Capítulo 47

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Comienzo a recorrer la casa en busca de Cassian, hasta que lo encuentro en una de las tantas habitaciones vacías de la planta alta. Está de espalda, frente al enorme ventanal que da al jardín trasero, noto que en sus manos tiene un cigarrillo. 

- Te tardaste más de lo que supuse. - dice luego de darle una calada. Se da la vuelta para observarme. 

- La casa tiene más habitaciones de las que supones. - me acerco más a él y le quito el cigarrillo, para llevármelo a la boca y fumar de este. 

Me observa pensativo. - También supongo que Nikolai ya te ha respondido las dudas que tenías...

- No, lo tienes mejor entrenado de lo que crees a tu cachorro. Solo me ha dicho que ese tal Viktor es tú hermano... o al menos uno de ellos. Y creo que solo me lo ha contado para regodearse al ver mi cara de sorpresa. - lo observo en silencio, mientras le doy otra calada al cigarrillo. - No me dijiste que no eran solo ustedes dos. 

- De hecho, tú no preguntaste. Lo supusiste. 

- Tienes razón, mala mía. Se ve que tengo que ser más clara y directa cuando se trata de hablar contigo o preguntarte algo. - hago una pausa, esperando que él diga algo, pero no lo hace. - ¿Me vas a decir cuantos son en realidad? ¿O tengo que esperar a que Nikolai que pise solo otra vez? ¿Serán unas tres más? ¿O unas ocho? 

- Cinco. - responde. Gira su cabeza a un lado, corriendo la mirada y queda callado unos minutos. - Somos... Maksim, Viktor, yo, Nikolai y Alanna. 

- Vaya... - exclamo con sorpresa. - Que son numerosos. - Cassian sigue con su vista hacía un costado. Creo que es la primera vez desde que lo conozco que rehúye de mi mirada, siempre me ha observado con esos ojos oscuros bien fijo, casi sin parpadear. - Mira... - comienzo a decir nuevamente. - Se que prácticamente no nos conocemos de nada y accediste a esto del matrimonio por conveniencia, pero más allá de como haya comenzado todo, tenemos que empezar a vernos tú y yo como un equipo, sino no vamos a llegar lejos y el esfuerzo que hemos hecho será en vano. Hay que confiar el uno en el otro. - regresa su mirada a mi. - Y se que eso no es algo sencillo de ganarse, pero como ya te he dicho, soy alguien directa y honesta, soy lo contario a una persona cerrada. 

- Pues, yo soy una persona cerrada. 

- Tendrás que hacer una excepción por mi. - nos quedamos observando en silencio, por unos minutos. Sus ojos no reflejan esa firmeza que acostumbran, por lo que puedo deducir cuanto le cuesta. - Me han mentido y traicionado personas que creí que nunca lo harían, que me lastimaron aún siendo consientes del daño que me hacían. Y sin embargo, aquí estoy, haciendo un enorme esfuerzo en confiar en ti, poniendo todas mis cartas sobre la mesa e invirtiendo mi herencia en este plan, en el que confío plenamente por mi descabellado que sea. 

- ¿Crees que es descabellado? - pregunta con una leve sonrisa. 

- ¿Proponerle matrimonio a alguien que llevo 5 minutos de conocer? ¿Tú que crees? - digo. Lanza una pequeña risa. - No se que tan bien habla de mi... si estoy desesperada, loca, inestable o que soy una inconsciente. 

- Yo creo que es una sumatoria de todo. - se acerca más a mi, hasta que quedamos a unos pocos centímetros de distancia. Tan solo un suspiro nos separa. - Me gustas así de loca... - dice con esa voz suya tan áspera y ronca, que logra que se me erice los pelos de la nuca. - Inestable y caprichosa... 

- Creo que no dije caprichosa. 

- No, eso lo agregue yo. - sonríe de forma maliciosa, pero divertida. Levanta una de sus manos y desliza sus dedos por mi cabello, sin quitarme la mirada de encima. También me gustas porque eres como la nieve... 

- ¿Cómo la nieve? - pregunta extrañada. 

- Hermosa, pero fría.

- Que va, que resulta que después de todo en el fondo eres un romántico. - digo divertida. - O un piropeador serial. 

Fuego con Fuego (Mafia Marshall III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora