Capítulo 5. La Modo

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Cuando Martina salió del despacho, le escribió a Sofía porque necesitaba verla para hablar con ella urgentemente. Ahora sí tenía claro que quería hablar con su amiga.

A los quince minutos estaban las dos en la cafetería.

-Cuéntame, Martina. ¿Qué te ha dicho la vieja pelleja esa?

-Oye, Sofía, no la llames así, ¿Vale?

-¿En serio?¿Qué ha pasado en ese despacho para que yo no la pueda llamar así?

-No ha pasado nada, Sofía. Bueno...No lo sé en realidad. Esa mujer me pone muy nerviosa. No me gusta sentirla tan cerca de mi.

-¿Qué? Martina, ¿Estás escuchando lo que estás diciendo? ¿Una mujer te pone nerviosa a ti?

-Si...esta mujer sí. Es diferente a las demás...

-¿Con todas las mujeres que te has tirado?

-Bueno, en realidad mujeres de la talla de Lorena no me he tirado a ninguna. Con la más mayor que me acosté tenía creo que veinticuatro años. Pero esta mujer... Joder, me cae muy mal pero luego hay algo en ella que me atrae. Me descoloca por completo. No entiendo nada.

-No me jodas que te gusta. ¡Estás en serios problemas, amiga!

-No, claro que no me gusta. Tú sabes que quiero a las mujeres para lo que las quiero...Y con ésta sería lo mismo. Me la tiraría y luego adiós. Yo no quiero algo serio con nadie. Además, se nos olvida que es heterosexual.

-Si, eso sí. Pero Martina, tú tienes un cuerpo que quita el sentido y encima eres muy guapa. ¡Quién sabe!¡Quizás la profesora se podría enamorar de alguien como tú!

-Anda Sofía, no digas tonterías. Es heterosexual, está muy buena, eso sí, pero además ésta amargada y es una gruñona. ¿Yo para qué quiero acostarme con alguien así? Y además de ser hetero, no sabemos qué es lo que busca ella, no tiene pinta de ser de las que se acuestan con alguien una noche...

-Vamos, como tú...

-Si, como yo misma.

Las dos amigas rieron. Martina tenía razón. Esa mujer no caería nunca en sus brazos, por lo tanto lo mejor sería quitársela de la cabeza.

La semana pasó y llegó el viernes. Carmen tenía que trabajar en el pub después de acabar en la cafetería. Así que les pidió a sus amigas que por favor se pasaran a verla. Ya que la noche se le iba a hacer muy larga después de llevar toda la tarde trabajando en la cafetería. Y sus amigas, por supuesto, dijeron que sí.

Martina se puso unos jeans ajustados y una camiseta corta de tirantes que dejaba ver parte de su trabajado abdomen. Se dejó la melena suelta. Sofía pasó por su casa a buscarla y se dirigieron directamente a La Modo.

Mientras, Marta y Lorena habían quedado para cenar por el centro de la ciudad. Lorena se había puesto un vestido precioso que resaltaba sus espectaculares curvas y su escotazo. Marta, cuando la vio, solo pudo reconocer que su amiga esa noche lucía increíble e iba a llamar la atención de cualquiera. Luego tenían pensado en irse a tomar unas copas, y no se les ocurrió otro sitio que La Modo. Marta quería ver a su sobrina. Así se aseguraba que no hacía el loco y que ella se encontraba bien. Aunque a decir verdad, siendo la campeona de España de boxeo, ella sola podía defenderse, poco podría hacer su tía en caso de que la joven se metiera en alguna pelea.

Martina y Sofía estaban en la barra hablando con Carmen cuando se fijaron que una bonita rubia miraba hacia donde estaban ellas. Sofía y Carmen sabían que esa noche Martina mojaría si quería. Esa preciosidad no quitaba los ojos de Martina. Y ésta hizo lo mismo. No dejar de mirarla. Por lo que la rubia acabó acercándose a ella.

Cuando entraron al local, Marta le dijo a Lorena que esperase un momento que iba a buscar a Martina. Quería saludarla, por lo que Lorena le dijo que no se preocupara que iba con ella. Las dos buscaron a la joven. La encontraron bailando muy pegada a una preciosa rubia. Las dos sonreían mientras la rubia se pegaba a Martina y manoseaba su cuerpo. De hecho llevó sus manos al culo de la castaña y comenzó a agarrarlo con fuerza.

Cuando Lorena vio a esa rubia tan pegada a Martina, algo en ella se rompió. Joder, de repente sentía una ira dentro de ella que no sabía ni de dónde provenía. Sólo sabía que fue todo a raíz de ver a Martina dejándose manosear por esa joven. Lo que le faltaba, sentir celos por una joven. Pero joder, si sentía celos de ver a Martina siendo manoseada por otra chica...¿Eso significaba que sentía algo por ella?

La rubia se dispuso a besar a Martina cuando Marta llegó a ellas.

-Hola chicas, Perdonad...Hola Martina.

-Eh...Hola tía...¿Qué haces aquí?-Cuando vio algo más apartada a Lorena, la joven palideció.

-Hola sobrina. Vine a saludarte. Pero ya veo que estás ocupada, como siempre. Así que te dejamos tranquila. Estaré por aquí, por si me necesitas. Portate bien, anda.

Lorena no quitó la mirada de la joven aunque se mantuvo al margen. La saludó solo con la mano. Y la joven tampoco podía quitar la mirada de los ojos de la mujer y de su cuerpazo. Ese vestido le quedaba de cine. Al ver a la mujer se excitó bastante. Y menos mal que estaba con la rubia. Ésta la ayudaría a bajar el calentón que le había producido ver a Lorena con ese vestido tan perfecto. Joder, no le importaría para nada que en vez de la rubia fuera Lorena la que la besara y la manoseara.

Martina cogió de la mano a la rubia y se alejaron un poco de ellas. La joven se encontraba tan excitada que se pegó más a la rubia y comenzó a manosearla ella también. Cuando podía, miraba hacia Lorena, y ésta no podía sacar su mirada de esas dos jóvenes tan hambrientas una de la otra. También se estaba poniendo mala de ver a Martina intimar con esa rubia.

Martina le metió mano a la chica por debajo del vestido. Y comenzó a frotarse con ella, mientras la rubia le lamía toda la boca a Martina. Lorena estaba bloqueada con tal visión. Sus bragas comenzaron a humedecerse y fue algo tan nuevo para ella, que decidió alejarse de ahí rápidamente.

-Perdona Marta, creo que necesito irme.

-¿Qué?¿Te encuentras mal? Porque acabamos de llegar, Lorena.

-Sí, de repente me siento mareada. Creo que lo mejor será irme. Pero tú quédate si quieres. No quiero arruinarte lo que queda de noche, además tienes a tu sobrina por ahí.

-No, que va. Te llevo a casa. Vamos. Ya le escribiré un WhatsApp a Martina y le diré que nos hemos ido. Cualquiera va ahora donde está y la interrumpe. Joder, todos los fines de semana hace igual.

Lorena sintió unos celos inexplicables. De repente le hubiera encantado ser ella la rubia. Y que Martina le metiera mano como se la estaba metiendo a la chica. Joder, estaba cachondísima. ¿Y qué podría sentir si Martina pusiera sus manos en sus piernas?¿Sería muy diferente que la tocara una mujer a un hombre? Además, aunque Martina sólo tuviera diecinueve años tenía pinta de que la joven le ganaba por goleada en cuanto a experiencia sexual. Ella tenía veintiocho años pero experiencia sexual tenía más bien poca, y si ya era experiencia con mujeres, ésta era totalmente nula. Tenía muchas ganas de descubrir lo que podría experimentar si la joven la tocaba, y si en algún momento se daba el caso, ella estaba más que preparada para experimentar tal situación.

Lorena necesitaba salir del local corriendo. Así que aligeró el paso y salió del pub. Estaba enfadada consigo misma por pensar como estaba pensando en la sobrina de su amiga. Joder, era heterosexual, esa chica era la sobrina de su mejor amiga, tenía sólo diecinueve años y para colmo era su alumna... Se la tenía que quitar de la cabeza le costara lo que le costara. Eso no iba a ninguna parte y encima podría salir muy mal parada si su amiga se enteraba.

Mientras, Martina tuvo un rico orgasmo sólo con frotarse con la rubia, pero eso sí,en su cabeza no tenía a la chica que estaba manoseando, sino a la maldita profesora. De sólo pensar en esa mujer se ponía de muy mal humor. Y para colmo había tenido un gran orgasmo pensando en ella. Cojonudo.

Detrás de la coraza (3°Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora