Cap. 40 - Recuperado.

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Con cuidado bajamos del taxi. En la entrada ya nos esperaba su madre un tanto preocupada pero no sabía si era por las horas en las que llegaba su hija o por las condiciones en las que llego yo.

Llevaba un rato apoyado de Kagome así que decidí caminar por mi cuenta, aunque me sentía débil y mareado provocando que por poco caiga al suelo pero en el último segundo fui sostenido por la señora Higurashi, pude entender que se preocupaba por mí también.

Me recostaron en el sofá mientras Kagome y su hermano me hacían compañía, ambos me miraban con ojos muy abiertos, sobre todo el niño de cabello castaño.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunté.
—Sota. Sota Higurashi. ¿Eres hermano del perro?
—¡Sota! —gritó Kagome. Lo mire un tanto confundido.
—Se parece a Inuyasha. Al menos este si se ve decente.
—¿Conociste a Inuyasha? —volví a preguntar.
—Cómo no voy a conocerlo, venía por las tardes, pero nunca para hacer buena compañía, o venía a pelear o a dejar regalos tontos.
—Sota, ve a tu habitación.
—No. No te dejaré con él. Si estás sola puede aprovechar y golpe—
—¡Mamá! Llévate a Sota.
—Bien, me largo. Cualquier cosa me avisas hermana.
—Si, si, lo que digas ahora vete.
—Bien.

La extraña conversación me dejó algo pensativo, al menos el hermano de Kagome entendió que no soy Inuyasha, pero saber que él venía aquí me deja algo incomodo. Trate de dejarlo pasar.

—¿Te duele algo? —pregunto la mamá de Kagome mientras se aproximaba con un envase y unas toallas.

Colocaron unas toallas tibias en mi frente y manos, de a poco me sentía mejor, pero con mucho sueño, lo último que vi antes de caer dormido fue ver como Kagome pasaba su mano por mi cabello.

Desperté algo somnoliento, dormí por unas horas, tal vez muchas ya que eran casi las una de la madrugada, intente levantarme, pero un brazo me impedía poner un pie. Era Kagome. Estaba recostada sobre el sofá mientras uno de sus brazos me rodeaba con un poco de fuerza.

—Hermosa, debo irme.
—¿Humm?
—Es tarde, no quiero molestar, papá debe estarme buscando.
—Lo siento, ¿te iras así?
—Estoy mejor, no te preocupes.
—Debes abrigarte, iré por un abrigo, espera.
—Estoy bien, no es—

Sin dejarme terminar Kagome ya había salido escaleras arriba.
Tomé mi mochila y espere a Kagome, no tardó mucho, pero volvió con algunas cosas.

—Toma esta gorra, entraras en calor pronto, y un abrigo.
—No es necesario.
—Lo es, úsalo, ahora anda, te acompañaré a la puerta.

Seguí detrás de ella sin contradecir, me puse la gorra color rojo que me dio, era curioso y muy caliente, me sentía muy cómodo.

—Cuídate mucho, llámame cuando llegues, estaré despierta hasta que lo hagas.
—Está bien, te llamaré ni bien llegue, pero ya sube a tu habitación, abrígate mucho que la noche es fría.
—Lo haré, ya anda. —asentí y me acerque un poco a ella, pero ella lo hizo primero. Se puso de puntillas hasta quedar a la altura de mi frente. Dejándome un tierno beso entre mis cejas.
—Buenas noches preciosa.
—Buenas noches Sesshomaru.

Acaricie su rostro por última vez y me encamine a casa.
Me quedaba algo lejos pero no quería volver pronto, así que no tomé ningún taxi y la soledad de las calles me dieron un poco de paz, aunque esta sea solo antes de la tormenta.

Al llegar a casa pude notar el movimiento de las personas, varios hombres de seguridad caminaban y bajaban de los autos negros. Me acerque a paso lento llamando la atención de todos que corrieron hacia mi tomándome de los brazos llevándome al interior de la casa.

—Pasaré esto de estarme jaloneando solo porque no tengo fuerza para golpearlos.
—Joven Sesshomaru, son órdenes.
—¿Quién ordena que me traigan de esta forma?
—Yo.

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