Capítulo 13

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Los días fueron pasando y yo volví a confinarme en el departamento de Demian. De hecho, pague la renta, así que en teoría ahora pasaría a ser mío, pero no lo siento así. Sigue siendo su casa. 

Si, las cosas siguen en el mismo lugar dónde él las dejo. Si, sigo usando sus remeras y su chaqueta. Si, me rehusó a lavar todo aquello que tenga ese resto de su aroma. 

De igual forma, hasta ahora lo peor que es hecho ha sido llevarme a la mesita de noche el shampoo que estaba en la ducha y cada tanto lo inhalo para que me invada esa fragancia a menta que era tan característica de él. Si, me llevo la medalla a la más patética. Algo que puedo decir en mi defensa, es que todas las mañanas salgo para ir a entrenar al gimnasio. Así el aire fresco se renueva en mi pulmones y tomo el sol me da en la piel. Oxigeno y vitamina c, ¿Qué más se puede pedir? 

Mi hermano y su sequito no han dado señales de vida, y yo no las he dado en mi casa tampoco, salvo un mensaje que le respondo a papá para que se quede tranquilo que sigo respirando, pero podría decirse que todos estamos cada uno aislados. Es bastante raro, siempre hemos sido entre todos muy unidos y numerosos , y ahora tan de pronto estar separados me sigue pareciendo extraño. Eso no significa que no lo disfrute en parte. Me siento independiente, que soy yo la que está manejando y dirigiendo mi vida. Si, no en la mejor de las formas, aún así son mis decisiones. 

Estoy entredormida bajo las sabanas, cuando oigo que tocan la puerta con insistencia. Lo ignoro, pero siguen así por unos cuantos minutos más. El golpeo desaparece. Estos vecinos si que son fastidiosos. Ayer una me toco la puerta preguntándome si no tenía una taza de leche para prestarle. Le respondí con la verdad, que solo tenía un limón rancio. No soy de las que saben cocinar, mucho menos tengo las ganas para hacerlo. Gracias a Dios por los deliverys. 

Vuelvo a cerrar mis ojos y estoy quedándome dormida, cuando siento el sonido de la llave en la puerta. Veo borroso una silueta acercarse a mi. 

- ¿Demian? - pregunto en un susurro. 

- Arwen. - me sacuden con suavidad. 

Abro mis ojos y con las sacudidas comienzo a reaccionar, para notar con algo de desilusión, que es Peter. 

- ¿Qué haces aquí? - le pregunto. Me percato que detrás suyo está el casero del edificio. 

- Niña, ¿lo conoces? - me pregunta. - Me pidió que abriera con la llave de emergencia, que era urgente. 

- Si, está bien, lo conozco. Gracias. 

Este asiente y sale del departamento, cerrando la puerta. 

- Tuve que pagarle para que me abriera sin tu autorización. - dice Peter, parado junto a la cama. 

- No me has respondido lo que te pregunte. - me siento. 

- Tus padres me llamaron muy afligidos, que hacía dos días que no sabían nada de ti, preguntándome donde podrías llegar a estar. 

- Hable con mi padre está mañana. 

- Arwen, fue hace dos días atrás. - me observa con preocupación. 

- No, claro que no. - tomo mi celular y busco entre los chats el de mi padre para fijarme la fecha. - Carajo. - digo al ver que tiene razón. 

- ¿Acaso estabas ebria? - pregunta observando las botellas vacías que están desparramadas alrededor de la cama. 

Meneo la cabeza. - Puede ser... 

 

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Fuego con Fuego (Mafia Marshall III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora