Cazador cazando a su presa

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Las cicatrices representan marcas de heridas en una piel que por naturaleza es sensible, muchas veces acompañadas de no sólo dolor físico sino también emocional si fueron causadas por un ser que se supone es especial, que debía cuidarte y no dañar.

La única persona en el mundo que le ha hecho daño ha sido su madre, no con esa intención sino al dejarlo tan pronto, al ser injustamente arrebatada de su vida por pagar los errores de otros.

Ella y su ahora novio son los únicos en hacer que pese su corazón y que piense realmente en otro ser que no sea él mismo. Porque ni su madre, ni Hoseok lo lastimarían al grado de dejar en su cuerpo cicatrices.

Estas son marcas de guerra, de años intensos dejando su huella en las calles de Seúl, de enfrentamientos violentos con la escoria más peligrosa de la ciudad para coronarse como el rey y no permitir que su familia toque fondo otra vez.

—Me han disparado y apuñalado varias veces. Una vez incluso casi me perforan el pulmón. Fue una herida espantosa—admite, disfrutando la charla con su pequeño amante, quien entre caricias cargadas de curiosidad le presta atención para saber un poco más de su historia.

—Es increíble, apenas puedo asimilarlo.

YoonGi le sonríe, sintiendo la calidez de su inocencia y plenitud de su compañía aún después del sexo ahora que son algo más que una simple pareja.

—Esta última herida no es nada para mi, así que no quiero que te preocupes.

—Aún así deseo cuidarte—el pequeño reniega, dando un beso a su hombro desnudo, con el aliento cálido y la voz cargada de ternura.—No podría estar tranquilo hasta verte totalmente recuperado.

La pequeña cicatriz en su cuello que en algún momento casi lo deja muerto, el impacto de bala en su omóplato derecho, y la de la herida de su abdomen bajo.. son basadas por el bibliotecario y Min YoonGi no sabe que ha hecho para merecerlo.

—Representas más de lo que alguna vez creí tener. Eres mi mayor tesoro, Seok—le acaricia el cabello cuando el más chico deja también besos en su hombro recién lastimado.—Te agradezco tanto.

Es exaltante.

—No es nada.. —Hoseok responde, con la voz cargada de emociones, totalmente perdido ante stigma frente a sus ojos.—Eres muy importante para mí.

A YoonGi se le forma un nudo en la garganta pero se permite disfrutar su atención, recompensado en un abrazo al chiquillo que alguna vez deseó corromper sin saber que las cosas serían al revés y lograría sacar lo mejor de él.

Porque jamás ningún amante se quedó a dormir a su lado ya que no lo permitió. Jamás presentó a nadie frente a su padre ni les habló sobre su madre, mucho menos compartió con alguien más caricias cargadas de pasión y una noche divertida en altamar.

Y eso.. es tan especial que apenas lo puede asimilar.
 
 
 











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Lejos de todo lo bien que Hoseok le hace sentir aún hay muchas cosas que lo perturban, como el maldito ataque en su contra y los múltiples problemas que está teniendo en el área donde se supone que domina.

La cabeza le duele de tanto pensar en posibles soluciones para cortar de raíz el asunto y aunque no quiere: se regaña por acabar tan pronto con los intrusos en lugar de estrujar sus entrañas hasta saber para quien trabajan o cual es su intención al molestarlo.

—No creo que alguien sea tan estúpido para estar tras de mí sabiendo que puedo acabarlo fácilmente—se jacta pues desde la masacre que realizó cuando puso en orden la dinastía Min nadie se ha atrevido a retarlo.

No ve porque deba ser distinto ahora.

—Quizá solo han querido robar mercancía o hostigarte—opina su padre de manera conciliadora, tan acostumbrado a no crear conflictos que, es una potente compañía a su lado en estos momentos donde se necesitan el uno al otro.

Aún así YoonGi niega, porque a lo largo de los años por supuesto han habido infiltrados en sus negocios, que aunque terminan sin cabeza han osado desear más de lo necesario, o se han atrevido a tocar su preciosa mercancía. Pero ninguno ha llegado a atacarlo. No a menos de manera tan directa.

—Las ocasiones donde han intentado joderme han sido en medio de enfrentamientos. Ningún hijo de puta sería tan imbécil de venir hasta mi territorio.

El viejo Min asiente, pensativo ante los sucesos porque realmente YoonGi se ha encargado de predominar en la ciudad incluso mejor que él, y estos últimos altercados no concuerdan con la gente a su alrededor.

—¿En que estás pensando?.

—Tengo un nuevo enemigo—el menor encoge los hombros, inexpresivo ante la nueva sintonía de la situación. —No puede ser casualidad que hayan robado la droga y poco después intentaran atacarme.

El mayor frunce las cejas desconcertado porque YoonGi realmente destruyó Daegu cuando la vida se les fue al infierno, creándose una imagen intachable y temida en la mafia coreana gracias a los ríos de sangre que dejó por las calles y las familias más importantes muertas por el hecho de colaborar en la muerte de su madre.

Nadie en su sano juicio lo enfrentaría.

—¿Qué harás al respecto?

Hace mucho se desentendió del régimen debido a la depresión por lo que vivió así que no opina más de lo necesario y prefiere que YoonGi actúe, ya que lo hace mejor que él, así que observa atento su respuesta.

YoonGi simplemente le sonríe, con los labios curveados de manera cínica, con un brillo peculiar en la mirada y la piel traslucida de frialdad y belleza antes de contestar.

—Voy a matarlo. Pero antes lo torturaré hasta hacer que se arrepienta por haberme molestado, o mejor aún; de haber nacido. Simple.

No hay otra respuesta, pues sea quien sea: Min YoonGi no se va quedar satisfecho hasta verlo arder en su propia hoguera y eso es algo que no le preocupa sino que le llena de ansias.

El cazador cazando a su presa.
 

***

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Cielo Rojo. © [YOONSEOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora