Cap. 50 - Los regalos y castigos del destino.

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Narra Kagome

Durante mi vida he pasado por eventos que me han marcado para siempre. La vida me supo quitar mucho de lo que amaba, pero siempre me regaló experiencias que guardaré para siempre.
Cuando tenía siete años recibí la noticia que cambiaría mi vida, perdí a mi padre de forma inesperada cosa que aprendí a asimilar durante los años siguientes. Aun así, ese evento me dejó una gran herida en el corazón, ver a mi madre llorar por las noches me dolía tanto y más cuando eres una niña pequeña que no puede hacer nada contra eso. Supimos levantarnos como familia y logramos salir adelante de eso. Perdí a papá, pero el amor que me dio no lo olvidare nunca.
Lo ocurrido con Inuyasha es algo que no puedo tomar tan a la ligera. Si bien sobrelleve la pérdida de papá no podía superar del todo lo que viví con Inuyasha. El destino me supo castigar con él, pero así mismo me dio la oportunidad de amar de nuevo cuando llegó Sesshomaru a mi vida. Gracias a él tuve la valentía de dejar eso atrás y aprender. Quería dejar ese miedo a quedarme sola de nuevo. Sesshomaru quiere que no dependa de él emocionalmente y yo tampoco, pero para alguien que perdió de forma tan trágica a personas en su vida no es fácil.

Trate de mostrarme fuerte frente a Sesshomaru, lo intento a diario y esta vez no me rendiré. Quiero salir de esto.

Mañana es el famoso evento en la empresa del Padre de Sesshomaru. Era elegante así que debía usar un vestido para la ocasión. Un gran problema.

—¡¿Dónde consigo uno?! —pregunté desesperada a Sango.
—¿No es obvio? ¡Debes comprar uno!
—Tengo miedo de hacer el ridículo, debes ayudarme.
—No lo dudes, luego de clase iremos a ver un vestido para ti. Debes encantar a tu suegro.

Se me subieron los colores al rostro cuando dijo que el señor Taisho era mi Suegro.
Las clases terminaron y me dispuse a irme con Sango por un vestido, pero olvidé un detalle.

—¿Nos vamos hermosa? —pregunto Sesshomaru en medio del abrazo.
—Debo irme con Sango, te llamo cuando llegue a casa ¿sí?
—Entiendo. Cuídala exterminadora. —pidió señalando a Sango. Que lo veía con el ceño fruncido.
—¿Bromeas? Ella es más segura conmigo que contigo, garrapata.
—Lo sé. Te llamo luego preciosa, nos vemos.

Me dio un tierno beso en la frente y se fue agitando su mano. Lo veía y suspiraba por su disimulada sonrisa que me daba solo a mí.

Fuimos a una tienda donde alquilaban y vendían vestidos. Al ingresar había tanta variedad que me quedé boquiabierta, vestidos largos, cortos, brillantes o sin brillo, pero igual hermosos. Debía ir lo mejor posible, pero sin llegar a ser tan exagerado, tal vez pasando desapercibida y sin llamar la atención, eso quería.

—Busca alguno que te guste de ese lado y yo iré de este. ¿Está bien?
—Ojala encontremos algo pronto, no hay tiempo.
—No te preocupes por eso, lo encontraremos, ahora ¡andando!

Me adentre en el pasillo y cada vestido me gustaba más y más. Los vestidos eran preciosos, aunque la pregunta era saber si me quedarían igual de bien. Ya lo averiguaría.
Durante la búsqueda, un fuerte dolor de cabeza se hizo presente, tuve que sostenerme de una mesa que había a mi lado para evitar caer. Que oportuno, un día antes de la ceremonia, odiaría que fuera un resfriado. Normalmente es mi primer síntoma, lo ignore y seguí caminando.

Sango y yo estuvimos eligiendo un par de candidatos y al momento de probármelos definitivamente ganó un vestido largo color verde, tenía un bordado dorado del pecho a la cintura que me encantó. La falda era sencilla y delicada sin ser voluptuosa, era en caída, pero con un poco de pedrería que le daba un toque increíble. Era el vestido correcto.
Ambas sonreímos orgullosas del resultado así que compramos el vestido y salimos de ahí satisfechas con la compra. Los últimos detalles los vería en casa así que no había problema.

El día terminó junto a las clases de la semana. No pude dormir por lo ansiosa que me sentía, tenía todo listo, pero aun así el miedo me ganaba.
A la mañana siguiente desperté sin nada de cansancio, estaba fresca, era increíble ya que no dormí ni seis horas.

Mi fin de semana empezó con normalidad, desayune temprano y ayude con la limpieza de la casa. Sesshomaru me llamó un par de horas luego para acordar como iría a su casa. Creí que me recogería, pero debía arreglarse y salir de su casa con el señor Taisho así que enviaría un auto por mí.
Había notado que estos días estaba decaído, tenía la mirada perdida y no hablaba mucho de su familia. Ya no tenía contacto con Inuyasha tampoco y me resultaba extraño la repentina actitud de ambos, decidí no meterme y esperar a que Sesshomaru me diga que ocurría. En cambio, intente animarlo cada que podía, era difícil, más de lo que imaginaba.

Llego la tarde, un par de horas antes empecé a alistarme, me di un buen baño y me prepare para que mamá me peine y maquille para el evento. Todo resultaba perfecto, el maquillaje acorde al color del vestido y un peinado recogido muy elegante.
Por último me vestí y di los toques finales hasta que vi el reloj y me llegarían a recoger en cualquier momento. Estaba lista, tomé mi bolso y mis nervios para bajar a esperar el auto, no espere nada ya que al bajar el auto ya esperaba por mí.
La noche era fría, más de lo que hubiera deseado y para mi mala suerte olvide mi abrigo... Todo mal.

Llegamos a la casa o, mejor dicho, mansión Taisho. Siempre me pregunto por qué es necesario una casa tan grande, solo viven tres ahí a excepción de sus guardaespaldas y personal de servicio.
Cosa de gente con dinero que no entiendo.
Un hombre de edad adulta se me acercó con una sonrisa amistosa, lo reconocí ya que lo vi antes. Era el jefe del personal de seguridad.
Me ofreció su brazo y me llevó al interior de la casa. La sala es igual de enorme como recordaba, todo el mundo iba y venía con varias cosas que me sentí fuera de lugar al estar tan tranquila, en el sentido que no hacía nada ya que tranquila no estaba, al menos mis nervios lo trate de disimular.

—Puede esperar aquí señorita, el joven Sesshomaru bajara en un momento. —sonreí y asentí en respuesta.

Camine hacia el comedor donde me brindaron un vaso de agua y me quedé a esperar.
Dos señoras me miraban con una sonrisa mientras señalaban detrás mío. Me levante encontrándome con Sesshomaru. Un príncipe de cuento de hadas. Mi novio Sesshomaru.

—Realmente consigues sorprenderme, cada que te veo estas más hermosa.
—N-no digas eso Sesshomaru.
—Estas preciosa, Kagome.

Algo sonrojada me acerque para abrazarlo mientras las expectantes salían dejándonos solos.

—Te ves fabuloso Sesshomaru, ¿conseguirás una nueva novia esta noche?
—No necesito una nueva novia, soy feliz solo con una y esa eres tú.
—Tan tierno.

Con una sonrisa me acarició la mejilla sin dejar de verme a los ojos. Lentamente se acercó a mi rostro y yo le seguía hasta que alguien se aclaró la garganta detrás de él.

—¿Sesshomaru?
—Oh, papá. Te quiero presentar a Kagome. —di una pequeña reverencia y salude.
—Es un gusto señor Taisho, le agradezco la invitación.
—Es un placer tenerte aquí Kagome, me alegra conocer a la novia de mi hijo, al fin alguien consiguió quitarle su mal genio.
—Papá, no tengo mal genio.
—Oh si, si lo tienes.
—Sesshomaru es un chico muy dulce, se sorprendería señor Taisho.
—¿Dulce? Valla, definitivamente no hablamos del mismo Sesshomaru.
—Gracias papá, no esperaba menos de ti.
—Andando, se hace tarde, la prensa ya llegó y los inversionistas también. Seguro te quieren escuchar Sesshomaru.
—¿Darás un discurso? —pregunté sorprendida.
—¿No te contó? Los accionistas de la empresa quedaron encantados con él. Le pidieron de él discurso de bienvenida así que no podemos hacerlos esperar.

Sesshomaru estaba apenado y sólo asentía con la cabeza tratando de ocultar su sonrojo.

Salimos de la mansión en dirección a la empresa, Sesshomaru me ofreció su brazo desde que salimos y así íbamos camino al auto. Estaba muy apenada por su acción, su padre no dejaba de vernos, pero note que no estaba del todo feliz. Estaba decaído casi igual que Sesshomaru.
Tal vez está noche sabría lo que realmente ocurre, odiaba ver esa tristeza en los ojos de Sesshomaru.

Eres Mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora