Eres Mi Medicina

Cap. 47 - Nunca seré él.

Narra Sesshomaru (actualidad)

Me encontraba frente al espejo terminando de arreglarme o eso creía. No dejaba de dar vueltas al anillo que tenía en mi dedo, mi mente volaba muy lejos de mi cuerpo y mis ojos se aferraban a un punto fijo en el espejo. Los posibles escenarios se reproducían en mi cabeza con eventos alternativos de una sola acción.

Entre tantas escenas un regreso al pasado resonó fuertemente. Estaba nuevamente en la esquina donde Inuyasha corría para alcanzarme y de su mochila cayó una botella, ya no fue el libro. No había razón para ir por el así que le di la espalda y camine un par de pasos chocando con una chica de cabello negro. Levantó la vista y pude ver nuevamente esos destellos. Era Kagome.
Me quedé frío, pero al instante actué saludándole y sonriendo, ella se sonrojo en respuesta.
Me lamente por un rato como si eso hiciera retroceder el tiempo a ese instante. El sonido de mi teléfono me hizo volver en sí.

Salí de casa aún pensativo, pero todo volvió a ser normal cuando la vi nuevamente frente a mí. Era tan hermosa que no pude evitar sonreír, ella se acercó a mí y me abrazo con fuerza, por un instante sentí como sacaba de mi mente todo pensamiento idiota. Correspondí a su abrazo un momento hasta que se alejó y pude besar su frente como saludo. Decidí dejar de sobre pensar y disfrutar de mi tarde con ella, espere verla durante varias horas y ahora estaba aquí.

Caminamos tranquilamente por una calle donde estaba nuestro lugar favorito, el restaurante "El dolor de un adiós"
Un poco más adelante quedaba una tienda donde compraríamos unas cosas para la cena de esta noche así que fuimos hacia ahí.

El mundo es enorme pero el destino muy mierda. Eran Inuyasha y su muerta, algo inseguro seguimos caminando hasta que nos detuvimos uno frente al otro. Mantuve mi rostro serio y de pocos amigos cuando Kagome habló.
No preste atención a lo que decían, solo me concentre en Kagome, tenía las mejillas algo sonrojadas mientras sus ojos se hacían pequeños por su hermosa sonrisa. Se veía tan adorable pero no era para mí, ella estaba hablando con Inuyasha. Ambos parecían tranquilos, incluso busque con la mirada a Kikyo pero estaba normal, incluso sonreía con ellos lo que me provoco una sacudida en mi pecho. Me sentía fuera de lugar.

No sé cuánto tiempo paso, solo se despidieron y siguieron su camino, yo de manera automática seguí a Kagome sin decir nada.
Mis pensamientos se hacían pesados, me abrumaba casa vez más a tal punto que me dolía la cabeza. Detuve mis pasos haciendo que Kagome voltee a verme.

—¿Ocurre algo? —pregunto acercándose a mí.
—No.
—Sesshomaru, te vez extraño, ¿qué ocurre?

Tal vez suene idiota, no quise presionarla en ningún momento porque sabía que no podía obligarla a amarme, pero no podía más. Mi inseguridad se adueñó de mi cuerpo obligándome a solo escuchar y prestar atención a mi mente que no hacía más que reprocharme y repetirme las veces que Kagome me evadía y no usaba la palabra Te amo, cometí errores en el pasado, pero merecía saber lo que sentía por mí y si tengo alguna oportunidad de ser amado de la misma forma en que la amo a ella.

—No me amas, ¿verdad? —pregunté.

El silencio fue lo que obtuve de respuesta. Vi como apartó la mirada intentando esconderse de mí. Ahí lo entendí.

—Está bien —dije.
—¿Qué te hace dudar?
—Todo. Empezando en cómo me ignoras cuando te digo que te amo, como ocultas lo que haces últimamente, por último... sé que no me miras de la misma forma. Lo intento Kagome, esto de tener una relación no es fácil para mí, no sé nada de estas cosas, pero lo intento. ¿No es suficiente?
—Sesshomaru...
—Escucha, tu conoces mi pasado incluso más que mi propio padre. Sabes que viví bajo la sombra de mi parecido con él, pero intento demostrarte que soy diferente. Cometí errores por ser idiota, pero intento hacerlo bien, y aun así no consigo que me veas de la misma forma. No sé qué hago esforzándome si después de todo solo me vez como la prueba de tus errores del pasado. Somos parecidos físicamente, pero soy yo quien te ama, soy yo quien lo da todo por hacerte sonreír. Él no. Día a día busco tu felicidad, pero no consigo nada cuando sé que en las noches el dueño de tus sueños es él.

—Tú nunca serás él.
—Tienes razón. Mientras yo me esfuerce en amarte solo consigo que busques a través de mis ojos, los de él. Si es así daré un paso al costado, Kagome.
—¿Qué dices?
—Me rindo —aparte la vista. Frente a ella me sentía impotente, mi boca se ordenaba sola y mis brazos gritaban por abrazarla con fuerza y decirle que no quería irme— si no soy lo suficiente para ti, prefiero rendirme.

La vi nuevamente pero no respondía, no parecía querer decir nada así que me di la vuelta dándole la espalda. Di dos pasos hasta que habló.

—Estuve atada por tanto tiempo a una persona que no hizo más que dañarme. Después de ese tormento por fin me liberé —cerré los ojos con fuerza— que quiera aprender a sobrellevar mi pasado no significa que no te ame.

Ante sus palabras voltee notando como temblaba mientras se abrazaba. Tenía una crisis. Intenté acercarme, pero retrocedió.

—Hay mucho que no te dije, y eso es mi culpa —levanto la cabeza, pude ver que lloraba— no te conté todo y eso te dio inseguridad, pero déjame decirte algo.

No aparte la vista de ella, di un paso más y ella volvió a retroceder.

—Yo te amo —me dio una triste sonrisa y lentamente se alejó.

Sabía que quería estar sola y yo era demasiado cobarde como para correr detrás de ella. Necesitaba estar solo. No quería irme lejos, solo volver a casa.

Aún seguía con las tontas ideas en mi cabeza. Quería saber que nos llevó a esto, que me llevo a dudar de ella. Fue ahí que lo noté, en cada ocasión que ellos cruzaban miradas frente a mi, me convertía en un espectador, ellos se transportaban a cualquier parte del mundo mientras que yo me quedaba con el corazón en las manos. Inuyasha fue su primer amor, es aquel que aunque pasen los años nunca sacas de tu cabeza. Dolía admitir que ni con mil años al lado de Kagome, nunca conseguiría que me vea de la misma forma, nunca me amaría como lo amó a él.

Nunca seré él. Pero él nunca podría amarla como la amo yo.