CAPÍTULO 11.

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Llevamos un rato en carretera, no sé a dónde vamos o si tiene un lugar pensando para llevarme pero no soy capaz de romper el silencio.

Miro el móvil y veo la hora que es, no es tan tarde como pensaba así que si le pido que me lleve ahora a casa tengo tiempo de dormir lo suficiente para presentarme a mi jornada completa y empezar a trabajar en los planos y la presentación.

- Ro... Señor Gómez...

- Ahora soy señor Gómez, muchas gracias señorita Evans.- dice interrumpiéndome. 

Cuando Evans salió de su boca fue con una voz tan seductora, como si fuera una de sus próxima conquistas y yo me negaba a ser eso. Una ira se apoderó de mis ideas, esto no va a acabar bien.

- Quiero ir a mi casa.

Rodrigo se limita a sonreír como si hubiera soltado el chiste más gracioso del mundo y a mi no me hacía ni gota de gracia.

- No frunzas tanto el ceño, vas a envejecer más rápido.- dijo echándome una mirada fugaz para volver a centrar toda su atención en la carretera.- Vamos a una carrera.

Ahora si que mi cara parecía un cuadro digno de estar expuesto en el Louvre. 

Así que él no había salido de ese mundo, por eso Adrián estaba así. Todavía me acuerdo cuando Adrián me echo la culpa del accidente de Rodrigo, creo que gracias a sus palabras ese día me sentí la única culpable.

Un móvil suena, rápidamente compruebo que no es él mío así que...

- Es Aaron, te va a llamar a ti porque yo no sé lo voy a coger. Dile que te he dejado en tu casa y que no has sido capaz de razonar conmigo, si te afirma o pregunta que si tú eres ella evádele.
¿Entendido?

Asiento con el móvil en la mano, estoy muy pero que muy nerviosa. Le voy a mentir a mi jefe pero que ahora no es mi jefe para encubrir a una persona que me ha hecho mucho daño, ¿enserio? ¿soy tan patética?

Cuando Aaron llama, cuento hasta 3 intentado calmarme y descuelgo.

- Dime, estaba a punto de irme a dormir...

- ¡¿DÓNDE?! Estoy delante de tu casa y no me abres.

- Estoy en casa de un amigo, me quedaba más cerca ya que Rodrigo se equivocó de salida.

En el otro lado de la línea había silencio, incluso despegue la oreja para ver si habían colgado.

- ¿Estás con él?

- No, paro delante del edificio de mi amigo y casi no me dio tiempo a bajar del coche cuando ya estaba al final de la calle.

- Sabes donde está.- este no era Aaron era Adrián, puse el altavoz para que Rodrigo lo escuchara.- Yo no soy tan tonto como Aaron así que dile a mi hermano que te cuide con su vida y que solo se le ocurre a él meterte ahí otra vez. Sara tu cuídate y no caigas en se mundo otra vez, eres demasiado valiosa para que mi hermano te eche a perder.

Con eso la llamada finalizó y yo no era capaz de moverme, era como si me hubiera quedado de piedra.

- Maldito cabrón.- dijo pegando un golpe al volante.- No te va a pasar nada, Hugo va a estar contigo y no se va a separar de ti. Corro y nos vamos, te dejo en casa y vamos a hacer como que tú no me has acompañado y simplemente eres amiga de la familia.

Sus palabras dolían, dolían mucho. Se clavaban un poco más en mi pecho así que decidí sacar el móvil y cotillear por las redes mientras mensajes de Lola y Aaron no paraban de llegar.

Al cabo de unos minutos decido llamar a Lola.

- ¿A quién llamas?

Ni siquiera le conteste, solo quería escuchar la voz de Lola desesperadamente.

Siempre serás tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora