Capítulo 69

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La noche llegó y yo ya estaba lista, aguardando a que Elena venga por nosotros. 

Cuando salgo del vestidor, doy un brinco hacía atrás al ver a Cassian parado en el medio de la habitación. 

- ¿Logré asustarte? - pregunta divertido, con una sonrisa arrogante en su rostro. Queda pensativo. - Aunque no se si tomarlo como una ofensa o no. 

- Idiota. - refunfuño. - Solo tenía mis pensamientos en otra cosa y me sorprendí de verte ahí parado. 

Se acerca a mi. - Creí que en teoría está era también mi habitación. 

- Si, en teoría... ¿Qué acaso quieres volver y reclamar tu lugar? - le pregunto acercando mis labios a los suyos. 

- Hay otra cosa que quiero reclamar en estos momentos y lo llevas cubierto por ese vestido. 

- Oh, ¿no te gusta? - le pregunto falsamente apenada, pero provocativa. Le enseño mi pierna a través del tajo del vestido y la deslizo por la suya, frotándola. Toma mi muslo y con su otro brazo rodea mi cintura, y me levanta, llevo mis brazos a encima de sus hombros, paso mis dedos por su cabello. Cassian acaricia mi muslo y se detiene al llegar su mano a mi trasero. 

Sonríe divertido. - ¿Hay algún motivo por el que no lleves ropa interior? 

- Quería facilitarte las cosas. - respondo. - Además, como no dejas de rompérmelas me estoy quedando sin. 

- Uy, y eso si que sería una lastima. 

- Sobre todo para ti. 

- No te das una idea. - sigue observándome con esa sonrisa arrogante y ese brillo en sus ojos oscuros. Bajo mi mirada a sus labios y es ahí cuando inicia mi perdición. Comienzo a besarlo y me devuelve el beso con la misma intensidad. Nunca podré cansarme del sabor de sus labios, de la suavidad de estos, o de como estos atrapan los míos, de como nuestras lenguas chocan por el control, o que me permita morder esa carnosidad.

Me aparto de él y lo observo con más atención. Lleva puesto un traje negro, una camisa blanca que lleva los primeros botes desprendidos, ya que está sin corbata. 

- No se si lo he mencionado, pero estás muy sexy así vestido. 

Lanza una carcajada, llevando su cabeza hacía atrás. Como me fascina verlo reír así. 

- Me han llamado muchas cosas, sin embargo nunca con esa palabra. 

Acerco mis labios a su oído. - ¿Sexy? - susurro. - Puedes decirlo, porque lo eres. - Me mira con atención, fijo. - ¿Estás listo para irnos? - pregunto cambiando de tema.  

- Si. - responde. - Te iba a decir si me ayudabas con la corbata. No se anudarlas, y no es como si alguna vez lo haya necesitado. 

- Yo creo que te ves bien sin ella, pero claro si quieres te ayudo a ponértela. 

Me baja. - Creí que tú querrías eso....

Río, pero quedo sería al ver que lo dice en verdad. - ¿Crees que me importa algo tan estúpido como si llevas o no una corbata?

- Es que la rojita digo que era elegante. 

- Lo que diga Elena me la suda. - digo con firmeza. - La idea de que tú y yo seamos los jefes es que nadie nos diga que hacer. - tomo su rostro entre mis manos. - Eres Cassian Markov. - hago una pausa. - Y yo pronto seré Arwen Markov. 

Se queda observándome, sus ojos hacen como un "clic" y estos se tornan más oscuros y firmes. - Tú y yo haremos que ese apellido haga temblar a todos. - dice con esa voz áspera. 

Sonrío con satisfacción al oírlo decir eso. Dejo un beso corto en sus labios. - Así se habla. 

****

Elena vino por nosotros y nos subimos al auto junto con Mason y Viktor, quienes quisieron venir también. El chofer condujo continuando por la misma zona dónde se encuentra nuestra casa, a las afueras de la ciudad y hasta llegar a una enorme casa muy moderna y lujosa, que está toda rodeada de arboles tupidos que la cubren. 

Bajamos los cinco del auto y nos encaminamos hacía la puerta, en la cuál hay un guardia con una planilla en su mano. 

- Buenas noches. Elena Kozlova. - se anuncia. - Y la familia Markov. 

- Bien, adelante. - nos informa luego de corrobra. Se hace a un lado para dejarnos pasar y nosotros entramos. 

Una vez dentro observamos en lugar con atención mientras nos vamos adentrando más. El interior de la casa es igual que el frente, vanguardista, todo en colores blanco y negro. Las paredes son todas de vidrio, lo que le da una vista a todo el esplendido paisaje cubierto de nieve. 

La fiesta está repleta de personas, pero son diferentes a las del evento que fuimos la ultima vez. Son más jóvenes, que por más que están vestidos elegantes y ostentosos, son más modernos y que parecen salidos de una revista de moda. Mujeres muy bellas y hombres muy sensuales. 

Un camarero se nos acerca y nos ofrece copas de champagne. Cada uno toma una. 

- Siento que estoy viendo un detrás de escena de una propaganda de perfume. - dice Mason. 

- Aún así no te confíes, lindura, no todo lo que brilla es tan bonito. - comenta Elena sin dejar de lado esa amplía sonrisa. 

- ¿Y dónde está la estrella de la noche? - pregunto. 

Ella comienza a observar a su alrededor. - No lo veo. 

Cassian suspira con pesar. - No nos vengas con que no vino. - se queja con fastidio. 

- ¿Cómo no va a venir a su propia fiesta de cumpleaños? - dice Viktor. 

- Es algo que él haría, no te creas. - menciona Elena. 

- ¿Este tipo siquiera es confiable? - pregunto. 

- En su trabajo es el mejor, en su vida privada no tanto. - responde la pelirroja. 

- ¿Por eso no te casaste con él? - le pregunta Viktor. 

Ella menea la cabeza. - Entre otras cosas... - pega un leve grito cuando un hombre se la aparece de atrás abrazándola y elevándola con un giro. 

- Podría reconocerte a metros con esa melena. - dice el desconocido cunado la baja. 

Elena le da un manotazo en el brazo. - Sabes que odio que hagan eso. - se queja molesta. 

Él nos mira con una amplia sonrisa blanca y engreída. - ¿No me vas a presentar? 

- Deberías tú saber el hombre de tus invitados. - lo regaña ella. 

- Arwen Marshall. - me presento con mi semblante firme, extendiendo mi mano. 

La toma y en lugar de estrecharla como creí que haría, deja un beso en está. Automáticamente mi vista se posa en Cassian, quién tiene la suya puesta en él y parece que está a punto de volarle la cabeza. Aparto mi mano disimuladamente antes de que haga su cometido. 

- Benedikt Mikhailov. - se presenta. 

Eso me temía... 

- He oído mucho sobre usted, señorita Marshall. - sigue diciendo. 

- Que ironía, porque yo nada de ti. - respondo. 

- Pues ya conocerás más. 

Fuego con Fuego (Mafia Marshall III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora