Inquieto

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Todo realmente es demasiado intenso, e increíblemente fuera de la realidad, pero a menos han decidido intentarlo y esa es la única razón por la que aún permanecen juntos.

YoonGi pudo follarse a cualquiera en los meses que estuvieron separados, sin embargo no lo hizo ya que a pesar de tener el mundo a sus pies: quiere tenerlo a él, aunque aún no sepa para qué.

El chico le fascina y miente si dice que no le importó tenerlo lejos o le daría igual volver a perderlo, porque aunque tampoco sabe que es realmente lo que siente; nada está mal como para que huya de ello.

Hoseok es un hombre maravilloso, de un carisma encantador y una personalidad pura, de delicadas carcajadas y suspiros queditos. Tan impactante e increíblemente atractivo que ni siquiera puede dudar en querer permanecer a su lado.

Es, después de todo; una presa hermosa a quien decidió cazar para tener bajo su poder hasta que decida deshacerse de ella. Cosa que, duda sea posible.

Se lo encuentra en la habitación más esperada de la mansión ya que lo buscó por varios lugares antes de por fin atar cabos del que llamaría su atención.

—Supuse que estarías aquí.. —se acerca al sofá donde se está sentado, con un libro común en manos y la mirada concentrada en la lectura. —Aunque admito que me avergüenza tener una biblioteca tan pobre que no está a tu nivel.

Hoseok sonríe, dejando el libro a un lado, evidentemente atento a su llegada, e imposiblemente tierno cuando alza la mirada, con las mejillas sonrosadas y un brillo inquieto en los ojos.

—Tienes pocos libros, no lo puedo negar. Pero es suficiente para un lector que apenas comienza a adentrarse en la lectura.

—Me adentro con más rapidez en otro lugar más placentero como tus piernas, cariño.

Hoseok se sonrosa aún más ante su obscenidad, pero no se queja cuando YoonGi se acerca, subiéndose al sofá, y disponiéndose a acariciar sus piernas. La sensación siendo tan exquisita que ambos gimen ante el placer de sentirse cerca.

Las pequeñas manos del bibliotecario aferrándose a su pecho mientras abre las piernas para que YoonGi se acomode en ellas y lo someta con dureza, como tanto les fascina y disfrutan al estar a solas.

Lo besa de manera obscena, enredando sus lenguas y bajando lentamente a dejar mordidas leves en su cuello, siendo sus labios una suave aguja que deja marcas sonrosadas en todo su cuerpo.

Es que maldita sea, el chico es precioso.

Lo desnuda con lentitud, asegurándose de besar su piel a cada momento, buscando nuevos sitios erógenos y atendiendo los que ya conoce que lo vuelven loco, masturbando su hombría con maestría antes de llevárselo a los labios y escuchar sus tiernos gemidos que le suplican que no se detenga porque Min YoonGi si que sabe tocarlo.

Todo siendo tan exquisito que también disfruta acariciarlo hasta que toma de algún lado de la mesa: el cinturón que le ha quitado para pronto, ponerlo de rodillas sobre el sofá, dejando a Hoseok con los glúteos expuestos y su precioso culo a la vista de tan ambiciosa bestia que no quiere más que someterlo.

—Recuerda que podemos parar cuando desees, cariño—YoonGi le suplica, necesitando tener su permiso para todo lo que desea hacerle.

Por lo que cuando Hoseok asiente no puede evitar acercarse a lamer sus rosadas nalgas para meter la lengua en su agujero y lamer cada espacio de su estrecha cavidad, provocándole sensaciones inigualables que lo impulsan a gemir quedito, moviendo las caderas a su ritmo y masturbándose a si mismo.

Tan excepcional y precioso que YoonGi desea destruirlo en el mejor de los sentidos.

Ansioso: lame fuerte su agujero una última vez para ponerse en pie y acariciar sus rosadas nalgas, metiéndole dentro un dedo, permitiendo que temple el placer y que pueda disfrutar los mil juegos que quiere mostrarle, moviendo lentamente el dígito en su cálida cavidad, dilatándolo.

Y una vez que lo cree listo: deja caer el cinturón con fuerza sobre sus gruesos muslos, dejando una marca rojiza en su piel que produce un gemido que lo hace sentir complacido porque Hoseok es sumiso por naturaleza y YoonGi un depredador que desea someterlo.

Deja caer otro que hace al más chico gritar de placer, mientras se masturba, y la sensación es increíble.

—Eres un maldito travieso, amor—YoonGi lo alaba pues el dolor parece gustarle y está tan duro que casi siente envidia de como se masturba.—Me fascina que juegues conmigo.

Hoseok lo mira con los ojos llenos de lágrimas de gozo que se le deslizan por las mejillas, la lujuria brillando en sus pupilas, con la piel y los labios rojizos de tanto placer que le provoca.

—Por favor sigue, YoonGi. Lo necesito.. —suplica, y Min YoonGi no es nadie para negarse a complacerlo.

Lo acaricia con obscenidad de nuevo para dejar caer el cinturón una vez más sobre sus rosadas nalgas, siendo cuatro azotes en total hasta decidir que es suficiente y continuar la faceta de placer que quiere mostrarle.

Se desabrocha rápidamente el pantalón, metiendo una mano a su erección para darle un par de caricias antes de protegerse pues está duro y ansioso por complacerlo. Y una vez que el condón está puesto se acerca a masturbarse contra su dilatado agujero para un par de segundos después penetrarlo a profundidad y tirar de su cuello para darle un beso.

La sensación siendo tan maravillosa que Hoseok grita sobre sus labios y YoonGi puede sentir como las paredes de su estrecho culo lo aprietan, absorbiéndolo de una manera irreal e increíblemente placentera que lo inducen a empujar con más fuerza, embistiéndolo con exquisita fluidez.

Dentro, fuera. Y regresando otra vez.

A Hoseok le fascina aferrarse al sofá mientras YoonGi lo toma de la cintura, tatuando sus dedos en su piel de tal manera que los minutos continúan mientras el placer se incrementa y YoonGi muerde su cuello mientras sigue golpeando dentro de su agujero y a su vez lo masturba con rapidez.

El orgasmo siendo intenso como las corrientes de sangre que la ciudad más peligrosa derrama, y ese par de tontos amantes caen rendidos en la pequeña superficie del sofá porque han desahogado toda sensación al entregarse así a la pasión.

Hoseok respira más tranquilo, aunque un tanto inquieto, y se aferra a su pecho: resintiendo el dolor en su maltratado trasero.

—¿Duele? —YoonGi le pregunta, dejando cálidos besos sobre su cuello, más suave en comparación con el animal de hace unos momentos. —¿Necesitas algo?.

Un vaso con agua es tentador pero Hoseok se acomoda más sobre su cuerpo, prefiriendo sentir su calor mezclándose con el suyo.

—Solo te necesito a ti por ahora.

El mayor le da un suave beso de  recompensa antes de reclamar lo obvio, y la razón de haberlo distraído.

—Te noto inquieto, cachorro. ¿Sucede algo?.

El chico niega, aún aferrado a su pecho porque aunque aún le pesan muchas cosas; no quiere arruinar el momento ni volver a los instantes de negación donde aún no aceptaba la situación.

—Solo estoy abrumado. Supongo que es normal, pero la estoy pasando muy bien a tu lado.

YoonGi suspira, también inquieto por presentir algún tipo de riesgo entre ambos, y sin desear que algo perturbe a su pequeño chico.

—Estoy aquí para ser mejor para ti y hacerte sentir bien—le asegura cargado de paciencia para no arruinar las cosas con él.—¿Por qué no volvemos a tu apartamento?. Quizá en un sitio que domines te sientas mejor.

Una sonrisa se cuela en los labios del menor y la sensación es maravillosa, porque no solo quiere tenerlo sumiso y precioso durante el sexo, sino tranquilo y feliz fuera del dormitorio.

—Eso me gustaría mucho, Yoon.

Finalmente dos horas después han partido hacia su parte de la ciudad y efectivamente, quizá las cosas no cambian pero Hoseok se siente mejor en terrenos que conoce, donde puede sentirse a gusto consigo mismo y con él al quedarse juntos en su apartamento. Disfrutando caricias obscenas y dejando lejos las advertencias que lo mantienen inquieto, mientras espera un final que eventualmente lo destruya o le regale el mejor momento de su vida.

***

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Cielo Rojo. © [YOONSEOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora