Capítulo 34. Sigamos juntas.

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Las dos mujeres durmieron poco esa noche, estuvieron todo el tiempo que pudieron amándose. Lorena estaba encantada con la joven. Era la primera vez que disfrutaba tantísimo haciendo el amor o teniendo sexo. Ella pensaba que era más bien pasiva en la cama, pero con Martina descubrió que no era así, con ella salía su vena más caliente. El cuerpo de la joven le pedía a gritos que le hiciera de todo lo que pasara por su mente. Y como sabía que Martina era muy abierta y le encantaba probar de todo, Lorena no se quedaba corta a la hora de poseer el cuerpo de la joven.

A la mañana siguiente Lorena se despertó con medio cuerpo suyo encima del de Martina. Era muy temprano todavía y Martina aún dormía. Lorena se despertó muy excitada por estar encima de la joven. Así que comenzó a acariciar la piel de Martina. Primero por el duro abdomen...y luego descendió sus dedos al monte de venus de Martina. Ésta aún con los ojos dormidos, le sonrió a Lorena.

Lorena se quitó las bragas y la camiseta quedando totalmente desnuda, y se sentó encima de Martina. Ésta llevó sus manos a su cabeza y por fin abrió los ojos. Necesitaba ver el monumento que tenía encima de ella.

Lorena comenzó a moverse como le gustaba a Martina y ésta, mientras tanto, ni parpadeó ya que no se quería perder ni un segundo lo que estaba viendo. Esa mujer era la única que la podía hacer enloquecer en la cama. Y todo porque estaba enamorada de ella, aunque le costara aceptarlo.

Lorena le quitó la camiseta y le bajó las bragas y el pantalón. Quería tenerla desnuda para ella sola. Verla así la encendía muchísimo porque le encantaba el cuerpo de la joven, tan duro, tan formado y tan marcado.

La morena comenzó a pasarle su clítoris por el abdomen a Martina dejándoselo empapado, y mientras le daba besos suaves y húmedos en los labios, sus pechos quedaban apoyados en los pechos de Martina. Martina podía tener un orgasmo espectacular teniendo a Lorena desnuda encima de ella. Cuerpo con cuerpo.

Martina decidió incorporarse. Ya era hora de que ambos sexos se rozaran desesperadamente. Por lo que puso una mano en el cabello de Lorena y la otra la pasó por la espalda de la mujer poniendo la mano en su cintura y así conseguir moverse las dos al unísono y tener mejor roce de los dos sexos. Los dos cuerpos comenzaron a sudar con tanto movimiento. La cama empezó a sentir los movimientos de las dos mujeres. Y a eso se unió los gemidos de ambas.

Lorena danzaba encima de Martina, mientras sus pechos se movían y golpeaban a Martina en los suyos y en su rostro. Ésta intentó aguantar todo lo que pudo del placer que estaba sintiendo pero finalmente no pudo más y se corrió como nunca. Lorena no tardó en seguirla mientras lo anunciaba con unos gemidos descomunales. Martina estaba encantada de que Lorena fuera tan expresiva en la cama.

-Ummmmm.... Cariño, qué gustazo despertarme y levantarme así...Dios. Podríamos pasar todas las noches juntas.

-Qué más quisiera yo, Lorena. Me encantaría estar siempre entre tus brazos y tus pechos- Le dijo Martina con una sonrisa muy pícara.

-Vaya, Martina, ¿Te gustan mis pechos?- Le preguntó coqueta la profesora.

-¿Que si me gustan? ¿No ves lo que provocan en mí cuando los veo, cuando los toco o cuando se posan encima mío?

-Que sepas que me encanta y me excita ver cómo te pone mi cuerpo.

-Ufff, es que me pones mucho, Lorena. Estaría todo el día follándote.

-¿Y qué te impide que me folles ahora?

Eso animó a Martina a alzar a Lorena y cambiarla de posición. Puso a la mujer abajo y ella se puso encima.

-Tus deseos son órdenes, Lorena- Y ésta sólo pudo abrir las piernas para invitar a Martina a que la follara.

Las dos mujeres aún estuvieron una hora más entreteniéndose en la cama. Las dos estaban encantadas de cómo disfrutaban y cómo se lo pasaban juntas en la cama. Pero Lorena tenía que estar a las 9 am en la universidad.

Detrás de la coraza (3°Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora