Capítulo 21. Dudas.

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Bueno Martina,¿Por qué no comemos?Tu tía no va a tardar en venir y ni hemos comido...Puede sospechar.

Lorena tenía razón. A esas horas si llegaba Marta y veía que aún no habían comido, seguro que le parecería muy extraño. Por lo que muy a su pesar, se puso de nuevo su ropa y se dirigió con Lorena a la cocina. 

Comieron en silencio e intentaron mirarse lo justo. Lorena se dispuso a lavar la vajilla cuando sintió a Martina detrás de ella. Ésta iba a abrazarla. La joven aprovechó a olerle el cabello a Lorena. Olía delicioso para el gusto de Martina. Dejaría ahí su rostro toda la vida si pudiera. Al no ser rechazada por Lorena,llevó sus manos a los muslos de la profesora, y fue levantando poco a poco la bata de seda que llevaba la mujer. Lorena sólo pudo soltar un gemido cuando sintió la entrepierna de Martina aprisionando su trasero y empotrándola contra el fregadero.

-Martina...Tu tía está por llegar...No podemos…

-¿No quieres que meta mis dedos debajo de tus bragas y acabe introduciéndolos en tu vagina? Te aseguro que si lo hago te haré gozar de verdad...

Fue oír eso y Lorena se dio la vuelta bruscamente. Martina la cogió del trasero y la subió a la pila del fregadero. Le empezó a comer la boca como sólo ella sabía hacer. Y cuando pensaban las dos que se iban a volver a correr juntas de nuevo, tocaron al maldito timbre..

-¡Mierda, debe ser tu tía!- dijo Lorena jadeando e intentando recobrar rápidamente la respiración- ves a abrir tú mientras yo me visto. No puede verme así. Dile que debo estar en el baño.

-Vale, eso le diré. 

Lorena se dirigió directamente a su habitación a ponerse algo de ropa mientras Martina fue a abrir la puerta. Y en efecto, era su tía. 

-Hola guapa, lo siento, lo sé, es muy tarde, pero seguro que Lorena te ha tratado mejor que bien, ¿Me equivoco?

Si su tía supiera…

-No, claro que no te equivocas. Me ha tratado muy bien.Ya hemos comido. Ahora debe estar en el baño…

-Vale, tranquila, la espero aquí.

A los pocos minutos Lorena salió ya vestida a saludar a su amiga. 

-¿Cómo te fue en los juzgados?

-Pues regular, no he conseguido mucho. De momento mi cliente tiene que pasar la noche en los calabozos.

-Vaya, bueno, Marta, mañana será otro día, ya lo verás. 

-Eso espero... Acabé agotada. Así que creo que nos vamos a ir, Lorena. Muchas gracias por cuidar de mi sobrina. Espero que no te haya dado mucho mal, aunque con lo lisiada que ha acabado hoy, lo dudo. 

-Muy graciosa, tía. 

-¿Nos vamos?

-¡Claro!

A Lorena le dolió mucho el no poderse despedir de la joven con un beso en sus labios, pero a Martina le pasó algo parecido. Deseaba con toda su alma quedarse todo el día con esa mujer que tanto la estaba trastocando. Tenía más que claro que el haber intimado con ella le había hecho descubrir otro mundo totalmente nuevo y que a ella la volvía loca. Pero eso le daba un miedo que la podía llegar a bloquear. No podía sentir eso ni por ella ni por nadie. Ella tenía que seguir haciendo lo que estaba haciendo hasta ahora, que era acostarse con cualquier otra mujer y no crear vínculos afectivos y amorosos con ninguna de ellas. Eso mantendría a su corazón a salvo de ser dañado, usado o incluso destruido. Ella no estaba preparada para sufrir. Bastante tenía con que sus padres prefirieran el dinero y a sus empresas que a ella y a sus hermanos.

Y Lorena, cuando se quedó sola en su casa fue directamente a la cama y se tiró de forma brusca en ella. Estaba asqueada. Cómo podía ser posible que se hubiera acostado con la sobrina de su mejor amiga y luego fuera capaz de recibir a su amiga cómo si nada. Ella no era así y de hecho no le gustaba ser así. Nunca antes había mentido a Marta, y menos de esa forma. Se daba asco así misma. Había estudiado psicología e incluso un doctorado, y no le había servido de nada a la hora de aplicar sus conocimientos teóricos a su vida personal. Desde luego la vida real estaba hecha sólo para los valientes y los sinceros.

Lorena comenzó a llorar. De pronto volvió a pensar si la joven querría algo serio con ella o simplemente había sido un entretenimiento o un calentón para Martina. Para ella desde luego la joven había sido la primera mujer con la que se había acostado, y le había resultado lo más especial que había vivido en toda su vida. Ningún hombre con el que hubiera estado le hizo vivir ni la mitad que había vivido con Martina en un sólo día y en una sola vez. Y a pesar de odiarse a sí misma por estar engañando a Marta, su cuerpo le pedía sentir un millón de veces más el cuerpo de Martina. No lo podía evitar. Eso la enfadó más todavía. 

Ya en el coche, Marta notó muy apagada y callada a Martina, por lo que le preguntó si se encontraba bien.

-Martina, cariño, ¿Estás bien?¿Estás cansada?Imagino que ahora mismo te debe estar doliendo cada golpe que te ha dado la ucraniana. 

-No tía... Estoy bien. Si estoy dolorida, no te voy a mentir. Pero es normal, ya se me pasará.

-¿Segura?-Siguió insistiendo porque la conocía como si la hubiera parido ella misma. 

-Si...Tía, estoy bien.Sólo necesito distraerme, así que por la noche saldré con éstas a la Modo. 

-¿Qué?Martina, ¿No deberías descansar?Karina te ha pegado hoy bien duro. Tienes que tener el cuerpo fatal. 

-Si, lo tengo, pero necesito salir. Tía, confía en mí. 

-Está bien, tú ganas. Pero por favor, si ves que te duele más de la cuenta, regresa a casa,¿vale? o me llamas y voy a buscarte. 

-Gracias tía. Eso haré- Martina necesitaba pensar en lo que había pasado con Lorena. Aunque esa mujer le gustaba a rabiar y lo que había pasado entre ellas le había hecho tocar el cielo, sabía que no debía abrirle su corazón, pero ni a ella ni a nadie. Su corazón era de ella y sabía que éste tenía que seguir como hasta ahora, cerrado a cal y a canto para que ninguna mujer pudiera acceder a él. Sólo así ella se mantendría a salvo. 

Detrás de la coraza (3°Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora