Cap. 45 - Lina tuvo ¿razón?

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Narra Sesshomaru

Me fue difícil pegar los ojos durante la noche, no hice más que dar vueltas en la cama y golpear a mi almohada como si fuera la culpable de mi insomnio. A lo mucho abre dormido unas tres horas y eso dio como resultado que en estos momentos tenga mucho sueño, un humor tan bonito como una alergia y los ojos pesados.

—Joven Sesshomaru, desea un poco de—
—No.
—Pero no ha comido nada, su padre—
—¿No me escuchas o eres idiota?
—Veo que estas muy feliz hoy, hermano —interrumpió Inuyasha.
—¿No deberías estar en la escuela?
—Tuve día libre para descansar por ganar el partido de ayer por la noche, así que tendré todo el día para mí.
—¿Partido?
—Si, paso algo bueno y pude jugar de maravilla.
—Idiota.
—Ya vete a la escuela, tu mala vibra está sofocando a los empleados.

Bufé y salí de ahí con mi mochila para la escuela. Decidí caminar así que aproveche la ruta para pensar las cosas. Me sentía molesto, algo dolido también.

¿Estoy exagerando en lo que siento? Tal vez. No hacían absolutamente nada más que verse, no se abrazaron ni hicieron nada que deba enojarme, al menos los minutos eternos que pude verlos. Si no debería estar enojado, ¿por qué lo estoy entonces? Debo confiar en Kagome, estoy seguro de que ella no me traicionaría, ella no.
Esos dulces ojos no son capaces de engañarme, esa tierna niña no rompería mi corazón aun sabiendo que la amo con locura. Ella no me haría daño, porque yo no soy capaz de hacerlo.

Llegué a clase luego de unos minutos. Kagome y yo nos vimos y estuve cada vez más seguro de que no debía desconfiar. Cada uno fue a sus clases, pero justo cuando salí de la segunda hora, me encontré con Lina. Bueno, más parecía que ella me encontró porque no se alejaba de mí, estaba justo detrás mío en un intento de ocultarse, pero era demasiado obvia.
Fui a la biblioteca por un libro, pero Lina no se despegaba, iba detrás ya sin siquiera disimular.

—Sesshomaru, ¿aun no lo ves?
—Solo veo a una irritable rubia que no me deja en paz, ¿no tienes amigos?
—No los necesito.
—Ve, consíguelos y déjame tranquilo, pareces una loca.
—No quiero molestarte—
—Lo haces —dije tajante.
—Es que aún no ves lo que ocurre, Kagome no es para ti.
—¿Qué te tiene tan segura?
—Al principio no quería estar contigo, ¿qué otra razón puede ser? Supongo que no te puede decir cuánto te ama ni que te extraña.
—Te equivocas, ella siempre me dice que me...—tenía ¿razón?
—¿Lo ves?
—Tienes un punto, pero no necesito palabras, me es suficiente sus actos.
—Entonces ella con acciones te demuestra cuánto te ama, si es así por qué no están juntos ahora, ¿dónde está ella?
—En clase.
—Hoy salió luego de la primera hora, no está aquí.
—Mientes.
—Pregúntale a Sango, adelante.

Dispuesto a cerrarle la boca busqué en mi teléfono el número de Sango y la llamé sin perder tiempo. Mientras sonaba, no sabia si mi desconfianza me hizo tener que llamar a Sango o si de verdad quería cerrarle la boca a Lina. Estaba por colgar cuando Sango tomó la llamada.

—¿Taisho? ¿Qué ocurre?
—¿Sabes dónde está Kagome?
—E-ella debe estar en clase, o tal vez no, ¡yo que se!
—Sango...
—Se fue temprano, tuvo un asunto que resolver.

Cerré los ojos con fuerza y colgué. Cuando vi nuevamente a Lina esta vez fue con odio.

—Te lo dije, ella no—
—Cállate, metete en tus asuntos —interrumpí.

Dispuesto a dejar todo esto atrás, me fui a la biblioteca a paso rápido irradiando una vibra amenazante que Lina, por miedo, no se atrevió a seguirme.

En el descanso Sango no se me acercó, no quería su compañía tampoco. Odiaría hablar de más. Pero lo que antes fue mal humor, ahora era angustia. La opresión en el pecho no se me iba ni el mal presentimiento. Imaginar a Kagome junto a Inuyasha me volvía loco, así que no se me ocurrió mejor forma de distraerme que ver en mi teléfono algo que me tranquilice. Al estar en la pantalla de bloqueo pude ver una de mis fotos favoritas. Éramos Kagome y yo. Ella sonreía mientras guiñaba un ojo a la cámara, su cabello estaba algo despeinado por el viento, pero incluso así se veía hermosa. Yo estaba a su lado sin apartar los ojos de ella, como casi siempre. Acaricie la pantalla del teléfono seguro de que la ausencia de Kagome tenía una razón y esperaría a que me lo diga. No quería presionarla y estaba seguro de que llamaría. Debía esperar.

Las clases terminaron. No recibí ningún mensaje, ninguna llamada. Decidí hacerme el desentendido y esperar en la salida de la escuela para llamarla y ver que me decía. Después de todo no podía sentirme peor.

Me coloqué frente a la entrada de la escuela a esperar mientras la llamaba a su teléfono.

—Acabo de salir, ¿vienes? —pregunté.
—Hoy tuve un imprevisto, salí antes, si gustas nos podemos ver en la tarde.
—¿A la hora de siempre?
—Si... ¡N-no!
—No entiendo.
—Quiero decir, te veo mejor
a las cinco, así vamos a pasear y luego cenas conmigo en casa.
—Bien te veo a esa hora.

Nos despedimos y colgué. Me había equivocado, si podía sentirme peor. Hay algo detrás pero no entendía qué.

—Exageras Sesshomaru. Ella no te engañaría. No Kagome —me dije.

Camine a casa con esa idea en mente. No sabría cuánto duraría realmente.

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