Lorena le abrió la puerta del vestuario a Martina para que entrara y seguidamente entró ella.
Lorena no podía pensar con claridad. No sabía ni cómo debía actuar ante Martina. Y no quería parecer tonta delante de la joven. Lo que no sabía era que a la joven le pasaba exactamente lo mismo, o incluso peor.
-Bueno Martina, ¿Te ayudo a desnudarte?.
Martina no podía ni mirar a la cara a Lorena. Estaba muy avergonzada. Ahora prefería que se hubiera quedado con ella Sofía o su tía, y así no tendría que sentirse como se estaba sintiendo.
-Sí...Por favor, ayúdame con la parte de arriba.
-Claro. Y tranquila, no te avergüences, sólo te estoy ayudando- Lorena se dio cuenta de lo que le pasaba a la joven y quiso quitar hierro al asunto.
-Lo sé, Lorena.Y bueno, gracias.
-Pues si lo sabes, no rehuyas mi mirada- le contestó Lorena mirándola fijamente- y de nada, lo hago encantada.
Martina estaba ahora con las mejillas totalmente rojas. Pero tenía razón Lorena, si la iba a ayudar a desvestirse, tendría que poder mirarla a la cara sin vergüenza alguna, así que intentó comportarse con su profesora con naturalidad.
Lorena se acercó a la joven y se dispuso a quitarle el top que llevaba. Pero enseguida se sintió algo bloqueada al ver el cuerpo de la joven tan golpeado. Joder, no sabía ni por dónde tocarla.
-Uff, Martina, no sé ni por dónde puedo tocarte. No sé cómo puedes aguantar esos golpes.
-Sácalo por dónde te venga mejor. Intentaré levantar los brazos. Y tranquila, no me harás más daño que el que me hizo Joana.
Martina alzó los brazos para facilitarle el movimiento a Lorena. Ésta estaba muy cerca de la joven y empezaba a sentirse aturdida por tanta cercanía. Cuando posó sus manos en el top, y comenzó a deslizarlo por el cuerpo de Martina, mientras sus dedos rozaban la piel de la joven, ese aturdimiento pasó a ser fascinación en cuestión de segundos. Le fue imposible retirar su mirada oscura del pecho de Martina, y ésta notó esa mirada libidinosa posarse sobre ella. Las dos comenzaron a excitarse con tanta proximidad, y después de tanto tiempo sin tocarse ni estar tan cerca una de la otra. Y ya cuando consiguió sacarle el top a Martina, Lorena se vio obligada a retirar los ojos de los perfectos pechos de la joven. No quería que ésta se sintiera violentada mientras ella la miraba descaradamente.
-Gracias, Lorena. La parte de abajo puedo quitármela yo.
-Perfecto. ¿Te ha dolido mientras te lo quitaba?
-Un poco, pero tranquila, es un dolor que puedo tolerar perfectamente. Estoy acostumbrada a sentir como si me hubieran dado una paliza.
-Es que te la han dado, Martina. Yo en tu lugar me pegaría un mes entero sin moverme de la cama. Y tú, sin embargo, estoy segura que en unos días estás casi como nueva.
-Sí, pero es porque ya me acostumbré.
-No te lo niego, pero también es por tu forma de ser y tú forma de aguantar el dolor. Sabes, no he conocido a ningún hombre que tenga las agallas que tienes tú.
-Gracias, Lorena.
Ahora sí, a la profesora le fue imposible no mirar el cuerpazo que tenía delante. Eso sí, tuvo que contener las ganas que tenía de abrazar a Martina y no dejar de besarla nunca. Esa chica le despertaba unos sentimientos que siempre tuvo dormidos y que ahora, al sentirlos, se encontraba más viva y despierta que nunca. No quería ni pensar en cómo podría sentirse si Martina le correspondiera y saliera con ella.
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Detrás de la coraza (3°Historia)
Lãng mạnMartina, una ruda, rebelde e impulsiva joven, que se dedica al boxeo para canalizar sus impulsos agresivos, y que tiene sexo esporádico con la primera mujer que se le insinúa porque es incapaz de comprometerse con alguien, comienza un nuevo curso de...