Capítulo 49

1.2K 143 33
                                    

Es bien temprano en la mañana, cuando tocan la puerta de mi habitación del hotel. Al abrirla veo a Cassian parado del otro lado. No llego a reaccionar, ni a decirle nada que él entra. 

- He decidido algo con respecto a lo que me pediste. - anuncia, mirándome con firmeza, decidido. 

Cierro la puerta. - Primero que nada, buenos días. - digo. - Segundo, ni he tomado mi taza de café, ¿de que hablas? 

- Le diré a mi hermano, Viktor, que se una a nuestro clan. 

Nuestro clan. Me gusta como suenan esas dos palabras saliendo de su boca. Esa boca... carnosa, húmeda y cálida. Como quisiera volver a tener mis labios entre los suyos, mordiendo y succionándome...

- ¿Me estás oyendo? - pregunta con fastidio y su ceño fruncido, sacándome de mis pensamientos. 

- Lo siento, me perdí un momento, ¿Qué has dicho? - me mira aún más irritado. - Oye, que te lo advertí, mi mente se dispersa si no tengo café. 

- Te decía que Viktor vive en San Petersburgo, iré a verlo con Nikolai. - repite. Hace una pausa. - Claro, si estamos de acuerdo. 

- Se que es tonto preguntarlo, pero lo preguntaré de todos modos... ¿Confías en él? 

Se acerca más a mi, hasta que su rostro queda a muy poca distancia del mío. Me observa con esa oscura y penetrante mirada tan característica de él. Las personas que suelen maravillarse por unos ojos claros, sin duda no han visto unos como los de Cassian. 

- No confío en nadie en este mundo, a excepción de mis cuatro hermanos y Pavel... y ahora tú. - dice. - Y claro, tú golden, por asociación. 

- Está bien, en ese caso tienes mi bendición si es lo que quieres. Como bien te he dicho, te encargo esto a ti. - nos quedamos mirando en silencio. - Sabes que, iré contigo. 

- ¿Qué? - exclama sorprendido. Me gusta cuando consigo hacerlo, porque puedo deducir que a él nada lo sorprende. 

- Lo que has oído. Quiero ir contigo. Que Nikolai se quede con Mason y Pavel, y que sigan supervisando la casa. 

Me observa pensativo, sin quitarme la mirada de encima. 

- Como tú quieras, su real emperatriz. - responde luego de unos minutos. 

- Genial. - tomo las llaves del auto que están en la mesa de noche junto a la cama y se las arrojo, a lo que él las toma. - Tú conduces. 

****

Cassian conduce un largo trayecto hasta San Petersburgo. Fuimos en silencio las horas que duró, tan solo oyendo la música de la radio y cada uno metido en sus pensamientos.

Y menos mal. La última vez que estuvimos juntos nos besamos al punto que tuvimos que detenernos o nos comeriamos la cara del otro. Después de eso, no dijimos una palabra y regresamos con los demás. Tampoco es que quiero hablar del tema. No hay nada que hablar.

Una vez que llegamos a la ciudad, Cassian continua conduciendo, hasta un barrio de pequeñas casas viejas, todas iguales, pegadas una al lado de la otra. Me recuerda a esas casas tradicionales de Gran Bretaña, que tiene tan solo una puerta, una ventana chica a un lado y otra arriba.  

Cuando detiene el auto, ambos nos bajamos y quedamos frente a una de las tantas puertas. Cassian tarda unos momentos en levantar su mano y tocar el timbre. 

La puerta se abre luego de un prolongado tiempo. 

- Oh, ¡Que alegría que estén aquí! - exclama aliviado quien nos recibe, levantando sus manos. - Pueden llevársela. No recuerdo haberlos llamado, pero no importa, no opondré resistencia. Ahora no está, pero no creo que tarde la policía en traerla.

Fuego con Fuego (Mafia Marshall III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora