba y el sujetador deportivo, y Lorena sonrió porque sabía que la joven quería que juntara sus pechos con los de ella. Entonces es lo que hizo. Las dos se miraban enamoradas. Martina la agarró de las caderas y ella misma comenzó a moverlas para rozar un sexo con otro. Las dos comenzaron a gemir, mientras Lorena ponía sus manos en el cuello de Martina y la besaba como si le fuera la vida en ello. La joven estaba encantada. 

Se iban a correr las dos, pero Martina quería más. Acabó corriéndole las húmedas bragas a la mujer para acariciarle el clítoris y Martina lo notó tan hinchado que se corrió simplemente con tocarlo y sentirlo así, a la vez que se corría Lorena con los dedos de Martina acariciándola. 

-Lorena, me vuelves loca de remate.Te deseo tanto, que me duele...

-Y yo a ti preciosa, no sabes cuánto…

Las dos mujeres se abrazaron. Les encantaba hacerlo después de hacer el amor o de tener sexo. Tenía razón Lorena cuando dijo que se podían complementar a la perfección. 

Detrás de la coraza (3°Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora