El fin de semana pasó rápido. Martina no hizo nada el domingo. Como salió por ahí la noche del sábado, aprovechó para descansar por la mañana y pasar todo el día con sus hermanos. Eso la hacía inmensamente feliz, y para ella mejor plan no podía haber. Para sus hermanos era exactamente igual.
Cristina y Diego querían ir al parque más cercano a su casa. Cristina quería patinar y Diego montar en bici. A Martina le pareció buena idea. Así que se llevó a sus hermanos al parque. Mientras ellos patinaban e iban con la bici, ella iría corriendo detrás de ellos. Como estaba en forma no le costaría nada seguirlos. De hecho ese plan lo llevaban a cabo muchos domingos.
Cuando Martina llevaba dos kilómetros detrás de ellos, divisó a lo lejos a una mujer que le resultaba familiar. Estaba sentada en un banco, con un hombre. Y parecía como si estuvieran discutiendo. El hombre en un momento dado la cogió del brazo y Martina aligeró el ritmo para ver qué narices pasaba ahí. La mujer era Lorena y cuando Martina la vio de lejos, aún aceleró más el paso.
-Te he dicho que me dejes tranquila, Marcos. Tú y yo no vamos a volver. Así que por favor, suéltame ahora mismo del brazo.
-Joder Lorena, dame una oportunidad, he cambiado, déjame demostrártelo. Hemos estado mucho tiempo separados y me he dado cuenta de lo que he perdido. Sólo quiero recuperarte.
A Martina sólo le bastó oír esas palabras para acercarse a ellos y decirle al hombre que la soltara de inmediato. Sabía que la mujer tenía mucho carácter y que seguramente se sacaría ella sola de encima al hombre. Pero le era superior a sus fuerzas ver como un hombre agarraba a la fuerza a una mujer, y más si se trataba de su profesora.
-Perdone, la señorita le ha dicho que la suelte. Así que hágalo ahora mismo.
-¿Qué?¿Quién narices eres tú?
Lorena sintió vergüenza. Lo que le faltaba, que su alumna la viera discutir con su ex y encima se tuviera que meter para defenderla.
-Perdona Martina, no es necesario que te metas en ésto. Puedo yo sola…Puedes irte, tranquila.
-No te pienso soltar hasta que no vuelvas conmigo, Lorena. Yo te quiero y necesito que me des una oportunidad. Te lo pido por favor, vamos, piensa en nosotros, lo felices que éramos juntos, no puede ser que te hayas olvidado ya de eso.
-Señor, suéltela ya o me veré obligada a hacer que la suelte por las malas. ¡Vamos!
-¿Y qué me vas a hacer tú, si se puede saber?.¿Acaso me vas a pegar? Vamos, deja de hacerte la heroína y márchate por donde has venido.
-Le aseguro que es mejor que no sepa lo que le puedo hacer. Pero vamos, si no quiere acabar en el suelo golpeado, de verdad, suéltela.
-Está bien...Me iré. Porque estamos en un lugar público y no quiero montar un follón. Pero Lorena, voy a volver. Ésto no se va a quedar así.
El hombre se fue muy enfadado. La profesora iba a volver con él quisiera o no, de eso ya se encargaría él.
-¿Está bien, profesora?-Le preguntó Martina una vez que se quedaron a solas.
-Si... Siento que hayas presenciado esta discusión...Solía venir mucho por aquí antes de irme fuera. Y él lo sabía. Es mi ex. Quiere que vuelva con él. Pero yo no quiero hacerlo. No quiero ni verlo. Ya no. Estoy muy bien como estoy. He venido a leer tranquilamente al parque y de repente ha aparecido de la nada.
-Bueno. Sólo espero que no la moleste más…Cuando insisten tanto, no suelen darse por vencidos y hasta que no consiguen lo que quieren,no paran.. Sólo espero que su ex piense bien las cosas y no vuelva- Martina sabía que esa clase de hombres siempre volvía, pero no quería desalentar a la profesora.
-Gracias Martina- joder, si tenía agallas la joven. Una chica de diecinueve años diciéndole a su ex que o se iba o iba a acabar en el suelo golpeado...Vaya vaya...
-De nada. Bueno, la dejo entonces leer tranquila.
-¿No quieres quedarte a charlar un rato?- Lorena no sabía cómo había sido capaz de decirle que se quedara a hablar con ella. Estaba muy agradecida con Martina y sin saber por qué, quería que se quedara con ella ahí en el parque. Le apetecía mucho compartir ese tiempo con la joven.
-Lo siento, no puedo. Tengo a mis hermanos ya lejos y tengo que ir con ellos. En otro momento será. Cuídese. Adiós- Dijo Martina y se fue corriendo sin mirar atrás. Estar en el parque con la profesora, a solas, hacía que su corazón latiera muchísimo más rápido que de normal. Y aún no había acabado de correr detrás de sus hermanos y necesitaba que funcionara con normalidad para poder correr rápido si fuera necesario.
La joven aún tardó en alcanzar a sus hermanos. Éstos iban a lo suyo, y no se habían percatado que Martina se había quedado muy atrás de ellos.
A Lorena le desconcertaba cada vez más esa muchacha. Iba muy guapa con ropa deportiva, de hecho le quedaba ese tipo de ropa increíblemente bien, con ese cuerpo atlético que tenía. La había ayudado con su ex y para colmo iba con sus hermanos pequeños y parecía que se hacía cargo de ellos y sin ser una obligación para ella. Esa chica era una caja de sorpresas. Y a ella no le importaría conocerla más a fondo. Aunque enseguida le vino a la cabeza lo que pasó en el pub, por lo que al momento pensó en que a ella no le convenía para nada relacionarse con alguien como esa joven.
Y para Martina, el ver a su profesora en esa situación, la puso de muy mal humor. Aunque la mujer le pareciera una bruja, no quería ver como su ex la forzaba a algo, o incluso la agrediera. Había sido desagradable presenciar esa escena. Así que se alegró de haber pasado justo por ahí. Quién sabe cómo estaría ahora la mujer si ella no hubiera acudido a ayudarla. Pero también tuvo que reconocer que le gustó verla. La profesora estaba muy guapa con ropa casual, con unos vaqueros ajustados y algo raídos, y un suéter ajustado algo escotado que le quedaba muy bien. Llevaba de calzado unas converse clásicas blancas. Esta vez iba de plano, acorde con su atuendo. A la universidad iba muy arreglada y se notaba que le gustaba llamar la atención. Para Martina se pusiera lo que se pusiera, Lorena siempre estaba guapa. Y eso la asustaba. No quería pensar en su profesora con deseo ni con nada parecido. Sabía que tenía que verla en la universidad y para colmo seguro que la vería de seguido con su tía. Necesitaba dejar de pensar en ella como lo estaba haciendo.
Por fin consiguió coger a sus hermanos. Estos la habían hecho correr más deprisa para alcanzarlos.
-Eh chicos...Esperadme!!!Me habéis hecho correr pero bien.
-Anda Martina, si estás más que en forma. ¿Ya quieres que volvamos a casa?
-¿Qué queréis hacer vosotros?-Les preguntó Martina jadeando. Aún no se había recuperado del esfuerzo que acababa de hacer para cogerlos.
-¿Por qué no nos invitas a un helado?y ya si quieres volvemos…
-Me parece muy buena idea Cris, además tengo que preparar las clases de mañana. Que este fin de semana no he pegado pie con bola.
Los tres hermanos se acercaron a una heladería que ya conocían y a la que solían ir mucho cuando iban al parque. Se tomaron el helado sentados en el césped mientras descansaban. El parque se empezó a llenar de familias, gente deportista y de ancianos caminando. Tenían que aprovechar el precioso día que había salido a pesar de ser ya otoño.
En un rato se dirigieron los tres hermanos para casa. Habían pasado una buena tarde juntos. Martina estaba contenta por ello, y también, sin ella quererlo, lo estaba porque había visto a su profesora.
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Detrás de la coraza (3°Historia)
RomanceMartina, una ruda, rebelde e impulsiva joven, que se dedica al boxeo para canalizar sus impulsos agresivos, y que tiene sexo esporádico con la primera mujer que se le insinúa porque es incapaz de comprometerse con alguien, comienza un nuevo curso de...