Cap. 54 - Competencia de idiotas.

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Los días después de mi reconciliación con Sesshomaru pasaron. Hubo momentos hermosos donde nos conocimos más a fondo. Lamentablemente mi hermosa relación se veía entorpecida por mis dolores de cabeza, tuve que ocultar en algunas ocasiones sobre mi estado de salud. Sesshomaru no era tonto, me preguntaba constantemente, pero no quise preocuparlo y seguía mi mentira. No ocurre nada, estoy bien. Eso le decía luego de recuperar la consciencia en mis desmayos. A quien no pude mentir fue a mamá, me llevó al médico y me recetaron unas pastillas, pero no pude tomarlas seguido, no quería hacerlo.

Lamentablemente mis dolores de cabeza no disminuían, los mareos se volvieron más fuertes, aunque trate de disimular frente a Sesshomaru, fue imposible cuando estábamos en mi casa y casi caigo de las escaleras. Le dije que fue un traspié y no muy convencido entendió.

Ahora estábamos en la escuela, en el descanso camine hacia el jardín trasero donde ya me esperaba mi novio y Sango. Nos reuníamos en los descansos para conversar como de costumbre hasta que, estando a unos metros, empecé a ver todo borroso y de no ser por Sango, me habría dado un fuerte golpe contra el suelo.

—¡Maldita sea! ¿Tomaste tus pastillas? —maldije mentalmente a Sango por su reclamo ya que Sesshomaru no sabía nada.

—¿Qué pastillas? —preguntó.

Sango entendió qué lo arruinó, ignoro su pregunta y salió corriendo a los salones dejándome a solas con Sesshomaru. Me ayudo a mantenerme en pie, pero sin olvidar su pregunta se quedó viéndome, esperando una respuesta.

—Kagome, ¿qué ocurre? —me mordí el labio inferior y no tuve más opción que decirle.
—No es nada, no dormí muy bien y estoy cansada.
—Quiero la verdad.
—Bueno, tengo unos dolores de cabeza en estos días, me dijeron que tome unas pastillas, pero olvido hacerlo.
—¿Las olvidas o no las quieres tomar?
—Yo... —me conocía muy bien— tienen un sabor horrible. No puedo tomarlas.
—Kagome. Debes tomarlas, ¿por qué me lo ocultaste?
—No es importante.
—¿Como que no lo es? ¿Crees que no sé de las veces que te has desmayado en la escuela? No soy idiota.
—Cálmate.
—No, no me calmo. ¿Por qué juegas con tu salud? ¡Maldita sea, odio que hagas esto!
—No tengo diez años como para que me regañes.
—¡Hasta un niño de diez años sabe que debe tomar sus pastillas!
—¡Estoy bien!
—¡No lo estas! Deja de acabar contigo de esta forma, ¿acaso no tomabas tus pastillas en tus crisis?
—¡No lo hacía!

Mi respuesta salió de automático, cuando me di cuenta ya me veía con los ojos furiosos.

—¿Qué quieres decir?
—S-solo lo hacía en casos extremos, no como me indicaron.

Lo vi cerrar los ojos con fuerza apretando su frente con su mano.

—No sé qué pensar. ¿Está es tu forma de dejar tu pasado? ¿¡Acabar contigo en el proceso!?
—¡Deja de gritarme! ¡No tienes derecho a reclamarme nada!
—¡Soy tu novio!
—¡Entonces no lo seas, déjame en paz! —grité.

En este momento las lágrimas impedían mi vista, me sentía ridícula por lo frágil que me vuelvo frente a Sesshomaru. Mas cuando no me grita nunca, de hecho, nunca lo hizo, hasta hoy. Me sentía con las emociones a flor de piel.

—Bien. Haz lo que quieras, no me importa.

Sorprendida lo vi alejarse del lugar con pasos pesados mientras pateaba balones en su camino. Quise seguirlo y disculparme, pero no lo hice. No lo creí importante hasta que analice mis palabras y lo entendí, quise ir por él solo que ya no estaba.

—Lo arruine.

A lo lejos volvía Sango corriendo con algo en su mano. Mientras regulaba su respiración, me dio el frasco de medicamentos.

—¿Y Sesshomaru? —preguntó.
—Se acabó. Lo volví a arruinar.

Las lágrimas pasaban por mis mejillas y ella en respuesta me abrazó. Si ser idiota fuera una competencia, yo tendría el primer puesto.

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