Cap. 42 - No necesito más.

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Narra Kagome

Los días se me pasaron volando, cada momento con Sesshomaru fue especial, sobre todo las salidas.
Había momentos donde él debía entrenar así que supuse no lo vería, pero no, todo lo contrario, me pedía que lo acompañe y así pasábamos casi toda la tarde juntos.

Durante estos días aprendí muchas cosas, sobre todo a defenderme. Al principio Sesshomaru buscaba que sacarme de problemas o defenderme de Tristan y de Lina, pero aprendí que, a palabras necias, oídos sordos.

En una ocasión Sesshomaru no pudo acompañarme a casa así que volví sola, o eso creí hasta que di vuelta y vi a Tristan detrás mío. No hizo nada solo fingió no darse cuenta de mi existencia, decidí no ir a casa y fui hasta la casa de Sango que salió con un balde de agua que terminó estrellándose contra Tristan. Así es lanzó el agua junto al balde.
No volvió a seguirme luego de eso.

Volviendo a Lina, la vi extrañamente muy interesada en lo que hacía, por las mañanas cuando salía a botar la basura, estaba corriendo por la calle haciendo ejercicio, a veces envidiaba su persistencia en cuidar su salud. En la escuela la veía de vez en cuando, pero en dos ocasiones se me acercó muy insistente en decirme algo importante.
Primero dijo que no debía confiar en nadie, que debo cuidar mi espalda de personas que me quieren hacer daño, algo irónico, lo sé.
Pero la segunda vez me dijo que no confiara en Sesshomaru, que me está tomando el pelo y que debo cuidarme de él. No le creí ya que es Lina.

En unos días cumpliría un mes al lado de Sesshomaru, así que fui viendo que podía regalarle. Alguien que lo tiene todo, ¿que podría gustarle?

—Kagome, solo sal con él o escribe una carta, no te atormentes —comentó Sango.
—Es que quiero que sea especial.
—No necesitas cosas materiales para demostrarle lo especial que es para ti.
—Tienes razón, haré algo con unas cosas que tengo en casa, tal vez una bella carta le guste.
—Claro que sí, ese hombre está loco por ti, estoy segura de que, si le regalas una piedra, le gustara y lo guardará por siempre.
—Exageras.
—No, no lo hago, él te ama, y me hace feliz que tu seas feliz.

Le sonreí y la abracé con fuerza. Ambas sabíamos que este mes, aunque no lo admita, no podía dejar de atormentarme los recuerdos, la primera semana fue duro, cada detalle o palabra de Sesshomaru ocasionaba un dejavu donde su hermano hacía lo mismo, rápido intentaba quitarme esos recuerdos de la cabeza para concentrarme solo en Sesshomaru. Pero no fue fácil.
A estas alturas de la relación pude aceptar que quien tenía enfrente no era Inuyasha, quien me abrazaba era Sesshomaru y quien me cuidaba era él, nadie más.

Ya estaba en casa frente a mí escritorio pensando y ordenando mis ideas, hace mucho no hacía algo como esto, definitivamente no lo recordaba tan complicado.

—¿Y ahora qué color uso?

Mientras debatía si el azul o el rojo era el color indicado, recibí un mensaje.

—Ven a casa, quiero que veas algo.

Parpadee dos veces tratando de entender a qué se refería, el mensaje era de Sesshomaru.

—¿Quieres que valla a tu casa?
—Si, te espero.

No respondí más y ahora tenía otra duda en mi cabeza, ¿debería ir?
Vi lo que tenía frente a mí y me faltaban unas cosas, quizás en el centro comercial podía encontrar más decoración o podría inspirarme para hacer algo bueno.
Me aliste rápido con alguna ropa bonita que tenía, no iba a cualquier lado, iría a casa de Sesshomaru. Tomé mi bolso y baje corriendo las escaleras hasta que mamá se interpuso.

—¿A dónde vas señorita? —preguntó.
—Iba a casa de Sesshomaru, no tardaré.
—¿Qué? Te puedes encontrar con Inuyasha.
—No lo había pensado, en todo caso Sesshomaru me dijo que valla, sabe que me da miedo Inuyasha, no me haría ir si él está ahí.
—No vas.
—Pero—
—Pero nada, no vas, ve a cambiarte.
—Mamá—
—Nada, no me harás cambiar de opinión.

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