Cap. 24 - Mi 911

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NARRA KAGOME

El celular permanecía apagado desde que desperté, anoche sonó unas cinco veces y en todas colgué, aun no estaba lista para hablar con Sesshomaru, aunque no entiendo la insistencia, después de todo fui yo quien le gritó.

—¿No vas a escribirle? —preguntó Sango por quinta vez en lo que va de la mañana.
—Mi mundo no gira alrededor de él Sango.
—Lo sé, pero es él quien gira alrededor de nosotras, parece una garrapata sin remedio.
—Creí que con lo de anoche por fin me dejaría tranquila.
Ambas suspiramos negando la cabeza.
—Dime, ¿qué le dijiste exactamente?

Le narre cada detalle de lo ocurrido tenía la mirada fija en mi pero de a poco la apartó mientras contaba lo que pasó.

—No dije más y me fui a casa —terminé.
—Kagome, sé que Taisho es hermano del idiota de tu ex, también sé que es extraño que esté cerca de ti, pero, ¿no has pensado que tal vez no tiene las mismas intensiones? —me levante del escritorio para tirarme sobre mi cama.
—¿Qué intensiones tendría una persona que me insultó al poco tiempo de conocerme?
—No sé, es complicado entender lo que realmente quiere cuando tiene una actitud soberbia y engreída.
—No quiero entenderlo tampoco, solo lo quiero lejos de mí.

Sango se quedó en silencio, pareció entender que el tema terminó. Sesshomaru estaría unos diez metros de distancia de nosotras a partir de hoy.

—No puedo entenderte. Hasta hace poco querías estar a su lado para apoyarlo a superar lo que sea que esté pasando y ahora lo quieres lo más lejos posible. No estoy de acuerdo con esto —dijo— no lo conozco lo suficiente, pero podría decir que no es igual a Inuyasha, no le veo esas intenciones.
—Pero no puedo dejar de ver a Inuyasha cuando lo tengo enfrente —confesé.

Lo de anoche me confirmó que a pesar de que mi corazón sabe que no es Inuyasha, sus ojos sólo me lo recuerdan.
Me abrace fuerte, Sesshomaru me ayudó demasiado, admito eso, pero los recuerdos nadie me los puede quitar, las pastillas no lo hicieron durante este tiempo, el hermano de quien las causó tampoco podría.

—Eso fue cruel, ¿sabes? Estas condenando a una persona que no conoces por el simple hecho de ser similar físicamente a alguien que te hizo daño, hasta hoy solo veo como Sesshomaru te cuida y te saca de problemas, en lugar de agradecerle te cierras en alejarlo de ti—
—No es solo eso, Sango.
—¿Entonces que es? Somos mejores amigas desde hace tiempo, estuve contigo para todo, dame razones para aceptar esta locura de rechazar a alguien que no hace más que cuidarte.
—No lo entiendes, tengo miedo —admití— me alejo de Sesshomaru por que no puedo evitar sentir un no sé qué en mi estómago cuando está cerca. ¿No te das cuenta de que ni siquiera tomo las pastillas cuando me toca? Tengo miedo de aceptarlo en mi vida y que termine haciéndome daño. Inuyasha me salvo la vida pero al poco tiempo me la quitó, eso no es fácil de olvidar y créeme que lo intento, quiero sacarme de la cabeza sus gritos y todo lo que me hizo a lo largo de esa relación.
—¿Aún ves los moretones?
—No hay día que no los vea en mis brazos, se me borran cuando tomo las pastillas pero Sesshomaru puede hacer que olvidé todo con solo verlo, odio eso.
—¿A caso—
—De a poco se vuelve esa medicina que creí inútil para poder superar a Inuyasha.
—No puedes alejarlo.
—No puedo dejar que se convierta en mi salida de escape cuando corro el riesgo de que se vuelva en mi prisión. Se que esta vez no podré salir.

Sango se acercó a mí, abrazándome fuerte, ambas estábamos entendiendo la situación, incluso yo, no quería admitir el bien que me hacía Sesshomaru a pesar de todo.

—Él no es Inuyasha, ni siquiera de parecen tanto, estoy segura que si su cabello fuera negro no tendríamos este problema.
—¿Crees que se lo quiera pintar de negro? —el ambiente se volvió más tranquilo, cosa que me quitó la angustia.
—Si sigues ignorando sus llamadas y mensajes, no creo que lo haga.
—No importa, no le quedaría bien el color negro.
—¿Bromeas? Ese hombre hasta con el cabello verde se vería bien —la empuje riendo por lo que decía— lo que tiene de engreído lo tiene de guapo, y él es alguien muy engreído.
—Tiene el premio mundial.

Eres Mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora