CAPÍTULO 83.

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Me costaba asimilar lo que acababa de pasar al teléfono. Incluso Rodrigo se encontraba en shock, ninguno parecía capaz de reaccionar a lo que acaba de pasar.  

En unas horas podría pasar a ser socia de la empresa, no sabía exactamente ni lo que conllevaba ni las atribuciones que tendría. Era un gran paso si decidía aceptarlo y podría darle con ello en la cara a mi madre. 

No me había arreglado todavía con ella ni tenía pensado hacerlo. Ni siquiera había llamado para saber como estaba aunque yo si lo había hecho, 10 llamadas perdidas concretamente. No suelo ser rencorosa con la familia, al fin y al cabo es familia pero yo no iba a poner más de mi parte. 

- ¿Con quién has hablado?

- Con su abogado, me llamó pero ni siquiera me fijé en quién lo hacía. 

- ¿Coges el móvil sin mirar quién llama?- me preguntó con cara de confusión.

- Pensé que sería Teressa, había quedado con ella para tomar un café cuando saliera del hospital. Se pasaría con Hunter por la oficina.

- Bueno da igual. ¿Te dijo su nombre?

- No, solo que era el abogado de Aaron. Deben ser amigos porque lo dijo tal cual. Ahora que lo pienso me parece poco profesional decírmelo así, de Aaron aunque sean amigos. 

- Soy su abogado y no me he enterado de nada, mi bufete le lleva los temas judiciales y muchas veces administrativos para que no meta la pata con lo que no debe.- me dijo pensativo, como si estuviera pensando una hipótesis.- Lo siento, tendría que haberme enterado. Seguro que está entre los múltiples papeles que me llegaron a última hora al despacho pero como me retrasé  en la agenda los dejé para mañana, tenía muchas ganas de verte. 

- No pasa nada.- le dije mientras loa abrazaba.- No hubiera cambiado nada. La noticia sería la misma y no creo que sin ver el contrato se pueda ver nada.  

- Pero yo si lo hubiera visto. Me dejas tu teléfono por favor. 

Se lo tendí con ganas, confiando en lo que fuera a hacer 100% sin ningún miedo. Nunca había pensado en tener abogado propio pero creo que no hace falta buscar ninguno. 

- Mierda.- dijo él posando el teléfono sobre el tocador ya que se había alejado para hablar.- No hay nadie en la oficina. 

- Son las 9 de la noche, no sé quien pretendes que haya trabajando.- le dije un poco sarcástica, intentando que la sonrisa que le salió en la cara fuera verdadera. 

- No lo sé, quizá en el email tenga una copia de ese acuerdo que quiere hacer contigo. 

-  No sé si quiero aceptarlo, no sé que responsabilidades me da eso sobre la empresa. Quizá no estoy preparada para cargar con más peso sobre mi espalda. 

Pareció pensarse lo que me iba a decir o quizá solo estaba en su mundo haciendo como que pensaba. 

- Supongo que no será al 50%, tampoco sabemos si se lo ha ofrecido a Mario también. No creo que tengas nada que perder, llevas la empresa a la perfección y has cuidado de tu amiga como si fuera lo único que de verdad importa. No creo que haya nadie más capaz que tú para conseguir lo que se propone. No te cierres puertas, puede ser la experiencia de tu vida. 

Me acarició el pelo con delicadeza cuando se sentó a mi lado con calma. Me encantaba como me cuidaba, como entre sus brazos me sentía en casa. 

- Mañana iré contigo como tu abogado, si quieres claro. Luego arreglaremos el papeleo que eso conlleva.

- Mis padres me habían dicho que siempre viene bien tener un abogado aunque sea para consultas pero nunca lo había pensado, ellos tienen trabajos importantes pero yo nunca pensé que llegaría tan lejos en tan poco tiempo.

- No te preocupes, las cosas vienen sin pedirlas pero después de mucho esfuerzo. No me importa ser tu abogado, no me importa si quieres otro bufete porque sea más barato, no me importa que quieras otro abogado de mi bufete o no sé. En todo lo que te pueda ayudar cuenta conmigo. 

- Siempre me han dicho que no mezcle trabajo y amor, creo que en España hay un dicho para eso ya que Carmen me lo ha dicho alguna que otra vez pero no sé si de verdad voy a ser capaz de tenerte en casa y que no seas quien me ayude en estos temas. 

Me abrazó con delicadeza, solo como él sabe y me encanto poder tener su apoyo aunque yo ni siquiera sabía a lo que me estaba enfrentando. 


La noche fue horrible para ambos. Rodrigo se la paso pegado al portátil en busca de ese supuesto acuerdo. Después de horas de búsqueda sin resultados pasó a buscar quién era el abogado encargado de llevar los temas fiscales de Aaron. Incluso hizo un par de llamadas a altas horas de la madrugada para recaudar información. Yo imité un poco su postura, me pase la noche teletrabajando en informes, contratos y en organizar todas las llamadas del día siguiente. 

Ni siquiera había quedado a una hora con el abogado así que Rodrigo y yo nos encaminamos a mi oficina a primera hora de la mañana. Cuando nos bajamos del ascensor encontramos a mi secretaria con una sonrisa de oreja a oreja, como todas las mañanas. 

- Ya tengo listas las llamadas para hoy.- me dijo a la vez que me ofrecía la carpeta con el listado de números de teléfono y asunto a tratar con cada uno.- En cuanto le eches un vistazo empezaré a llamar. 

Asentí con una sonrisa en la cara a modo de agradecimiento ya que era otra de las pocas integrantes de la empresa que sabía que Mario y yo éramos los cabecillas que cubríamos a Aaron en su temporada sabática. 

- Puedes ir realizando estas mientras tanto por favor.- le pedí entregándole el listado que había organizado a altas horas de la madrugada.

- ¿Adelantando trabajo por las noches? Permítame decirle que el señor Pérez no se lo merece.- me dijo con una mirada cómplice.- Las horas de sueño son muy importantes y el dinero que estás generando es para él y no para ti. 

- Hay una reunión de última hora con el abogado de Aaron, en cuanto llegué hágalo pasar a su oficina.- dijo Rodrigo con un tono de voz calmado que no representaba la actitud de la noche que pasamos en vela por culpa de este tema.

La secretaria pareció darse cuenta de que mi acompañante es amigo de su jefe y empezó a palidecer en el acto. 

- Por mi no se preocupe.  En cuanto aparezca por esa puerta seré el primero en darle una paliza por lo que ha hecho.- dijo Rodrigo con su característico punto gracioso, dejando claro que no iba a decir nada a su amigo. 

Ambos nos encaminamos a mi oficina dejando atrás la recepción. Rodrigo se desvió para preparar dos cafés bien cargados y yo entré en mi oficina para seguir con un presupuesto que había dejado a medias. 

Odiaba estar entre estas cuatro paredes como nunca pensé que lo haría. Al principio me encantaba pasar tiempo aquí metida entre planos, informes y presupuestos. Me encantaba hacer un par de escapadas después de la hora de la comida a los proyectos que me llevaba entre manos y que tuve que dejar a cargo de otros para hacer el trabajo de mi jefe. Siempre pensé que ser mi propio jefe estaría genial, que podría hacer planos y supervisiones de obra más a menudo que el resto; para algo sería la jefa. Ahora entendía un poco mejor a Lola y sus cabreos de semanas de duración con el "asqueroso" de su jefe.

Un estruendo sonó por toda la estancia. 

- ¡NI SI TE OCURRA!- escuché gritar a Rodrigo a pleno pulmón.- ¡ERES UN CABRONAZO QUE NI SIQUIERA SE HA DIGNADO EN DAR LA  CARA HASTA HOY!

Me levanté y abrí la puerta de par en par, la ráfaga de aire que se formó me agitó el pelo de una manera muy peliculera. 

Aunque para película la que se estaba formando ante mis ojos. Aaron con una barba de náufrago y dos cafés de la cafetería de en frente en la mano. Rodrigo con dos tazas de café en la misma posición que su oponente. Es una escena de vaqueros en medio del desierto solo que en este caso espero que no desenfunden pistolas ninguno de los dos. 

- ¿Qué pasa? ¿Y el abogado?

Ambas miradas cayeron sobre mí, Rodrigo con incredulidad como si no pudiera creer que solo me preocupe porque falta el abogado y no por estar viendo a Aaron después de tanto tiempo y Aaron como si hubiera encontrado su salvación. 

Siempre serás tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora