Cap. 34 - Tutor de Lina.

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Narra Sesshomaru

Llegue a casa volando en una nube, solo que, al poner un pie en la sala, me estrelle con la realidad.
Papá me esperaba justo enfrente y a su lado estaba Lina en un estado deprimente, con lágrimas y mejillas rojas.

—¿Qué ocurrió? —pregunté.
—Eso te pregunto yo, Sesshomaru Taisho. ¿Por qué empujaste a Lina?
—Ya veo que eso sí no te mintió, pero creo que exageró.
—¿La empujaste o no? —insistió papá.
—Ella quiso besarme y yo la aparté, ¿por qué la aparte? Porque me enteré todo lo que estuvo haciendo a mis espaldas, desde armar una relación conmigo y empujar a Kagome por las escaleras —narre— estoy seguro de que eso no te dijo.
—¿Lina?
—Señor Taisho eso es mentira, ella me odia especialmente Sango la amiga de Kagome, ella le metió esas ideas a Sesshomaru, yo no hice nada.
—Dime que me crees papá.
—Sesshomaru, como quieres que te crea si ella tiene el tobillo lesionado.
—¿Como puedo lesionarla solo por eso? ¡Date cuenta!
—¡No me levantes la voz Sesshomaru! Ella tenía clases importantes este mes para acoplarse a la escuela y por esa lesión no podrá asistir, a partir de hoy y hasta que se recupere serás su tutor y le enseñaras lo necesario.
—Eres demasiado injusto, estuvo mal que la empujara lo sé y aun así no dices nada a lo que hizo...
—Vete a tu habitación, vuelve cuando tengas la cabeza fría.
—Entonces no me veras por buen tiempo porque lo que acabas de hacer lo recordaré por siempre.
—Vete. —ordenó.

Dándole una mirada de odio a Lina salí del salón y fui a mi habitación. Tomé mi teléfono, algo de dinero y me dispuse a salir de casa, pero a medio camino me crucé con Lina.

—Sesshomaru, yo—
—Desaparece.

Salí de casa dando un portazo mientras escuchaba los gritos de papá detrás mío, lo ignoré y salí de casa.
Tomé un taxi hacia un lugar en específico, quería desestresarme y no había mejor lugar que la escuela de esgrima.
Al llegar el instructor, algo sorprendido, me hizo conversación, fui seco y directo en decirle lo mierda que esta mi día y que necesitaba entrenar.
No insistió y me dejó iniciar. Estuve por buen rato en el lugar, entrene hasta quedar casi desmayado en el suelo. Vi la hora y eran las ocho así que era temprano para volver. Al salir del lugar solo se me ocurría un lugar para ir.

Había una especie de cochera donde había autos de carrera y me vi tentado a subir, cosa que hice luego de ver las cincuenta llamadas perdidas de papá.
Manejé a alta velocidad por la pista de carreras dando vueltas casi mortales y sin miedo a estrellarme.
Un intercomunicador cerca a mí me daba un mensaje, tal vez me excedí en la velocidad.

—Este es un lugar de entretenimiento, no una escena del crimen. Baje la velocidad si valora su vida y si no la valora nosotros si al auto.

Reí un poco a pesar de mi mal humor y volví hacia la cochera donde me esperaba el dueño y sus ayudantes.

—Fue divertido, ¿cuánto le debo? —dije entre risas.
—Deberíamos pagarle por haber sobrevivido a semejantes maniobras. Espero no le den la licencia de conducir.
—De hecho, no tengo, pero ya iré a conseguirlo. Gracias por el dato.
—Muchacho loco, si tiene problemas use palabras y no pistas de carrera.
—Lo haría si el problema supiera hablar y escuchar, por que pelear con él es como hacerlo con la pared.
—Debemos cerrar, suerte con su problema.
—Gracias.

Luego de pagar camine en dirección a casa, no quería ir, pero ya había pasado de las nueve, no sabía que hacer mientras.

Debía volver a casa, no tenía ganas de hacerlo, así que alargué todo lo que pude el camino.
Me tomo más de media hora volver, era muy tarde y las luces estaban apagadas. Pude ver a uno de los hombres de papá que me saludo con la mano y seguía de largo, nadie me buscó cosa que agradezco.

Entré a casa y sin saludar ni ver a nadie subí a mi habitación para encerrarme con llave. No quería ser molestado, ni tampoco hablar con alguien. La única con quien hablaría es sin duda Kagome, por que prefiero que me escuche antes de juzgarme, esa es ella.

Tomé mi teléfono y le envié un mensaje, terminando de escribir le di enviar y apagué el teléfono para dormir.

—Dulces sueño, preciosa.

Suspiré como un completo enamorado, antes creí que era tonto, pero no, hoy lo confirmó porque lo último que pensé en este ajetreado día fue en su hermosa sonrisa de la azabache dueña de mi corazón.


Al día siguiente desperté con los gritos de papá, golpeaba la puerta insistentemente así que me puse de pie para abrir.

Al ser abierta un golpe seco se posó sobre mi rostro, papá me veía con fuego en los ojos y las venas marcadas en cada puño, yo solo sonreí levemente.

Sin aviso me tomo del brazo para llevarme a quien sabe donde pero a mitad de camino nos encontramos con Inuyasha que de igual forma fue arrastrado hacia la oficina.

—Ahora me escucharan, no sé que rayos les ocurre a ustedes dos, pero solo les diré esto una vez. Ningún hombre de esta familia ha sido capaz de golpear a una mujer, ¡Ninguno! así que si me llego a enterar que alguno de ustedes le puso la mano encima a una mujer, verán de lo que soy capaz. Lo digo por ambos. No voy a tolerar ningún tipo de violencia.
—¿Y que harás si te enteras que no obedecimos? —preguntó Inuyasha.
—Se largaran tan lejos de esta casa que no podrán volver jamás —desvió su mirada hacia mi— y que sea la ultima vez que haces una pataleta como la de anoche porque no lo tolerare.
—No se preocupe "padre" seré tutor de esa malcriada, hasta que se recupere. —dije con ironía.
—Que bueno, ella vendrá por la tarde.
—Iré a la escuela, adiós.

Salí hacia mi habitación con la respiración agitada y con el coraje en las venas. Ya no sé si la vida es injusta conmigo o si de verdad lo merezco.

Lo único bueno que he podido recibir fue Kagome, ella y mi madre son las únicas que han sabido escucharme, aunque existió un largo periodo donde estuve en la angustia y soledad, en estos momentos ya no me siento solo.

—Estar contigo me hace sentir la calidez de un verdadero hogar —pensé.

Eres Mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora