Capítulo 45. Sincerándonos

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Las dos mujeres acabaron abrazadas. Lorena no quería soltar a la joven. No encontraba mejor momento que el que estaba viviendo con Martina en su propia cama. Bendito el momento que se presentó la castaña en su casa. No le podía haber salido mejor la noche.

Los dedos de Lorena acariciaban la espalda de Martina. Incluso rozaron alguna cicatriz de la joven. Ese cuerpo estaba bastante golpeado para su gusto. Y de sólo pensar que aún lo iban a seguir golpeando, le embargaba una pena y una tristeza que la hicieron decaer. A Martina no le pasó desaparecido tal estado de su profesora. 

-Lorena…¿Estás bien?- Le preguntó Martina cuando notó que la profesora la abrazaba con más fuerza de la normal. Ella le devolvió el abrazo pero con más delicadeza. 

-Perdona Martina,¿Te he hecho daño?No fue mi intención…

-No, tranquila. Para nada, puedes abrazarme todo lo fuerte que tú quieras siempre y cuando estés bien.

-Estoy bien Martina...Sólo que me duele ver las cicatrices que tienes por el cuerpo, aunque si te soy sincera, quiero quedarme a tu lado para besar cada una de ellas.

-Joder Lorena... Gracias. Sabes, esas cicatrices son mi esencia. Son parte de mi y de mi vida. Y aunque pudiera borrarlas, no lo haría. 

-Lo sé Martina, por eso a pesar de lo que me duele que te dediques a boxear, porque sinceramente, me duele no sabes cuánto ver cómo te golpean, quiero seguir a tu lado. No me importa a lo que te dediques en tu tiempo libre, te quiero tal como eres, y respeto todo lo que tú quieras hacer porque es parte de ti. Es así de simple. 

-Entonces…¿Vendrás más veces a verme pelear?.

-Pues si me invita tú tía, si iré, porque ya veo que tú no me quieres invitar. No, en serio, yo Martina respeto que hagas boxeo, pero sinceramente, el día que te fui a ver lo pasé francamente mal. Y si te soy sincera, cada día que pasa siento más por ti. No sé si estoy preparada para verte boxear. No quiero ver cómo te hacen daño. Así que creo que si lo puedo evitar, lo evitaré. 

-Vaya, te entiendo perfectamente, aunque que conste que me encantó verte en mi última pelea. Me hizo sacar fuerzas no sé de dónde. No quería que me vieras perder…

-¿En serio? A mi me da igual que ganes o que pierdas. Lo único que quiero es que salgas con tus propios pies del ring. Lo demás es secundario, Martina. 

-Lo sé, te dije que tú sacabas lo mejor de mí, tú me contestaste que tenía que ser yo la que lo sacara sin ayuda externa, y te doy la razón, pero el hecho de saber que estás ahí, me hace levantarme con una sonrisa mañanera de las que se comen el mundo. Y por supuesto, el día que te veo, me he comido el mundo entero. Y bueno, poco a poco aunque no te vea, también me lo como, porque sé que estás ahí y porque sé que yo valgo mucho y que puedo tirar hacia adelante yo sola. Gracias a sentirme querida por alguien como tú, ahora sé que cualquier mujer se puede enamorar de mi. Y eso me hace quererme más. 

-Vaya, si te he entendido bien, me estás diciendo que antes no te sentías querida y que por eso no te valorabas. Pero ahora que te sientes querida, es porque te has dado cuenta que si hay personas que te valoran, es porque vales mucho, ¿No?.

-Si...Algo así he querido decir. Yo no me he enamorado nunca, Lorena. Hasta ahora. Pero siempre he tenido miedo de que me hicieran daño abandonándome. Y pensaba que tal vez me abandonaban porque yo no valía lo suficiente.

-Pues cariño, igual que me he enamorado yo de ti, se puede enamorar cualquier mujer del mundo. Eres un diamante en bruto que necesita ser pulido un poquito, pero por lo demás, quiérete lo suficiente porque tú no sabes todo lo que vales...Puedes volver loca a cualquier mujer, de hecho a mi me estás haciendo perder la poca cordura que me queda, te lo aseguro.

-Y me encanta que la pierdas, porque yo también la pierdo, siempre y cuando sea para bien. Tú no sabes lo que me gusta cómo combinan tus preciosos ojos oscuros con tu maravillosa sonrisa. Esa visión no sabes lo bien que le hace a mis ojos. Y entonces…¿Estás enamorada de mí?-La joven no se lo podía ni creer. 

-¿Tú qué crees, señorita?

-Me cuesta creerlo…

-Pues créetelo, porque a estas alturas te puedo asegurar que sí lo estoy. Ningún hombre con el que he estado te llega ni a la suela del zapato. Eres una joven increíble. Toda tú me tienes enamorada. No te cambiaría absolutamente nada. Para mí eres perfecta tal cual eres. 

Martina debía estar soñando. Tenía que ser un sueño lo que Lorena le acababa de decir. Sus mejillas comenzaron a humedecerse y Lorena le pasó los dedos por éstas para secarlas. No quería que la joven llorara, aunque fuera de alegría. 

Lorena seguía sentada a horcajadas sobre Martina. Llevaban así ya un buen rato. Pero poco les importó a las dos. Lorena seguía abrazando a la joven, y tenía claro que aún la seguiría abrazando hasta que una de las dos se cansara de estar en esa posición. Los dos cuerpos desnudos y cálidos se daban el calor que necesitaban, pues allá fuera las temperaturas habían bajado bruscamente esa noche.

Lorena la miró a los ojos fijamente, y esa mirada estaba llena de intenciones. De unas intenciones que abarcaban el deseo, la pasión, el amor, el respeto, el cariño, la lujuria...Todo lo que la profesora sentía por esa alumna tan sumamente especial para ella, estaba en el interior de esa mirada tan poética que le dedicó a la joven. 

Lorena pasó sus dedos por los marcados brazos de Martina. Los acarició en su totalidad. Luego los llevó a los pechos de la joven. Se dispuso a acariciarlos mientras Martina la besaba de forma suave y pausada. Ésta vez las dos querían amarse sin prisas, porque sabían que tenían todo el tiempo del mundo para disfrutar una de la otra. Mientras Martina rozaba con las ardientes yemas de sus dedos  los muslos de su profesora. Ésta, al sentir el abrasador tacto de esos dedos con su propia piel, arqueó toda su espalda mientras clamaba a la joven que la penetrara con sus largos dedos. Martina no se hizo esperar, tenía tantas o más ganas que Lorena de penetrarla, por lo que le acarició primero la vulva y luego introdujo tres dedos lentamente, hasta que el propio vaivén corporal de Lorena le pedía a gritos a la joven que se diera vida con esos dedos tan increíbles. Finalmente los dedos de Martina y el cuerpo de Lorena se pusieron de acuerdo para bailar acompasados y sincronizados unos con otro en esa cama que pedía a gritos que las dos mujeres liberaran sus emociones y lo que sentían en ese mismo momento una por la otra.

Después de amarse de todas las maneras posibles, las dos se quedaron rendidas, exhaustas y finalmente relajadas mientras dormían abrazadas.  

Detrás de la coraza (3°Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora