Capítulo 30 Excitada perdida.

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A la mañana siguiente, Lorena se levantó de muy buen talante, y es que tenía clase con Martina. Se dio una ducha, se preparó un café con unas tostadas y se fue a su vestidor para elegir la ropa que se quería poner. Esa mañana quería lucir guapa para la joven. Se decidió por una blusa de seda muy fina y una falda de tubo que le quedaba divina a su cuerpo, con unas sexies medias de encaje. Se maquilló más o menos como siempre y se puso algo más de perfume, por si en un momento dado tenía a Martina más cerca, y se recogió su cabello en un precioso moño. Ella no perdería la oportunidad de acercarse a la joven si podía. El ponerla a prueba, nerviosa y al límite se había vuelto su actividad preferida. Pero en realidad ella también se ponía nerviosa al tener a Martina pegada a ella. 

Mientras, Martina llegó algo más tarde de entrenar. En realidad lo había hecho adrede. No quería ver a la profesora. O mejor dicho, quería pero por otro lado prefería no tener que hacerlo. Encima hoy tenía clase con ella y le sería imposible no mirarla de arriba a abajo, o a su precioso escote o a su trasero tan llamativo. Y cuando no a sus ojos azabaches que la atraían como a un imán. 

Luego le entró la cordura a Martina y se dio prisa para no llegar tarde a la universidad, puesto que había quedado con Sofía en que pasaría a buscarla, y no era cuestión de que su amiga llegara tarde por su culpa. 

Cuando entraron en el aula, de nuevo tuvieron que sentarse en la segunda fila. Por lo que Martina no le quedaría más remedio que tener cerca a la profesora mientras ésta explicaba su clase. Cojonudo, intentaría prestar atención a sus apuntes y no a la maldita profesora.

Cuando estaba hablando con Sofía, se escucharon los tacones de la inconfundible profesora. Todos dejaron de hablar y se centraron en sus respectivos apuntes, pero cuando vieron entrar a su profesora, todos la miraron como si de un extraterrestre se tratara. La profesora iba guapísima esa mañana.

Los ojos de Martina, sin quererlo, se dirigieron a la llamativa silueta de Lorena, y palideció. La mujer estaba preciosa con esa ropa que llevaba y ese moño que se había hecho. Joder, ¿Por qué iba tan guapa?¿Se había arreglado tanto para la estúpida de Eva?¿o igual había quedado luego con Álvaro? Sin ella quererlo su entrepierna se humedeció. Joder, fue verla y se excitó inconsciente. Lo peor de todo que estaba tan sumamente excitada que tenía que bajar el calentón que llevaba encima. Y para colmo la profesora perdió unos segundos mirándola.

La profesora los saludó a todos con una preciosa sonrisa de las suyas. Pero esta vez no hubo ningún susurro ni cuchicheos por parte de nadie. Todos estaban embelesados mirando a la profesora sin pestañear. Ésta se dispuso a escribir en la pizarra, entonces Martina viendo ese trasero moverse de un lado a otro, imaginándose a esa diosa bailando salsa, o moviéndose muy sensualmente encima de ella, comenzó a rozar sus partes íntimas con la silla. Y de forma muy silenciosa, tuvo un orgasmo del que nadie se enteró. A Martina le encantó. Eso sería lo más cercano a tener un orgasmo teniendo a su profesora tan cerca.

Durante la clase, Martina intentó mirar lo menos posible a su profesora, porque no quería volver a excitarse. Sin embargo, la profesora sí miraba a su alumna, pero no obtenía de ésta lo que ella buscaba, así que cuando acabó la clase, esperó a que algún alumno saliera,para dirigirse a Martina. Aún estaba Sofía con ella.

-Señorita Soto, me gustaría hablar con usted un momento.

-Lo siento profesora, ahora mismo no puedo.Tengo otra clase. 

-Ya, pues pásese por mi despacho cuando salga de su clase. ¿De acuerdo?

-Después tampoco puedo. Iré a la biblioteca-Martina no quería quedarse a solas con ella porque sabía que iba a ceder en lo que la mujer quisiera, y no quería que jugara con ella mientras lo hacía con la otra alumna o con Álvaro. 

-Está bien, entonces llamaré a su compañera Eva. Gracias señorita Soto- A lo que se iba a dar la vuelta para irse, Martina le replicó.

-Perdone profesora, iré yo, no se preocupe- No quería por nada del mundo ser ella la que propiciara un acercamiento entre Lorena y Eva. Joder, si Lorena quería jugar, entonces jugarían. Pero no sólo ella, sino las dos. 

-Pensaba que estabas ocupada, pero así me gusta, Martina-Le dijo la profesora sonriéndole. Entonces cogió sus cosas y, sintiéndose triunfadora, se marchó del aula. 

Martina y Sofía se quedaron a solas en el aula mientras recogían sus cosas para irse a la otra clase que tenían.

-¡Martina!¿Qué ha sido ese juego que os lleváis tú y la profesora?

-Perdona Sofía, la que quiere jugar es ella, no yo. No pensaba ir, pero antes de que vaya Eva, voy yo. No quiero que Lorena esté a solas con Eva en su despacho.

-Martina, esa mujer es muy lista. Ha usado a Eva porque sabe que es la única manera de que accedas para ir a su despacho. Esta mujer hace contigo lo que quiere. Pues prepárate para follar en su despacho con ella.

-¿Pero qué estás diciendo, Sofía? No pienso follar con ella si está tonteando con Eva o con ese hombre, y no hace conmigo lo que ella quiere-¿O si lo hacía?.

-¿Qué nos jugamos a que vais a tener un encuentro sexual en su despacho?. Bueno, yo solo te digo que estés preparada para mojar con la profesora. Luego me lo cuentas. Vámonos anda, que llegamos tarde. 

¿Y si Sofía tenía razón?¿La profesora quería follar con ella?¿quería sólo jugar? ¿Y luego qué? Porque aunque Martina se hiciera la dura, sabía perfectamente que a Lorena no solo la quería para acostarse. La quería para mucho más. Esa mujer, tenía razón Sofía, la tenía a sus pies. Joder, la incertidumbre de no saber claramente lo que quería la mujer la estaba matando. Por un lado no quería dejarse manejar por Lorena pero por otro se moría de ganas por hacerla suya. Y podía ser muy excitante follársela en su despacho. De sólo pensarlo tenía las bragas empapadas. Cojonudo, aún le quedaba una clase más para dicho encuentro y ahora tenía que ir con las bragas bien mojadas.

La siguiente clase pasó más o menos rápido. A Martina sólo le faltó comerse las uñas de lo nerviosa que estaba. Tenía ganas de irse corriendo lo más lejos posible de la universidad. Pero por otro estaba deseando estar con Lorena en su despacho. Además había sido ella la que le había pedido que fuera. 

-Bueno Martina, ¿Estás preparada?

-¿Preparada para qué?

-Joder despierta, ¿Has dormido mal hoy o qué?¿Para qué va a ser? Pues para poner a la profesora sobre su escritorio, abrirle bien las piernas, bajarle las bragas y hacerla tuya, hija. Mientras gime como una posesa. Para eso.

-Joder, ¡qué explícita eres, Sofía!. Que no pienso hacer nada con ella, ya te lo he dicho. 

-Está bien. Cuando salgas de su despacho estaré en la biblioteca adelantando lo del trabajo. Te espero allí-¿vale?. Suerte con el toro, guapa. Ciao.

-Vale, nos vemos allí. Luego te cuento. Y gracias por la suerte...Creo que la voy a necesitar. 

Se despidieron y Martina se dirigió hacia el dichoso despacho. Una vez que llegó a la puerta estaba pensando si tocar a la puerta o irse corriendo, hasta qué se armó del valor suficiente para tocarla con sus nudillos un par de veces, no sin antes respirar profundamente. 

Detrás de la coraza (3°Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora