Cap. 16 - Mi lugar seguro.

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La maldad existe desde el principio de los tiempos, se asocia a los accidentes naturales o comportamientos humanos que se consideran perjudiciales, destructivos o inmorales y son fuente de sufrimiento moral o físico. Las formas de mostrar la maldad al mundo pueden ser muchas, desde el acto más pequeño hasta uno enorme y trágico. El profesor de química solo lo mostró de una forma, la peor de todas, un examen. Uno en el que me esforcé en estudiar cada detalle de forma ardua y sin quejas, salvo las tres veces que quise romper el libro de ejercicios, pero después de eso me motivé y seguí estudiando.

El día del examen llegó, realmente quería huir de la escuela, nada me detenía, solo mi mejor amiga que me tenía sujeta de los brazos.

—Vamos Kagome, te esmeraste estudiando, no puedes echarte para atrás ahora, aparte tu mamá te matara si repruebas y más si no llegas a dar el examen si quiera —dijo Sango.

Estaba frente a la puerta, aún tenía cinco minutos a que toque el timbre del cambio de hora, tenía dos opciones, tomar valor para dar el examen o regresar a casa, agarrar mis cosas y huir de la posible paliza que recibiría.

—Voy a reprobar de todas formas —dije resignada.
—Con esa actitud es lo más probable, pero debes intentarlo, lo conseguirás, estoy segura.
—Está bien, lo haré, prefiero morir de estrés a morir en manos de mi mamá y de la escoba.
—Esa es mi mejor amiga, ahora vete, ese examen no se dará solo.
—Bueno fuera que si —a paso sudoso ingresé al aula, todos leían el libro de ejercicios y teoría en silencio, hice lo mismo con los apuntes que me dio Sesshomaru.

Recordarlo me dio cierta confianza, él no dudaba de mí, eso me dio valor para dar el examen. Aunque duró poco ya que el profesor ingresó al salón dando un portazo lo que sobresalto a la mayoría del salón.

—Bien chicos, espero estén listos, ¿lo están? —preguntó con una gran sonrisa. La maldad en sus ojos era impresionante.
—No —respondimos todos en coro alargando la única sílaba.

Reímos todos por estar de acuerdo, pero ni así nos salvaríamos de esta guerra, ¿los participantes? Los alumnos, un lápiz y un aterrador examen.


Salí del aula sin poder creer lo que acaba de pasar, todos salíamos en modo zombi, a pasos lentos y con el rostro sin expresión, el examen fue difícil, incluso más de lo que creí, aun así, lo di todo. Sesshomaru tenía razón, la teoría fue lo que menos hubo, a lo mucho, cinco preguntas de las veinte en total.
Ya iniciaría el descanso, fui a la cafetería donde me esperan Sango y Sesshomaru, pero pude visualizar a cierto chico de ojos verdes aproximarse en mi dirección.
Intenté caminar rápido, pero se puso frente a mí, impidiéndome el paso.

—Higurashi —fije la mirada al piso, tenía miedo por lo ocurrido la otra vez en la fiesta— ¿acaso no hablas?
—Debo ir a la cafetería —respondí en un susurro apenas audible.
—No tengas miedo, no te haré nada —dijo pasando su mano por mi brazo. Me alejé de él temblando, odiaba que me toquen.

Quise caminar lejos de él, pero no me dejaba dar ni un paso.

—¿A caso quieres otro golpe? —giré la cabeza cuando reconocí la voz de Sesshomaru.
—Siempre tan oportuno —seguía quieta en mi lugar hasta que Sesshomaru me jalo del brazo poniéndome detrás de él.
—Lárgate —ordenó entre dientes Sesshomaru.
—No eres nadie para darme órdenes, solo estaba hablando con Higurashi.
—¿No escuchas o eres idiota? —dijo. Yo me aferré a su camisa en un intento de regular mi respiración, tenía dolor en los brazos, lo más probable era que estén llenos de moretones.
—Bien, pero queda pendiente esta conversación contigo Higurashi.

Lentamente se alejó de nosotros y pude calmarme un poco.
Me solté de él y retrocedí para apoyarme en la pared.

—¿Estas bien? —preguntó. Negué con la cabeza, tenía miedo y aún dolían mis brazos.
—Debo ir por mis pastillas.
—Iré por agua, ya vuelvo.

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