Martina no hizo falta que estimulara con sus dedos los genitales de Lorena. Simplemente acercó su nariz a los labios de ésta, para luego pasar su lengua lentamente, abriéndole los labios con ella e introduciéndole de nuevo tres dedos en su interior. Mientras se los metía, daba suaves lamidas y pequeños mordiscos en la vulva de la profesora.
-Joder Martina... Así no puedo, aquí no...Me voy a correr y me van a oír en toda la universidad.
-Yo encantada...Vamos córrase con mi lengua y mis dedos…- Y como vio que justo estaba llegando a la cúspide del orgasmo, Martina le dio pequeños y suaves mordiscos y lametazos en los labios genitales de Lorena, y ésta ya acabó de explotar en el rostro de la joven, llenándolo de sus fluidos.
-Joder, profesora…- Martina tuvo que esperar a recuperar la respiración. Pero Lorena no se quedó atrás, con tanto gemido pasó de gemir a jadear. Y una vez que recuperó la respiración, a pesar de costarle un mundo, le dijo:
-Eso mismo digo yo... Martina, ¿cómo sabes tú tanto con tan sólo diecinueve años?yo a tu edad lo único que hacía era estudiar y estudiar. Y ya veo que tú haces muchas más cosas aparte de estudiar…
-Ya ve. Ahora las jóvenes de mi edad no perdemos el tiempo. Por cierto, Lorena, quiero preguntarte algo.
-No creo que todas las jóvenes de tu edad sepan hacer lo que haces tú en el sexo. Tú sabes demasiado. Y a mí me encanta que sepas tanto, la verdad. Pregunta, no tengas miedo.
-¿Qué tal te fue con Álvaro la noche que os vi en tu casa?
¡Mierda!¿Ahora tenía que decirle la verdad?¿Y si se la decía y Martina se iba de ahí?. No quería que se fuera por nada del mundo. Lo que acababan de hacer juntas le había hecho tocar el cielo y necesitaba estar abrazada a la joven.
-Martina, ¿Me puedes abrazar?
-Sí, puedo. Pero dígame cómo le fue esa noche con el tal Álvaro ese.
Mientras Martina la abrazó. Para la joven ese abrazo fue un cúmulo de emociones. Y para la profesora, fue exactamente lo mismo. Lo necesitaban las dos en ese momento. No sólo era follar por follar, era follar con la persona especial y adecuada, no les valía a ninguna de las dos cualquier persona. Eso lo tenían muy claro las dos. Pero también necesitaban hacer el amor. Lo necesitaban todo de la otra.
-Martina, ¿Para qué quieres saber lo que pasó esa noche entre Álvaro y yo?
-Necesito que me digas la verdad.
-Está bien, Martina. Salimos a cenar los cuatro,luego fuimos a la Modo a bailar salsa, ya sabes que me encanta bailarla.
Martina se puso de mala leche de sólo pensar en lo bien que bailaba Lorena y en que Álvaro se estaría deleitando con ella mientras la tenía bien cogida cuerpo con cuerpo. Y Lorena se dio cuenta por lo tensa que se puso Martina.
-Ey, Martina, mirarme a los ojos por favor.
-Ahora mismo no puedo mirarte. Estoy muy enfadada, y es mejor que no me obligues a mirarte.
Lorena todavía la abrazó más fuerte.
-Martina, no sentí nada cuando bailé con él. De verdad, me hubiera dado exactamente igual haber bailado con cualquiera del pub.
-¿Y luego?¿Qué pasó?
-¿Luego?...- A Lorena le costaba decirlo, sabía que Martina se iba a ir cuando escuchara que se habían besado, pero si Martina lo quería saber, entonces le tenía que decir la verdad -Martina... Él me besó.
-¡Y tú le correspondiste!.Ya sabía que yo no era nada especial para ti. Que te daba igual uno que otro...Joder…-Martina se separó de ella bruscamente, quitó el pestillo de la puerta y se fue corriendo.
A Lorena no le dio tiempo de hacer nada. Joder, sabía que podía pasar eso. Lo sabía. Y por ser sincera, la joven se había ido muy dolida. Pero para Lorena la cosa no iba a acabar ahí. Tenía claro que quería tener a la joven a su lado, y la iba a acabar teniendo. Para ello tendría que hablar con Martina seriamente de lo que sentía por ella. La joven tendría que escucharla sí o sí.
Martina fue a entrenar algo más tarde de lo normal. En el gimnasio ya sólo quedaban ella y Carlos. En ese entrenamiento la joven se dejó la piel. Le había afectado demasiado las palabras de su profesora acerca de Álvaro. En realidad ya sabía por Carmen que ese imbécil había besado a Lorena. Por lo menos la profesora era una mujer sincera. Y eso había que tenerlo en cuenta porque también podría haberle mentido, hubiera sido lo fácil. Y Lorena no lo hizo.
Martina se fue a duchar mientras Carlos se fue a su oficina a hacer algo de papeleo.
La joven se desnudó y se metió en la ducha. Cerró los ojos mientras intentaba relajarse pero le costaba mucho ya que no podía sacarse de la cabeza a su profesora.
De pronto oyó un ruido en el vestuario. Pero no hizo mucho caso ya que sabía que no había nadie más que Carlos, y éste estaba en su oficina. Mientras caía el agua de la ducha por todo su cuerpo, notó un cuerpo desnudo que se fue pegando poco a poco al suyo por la espalda, y eso hizo que se estremeciera. Joder, no podía ser que Lorena estuviera con ella en la ducha. Y sin darse aún la vuelta, sabía perfectamente que era ella porque sólo el cuerpo de la profesora se amoldaba a la perfección al suyo.
-Martina...Me gustaría que me permitieras demostrarte lo que me importas y lo especial que eres para mí.-La profesora unió su cuerpo al de la joven abrazándola con mucho cariño por la espalda.
Martina se dio la vuelta y tenía ganas de llorar. No se podía creer tener en la ducha de su gimnasio a Lorena. ¿Ésta se había vuelto loca?. La abrazó pero intentando medir su fuerza, ya que cuando estaba eufórica no la controlaba y podía lastimar a la mujer.
Martina la alzó con sus brazos y Lorena puso sus piernas alrededor de la cintura de la joven y sus brazos por el cuello de Martina. Ésta apoyó la espalda de la mujer en la pared y comenzó a pasar su sexo por el de Lorena. Martina era la que tenía el control ya que era ella la que tenía cogida a Lorena y la que iba moviendo a la profesora al son de su propio movimiento. Joder que estimulante era unir los dos cuerpos bajo un pontente chorro de agua caliente. Los pechos de la joven chocaban con los de Lorena, y mientras no pararon de besarse con una pasión desmedida. Desde luego bendito momento el que estaban viviendo las dos en esa ducha. Ninguna de las dos quería que acabase dicho momento, querían que fuera eterno.
-Martina...Te amo…-Le dijo la profesora mientras gemía y se corría por fin…-La profesora la abrazó con toda la fuerza que pudo porque se le escapó decirle que la amaba y sabía que Martina podía irse corriendo como la última vez que le dijo que la amaba en su casa.
Pero esta vez Martina no se fue...Ni dejó a la profesora en el suelo. Esta vez abrazó con un poco más de fuerza a Lorena. Bajó el rostro apoyándolo en el comienzo de los pechos de la mujer, mientras lloraba.
Lorena se percató de que la joven estaba llorando, así que le alzó el rostro como pudo porque Martina no se dejaba hacer.
-Martina, cariño...Suelta lo que te perturba, vamos, puedes confiar en mí, por favor…
-Yo...Yo...Creo que también te amo…
Martina la abrazó todavía con más amor si cabía. Y también derramó alguna que otra lágrima. Joder, la ruda de Martina por fin le había dicho que la amaba, ¿Acaso estaba soñando?.
-Martina, no tenías que haberme dicho eso, ahora no pienso soltarte nunca.
-Es lo que siento, Lorena, lo siento con todo mi corazón. No puedo negármelo ni esconder lo que siento por ti, ya no, estoy muy cansada de luchar contra mis sentimientos- Martina explotó en llanto. Ya no aguantaba más tanta presión que ella se había puesto así misma. No quería amar a nadie porque no estaba preparada para sufrir, pero a estas alturas no podía negar lo que sentía por Lorena. Era imposible ya.
Las dos estuvieron un rato más bajo la ducha, abrazadas. Martina no quería soltar a su profesora. Creía que estaba soñando y le daba miedo que dicho sueño se rompiera. Y a Lorena poco le importó que Martina no la quisiera soltar. Si por ella fuera, se pegaría toda la vida unida a la joven.
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Detrás de la coraza (3°Historia)
RomanceMartina, una ruda, rebelde e impulsiva joven, que se dedica al boxeo para canalizar sus impulsos agresivos, y que tiene sexo esporádico con la primera mujer que se le insinúa porque es incapaz de comprometerse con alguien, comienza un nuevo curso de...