Esa noche Martina acabó cansada de lo que corrió y anduvo con sus hermanos por el parque. Se acostó temprano porque a la mañana siguiente quería madrugar para ir de nuevo al gimnasio.
Al día siguiente, ya en la universidad, Martina iba por el pasillo hablando con Sofía cuando de repente vio a lo lejos a Lorena. Iba muy cargada y de un momento a otro se veía que se le iban a caer unos papeles. Martina estuvo rápida y justo cuando se le cayeron, se acercó para recogerlos ya que la mujer no podía hacerlo con todo lo que llevaba en sus manos.
-Vaya, Martina, que sorpresa. Muchas gracias por ayudarme...-Lorena se alegró mucho de que fuera Martina la que le ayudara.
Martina le iba a dar los papeles pero la profesora no podía cogerlos.
-¿Va a su despacho?¿Quiere que le lleve yo los papeles?¿Y le ayude con algo más?
-Eh... Está bien. Sino es mucho pedir...Como ves no tengo más manos para llevar esos papeles. Gracias Martina.
-De nada. Sofía, adelántate tú a la cafetería. Ahora iré yo.
-De acuerdo, te espero allí- Sofía le echó una pícara mirada a su amiga.
Martina iba detrás de la profesora y le fue imposible no mirar el increíble movimiento de caderas que se llevaba la mujer. Joder, esa mujer estaba como quería. Esa falda le quedaba como anillo al dedo. Normal que los alumnos la miraran con deseo. A ella no le importaría para nada meter mano debajo de esa falda...De sólo pensarlo se excitó.
-Martina, por favor, cógeme las llaves del bolsillo que tengo a la izquierda de la falda y abre tú la puerta. Yo no puedo.
-Si...Claro- iba a meter la mano en el bolsillo de la falda de la mujer...Martina se puso roja al momento. Y Lorena percibió que la joven se ruborizó. Sonrió para sus adentros.
La joven metió la mano en el bolsillo de la falda de su profesora, y la tela era tan fina que pudo palpar perfectamente el muslo de la mujer y hasta el borde de las bragas. Para Lorena ese contacto le supo a gloria. De hecho todo su cuerpo se estremeció con ese simple roce. Duró unos segundos hasta que por fin los dedos de Martina dieron con las dichosas llaves. Y para Martina, que las puntas de sus dedos tocaran el muslo de la mujer e incluso sus bragas, hizo que su cara se pusiera más roja todavía de lo que ya se había puesto.
-Ya está...profesora, las tengo.
Se dirigió a la puerta para abrirla. Pero estaba tan nerviosa que las llaves se le cayeron al suelo.
-Lo siento...
Lorena le sonrió. Ella misma también estaba muy nerviosa por el contacto que había tenido con la joven.
-No pasa nada, Martina.
Por fin atinó con la cerradura y consiguió abrir la puerta. Dejó pasar primero a Lorena. Y cuando pasó, se quedó con el perfume que desprendía esa mujer tan exquisito. Martina estaba bloqueada.
-¿No vas a pasar, Martina?
-Si, claro, perdone...-Martina entró al despacho y dejó las hojas en el escritorio de la profesora. Cuando se fue a dar la vuelta casi choca con ella. Estaban muy cerca una de la otra, tanto que sus respiraciones se mezclaron. Entonces Lorena la miró a los ojos, y a los labios tan húmedos que tenía la joven. Y ésta sólo pudo decir que se tenía que ir corriendo. Y es lo que hizo, salir corriendo de ese despacho. No paró de correr hasta que llegó a la cafetería. Y estaba tan sumamente nerviosa que le faltaba hasta la respiración. Era la primera vez que le pasaba algo igual.
Lorena no sabía qué pensar con lo que había pasado en su despacho con Martina. El verla tan nerviosa por la cercanía que había habido entre ellas la dejó muy descolocada. Estaba claro que esa joven se ponía nerviosa cuando se acercaba a ella. Entonces... Tenía que descubrir por qué le pasaba eso a la joven cada vez que estaban tan juntas. Y tenía que reconocer que a ella también la ponía muy nerviosa tenerla tan cerca. Y le gustaba. Claro que le gustaba, tanto que de repente sus bragas se humedecieron. ¿Sería porque esa joven la ponía cachonda? Nunca le había pasado eso con un hombre. ¿Y ahora le venía a pasar con una chica de diecinueve años? Estaba claro que eso estaba mal. Tenía que sacársela de la cabeza aunque fuera a la fuerza. No podía pensar en ella con deseo. Además esa chica era muy promiscua. A ella no le iba la promiscuidad. Era mujer de un sólo hombre. ¿De un sólo hombre?¿O a partir de ahora de una sola mujer?. Lorena se sentó en su silla abatida. Lo que esa joven le estaba haciendo vivir le gustaba pero a la misma vez la aterraba. Aún siendo doctora en psicología, no sabía cómo gestionar sus propias emociones relacionadas con esa preciosa joven.
Cuando Sofía vio con esa cara a Martina, sólo pudo reírse de ella.
-¡Eh, imbécil! ¿De qué te ríes?
-¿De que me rio?De ti. No has visto qué cara tienes. ¿Qué te ha hecho la profesora si se puede saber?
-¿A mí? Nada, ¿Por qué lo dices?
-Vamos Martina, parece que has corrido diez kilómetros en cuarenta minutos. Y sé que vienes corriendo del despacho de la profesora.
-Yaaaa. Sí, vengo de ahí. Ya te dije que esa mujer me pone muy nerviosa.
-Pero ya sabes por qué. ¿Verdad?
-¿Tú crees?, la verdad que ya no sé qué pensar al respecto, Sofía. Esa mujer en la universidad es odiosa. Es imposible que yo sienta algo por alguien como ella. Para nada es mi tipo.
-Lo sé, Martina, pero a veces los polos opuestos se atraen. Así que, es posible que sí te guste esa mujer, aunque tú no quieras verlo.
-Si te soy sincera me cuesta verlo y entenderlo. Cómo siendo tan diferentes, me puedo sentir atraída por ella. Estoy muy confundida, Sofía.
-Sabes qué, este viernes en La Modo se te pasará la tontería. Seguro que te acabas enrollando con alguna chica guapa y te olvidas de la profesora.
-Espero que así sea, por mí bien. Necesito tener sexo urgentemente.
-Joder, Y yo. Tú por lo menos cada fin de semana acabas con una diferente.
-Sí, eso sí. - Martina se quedó pensativa. Tal vez empezaba a cansarse de conocer a una chica diferente cada fin de semana. Tal vez tenía que ver algo la maldita profesora en eso. Lo que le faltaba.
Estaban las dos amigas hablando aún en la cafetería cuando apareció la profesora junto con otro profesor también de la facultad de psicología.
A Martina le fue imposible retirar la mirada de la mujer. El profesor en un momento dado la cogió de la cintura, y a Martina de repente le vinieron los nervios al estómago. No le gustó nada que ese hombre tocara a la profesora. Joder, ¿Eso era sentir celos?Nunca antes había vivido una situación igual. Todos sus ligues le resbalaban. No le importaban lo más mínimo. Pero ahora el ver cómo ese hombre ponía su mano en la cintura de la mujer, tenía ganas de levantarse y darle un puñetazo a ese profesor.
Mientras Lorena también se percató de que Martina estaba en la cafetería. A ella también le costó no mirar a la joven.
-Vaya, Martina, se nota que el profesor de Psicología del Desarrollo siente algo por la profesora, ¿No te parece? Vaya miradas le echa. Si pudiera se la comería aquí mismo.
-Si, ya me he dado cuenta. Si pudiera le reventaría la cara de un puñetazo...
-¡Martina!¿Te has escuchado?¿Cómo puedes decir eso?¿Acaso estás celosa?
-¿Qué?,mira, Sofía, mejor vámonos de aquí antes de que cometa una locura.
-Vale, vámonos. Pero tía, estás estudiando psicología, así que deja de querer arreglar tus problemas a base de puñetazos, joder.
-Lo siento, Sofía. Tienes toda la razón. Necesito aprender a controlarme, pero ver a la profesora con ese hombre me pone enferma, y de verdad, le partiría la cara ahora mismo, joder.
Sofía cogió de la mano a Martina y la sacó de la cafetería. Pasaron por la profesora pero Martina ni la miró a la cara. No quería que viera en sus ojos ningún sentimiento hacia ella. Y más si eran celos lo que estaba sintiendo en ese mismo instante.
La profesora sí la miró a la cara, y sin saber por qué, le dolió que la joven no la mirara. ¿Qué mosca le había picado?¿Tal vez aún estaba así por cómo había salido de su despacho? Porque a decir verdad, había salido corriendo cuando estaban las dos tan cerca. Estaba claro que la cercanía a Martina la ponía muy nervioss. La mujer estaba desconcertada. No entendía las reacciones de la joven pero es que tampoco entendía ni las suyas.
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Detrás de la coraza (3°Historia)
RomanceMartina, una ruda, rebelde e impulsiva joven, que se dedica al boxeo para canalizar sus impulsos agresivos, y que tiene sexo esporádico con la primera mujer que se le insinúa porque es incapaz de comprometerse con alguien, comienza un nuevo curso de...