Capítulo 14

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Decidí salir de ese pozo en el que yo misma me metí y volver a retomar mi camino hacía la cima. Como bien dijo Peter, solo estoy desperdiciando el tiempo y mi vida, metida en ese departamento, aguardando un milagro, como si Demian fuera a entrar por la puerta como si fuera Jesús. 

Así que ahora Peter y yo somos roomies. Su lujoso pent-house se encuentra en Manhattan. Verdaderamente me sorprendió lo grande que es, para ser que el vive solo. Cuando apenas entras te cruzas con un amplio living, en el centro hay enorme sofá esquineros, frente tiene una televisor que de largo tiene el mismo tamaño que el sofá. Tiene una barra con una variedad de bebidas. Una reluciente cocina. Un comedor con una larga mesa, rodeada de sillas, que indica que jamás ha sido usado. Como bien me dijo, posee un gimnasio bien equipado, que está frente a la oficina que se monto allí. La habitación que me designo, como todo en su casa, abarca un ambiente grande, que predominan los colores arena y marrones como cada parte. Tiene un vestidor y baño privado. No podría estar mejor. 

Les mande a mis padres un mensaje, diciéndoles que me quedaría con Peter, para que se quedaran tranquilos y dejaran de fastidiar. Por algún motivo él les trasmite seguridad. 

Cuando termino de entrenar por cuatro horas, como todos los días, me voy a duchar y me cambio de ropa por algo más cómodo. Termino de cepillarme mi largo cabello negro, cuando tocan la puerta de la habitación. 

Me dirijo hacía esta y la abro, para encontrarlo a él apoyado en el marco. Me extiende una de esas largas fundas de ropa. 

- ¿Qué es? - pregunto. 

- Unos cuanto vestidos, son diseños exlusivos de mi madre. - me responde Peter. Como siempre, tiene un elegante traje y su cabello bien peinado. Él siempre emana olor a un perfume fuerte y bien masculino. Es agradable sentir ese aroma. 

- Sabes, nunca le digo que no a uno de los vestidos de tú madre, pero ¿Por que me los das? Te recuerdo que mi cumpleaños ya paso. 

- Pues, considerando que me debes un favor y que planeo cobrármelo está noche...

- No te voy a desfilar con cada uno de ellos. - lo interrumpo con fastidio. - Pervertido. 

Ríe. - Claro, ya te gustaría desfilarme. - dice. Y ahí le sale ese lado egocéntrico que aún tiene. Aunque no puedo quejarme, soy igual. - Quiero que seas mi acompañante para una fiesta. 

- ¿Podrías explicarme bien que diablos sucede en lugar de tirarme dos palabras cada cinco minutos? - pregunto irritada. 

- Ya iba a proceder a explicarte. Qué poca paciencia tienes. - se queja. - Está noche hay una fiesta muy importante, la organiza mi madre y significa mucho para ella. Siempre le hace ilusión que vaya acompañado de alguien decente. Y considerando que te adora, pensé en ti. 

- Oh no, me niego. No quiero que tú familia piense que estamos saliendo, o que andamos en algo. 

- Ya quisieras. - dice divertido. - Pero si es eso lo que te preocupa, tú tranquila. Sabe que eres la hermanita de Renn. 

- ¿Y eso que significa? - pregunto cruzándome de brazos. 

- Que eres terreno prohibido. 

- Vaya, esa si que son formas de describir a una mujer. 

- A ver, ¿Qué harías si una de tus amigas saliera con Renn? 

- ¿Qué haría antes o luego de contarle todo a Natalie? 

- Hablo enserio. 

Quedo pensativa. - Le dispararía en la pierna, así nunca podría volver a usar vestidos o faldas cortas. 

Fuego con Fuego (Mafia Marshall III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora