Contar en lugar de mostrar

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“Muestra, no cuentes”, es la primera premisa que te enseñará cualquier profesional de la literatura si le preguntas cómo construir una buena trama. Pero esto no solo es aplicable para el mundo de las letras, sino para cualquier medio que tenga la intención de construir una historia. Si en una película meten una escena de media hora de un personaje contando un pasaje de amor, sin mostrar ningún otro elemento que apoye lo narrado, en vez de provocar una reacción tipo “¡Oh, qué lindo es el amor!” o conmover de alguna manera, lo único que se conseguiría es aburrir soberanamente a la audiencia. Puesto que el objetivo de toda obra ficticia debe ser lograr conectar con las emociones de sus potenciales consumidores, una simple descripción sin vida no basta para hacerlo. Este es el problema principal del que pecan muchos fanfics, pues escriben cosas como ¡No, no es así! —dijo nerviosa Jacinta”, en lugar de “—¡No, no es así! —exclamó Jacinta, haciendo grandes aspavientos”, algo que resultaría mucho más descriptivo y correcto, porque contiene gestos que indican la presencia de una emoción específica. No se trata de que todos los personajes digan: “Vaya, qué carácter tan fuerte tiene Juana Palangana”, si a la hora de la verdad, cuando aparezca un maloso intentando secuestrarla, va a estar chillando “¡Aiudaaaa!” cada dos minutos y actuando como la típica princesa que no hace nada porque, como la damisela en peligro que es, no puede permitirse despeinarse. Si de verdad es una chica fuerte y ruda, que les tumbe las dentaduras a tres tipos en una pelea; algo que suena muy exagerado, pero al menos demuestra el punto.

Ahora, ejemplos concretos. Durante la Saga de las Doce Casas de Saint Seiya, tanto en anime como en manga, cuando se descubre la traición de Saga de Géminis y todo acaba, se habla de lo bondadoso que este era, a tal punto de que se le consideraba la reencarnación de un dios. Anjá, Kurumada, todo eso está muy bien y muy bonito; pero, ¿y dónde están los hechos que respaldan esta afirmación? ¿Por qué Saga poseía ese prestigio? ¿Qué hizo para merecerlo? ¿Salvó a una aldea entera del ataque de un malo de turno? ¿Prestó su fuerza para construir una ciudad? ¿Ayudó a una ancianita a cruzar la calle? La historia no te muestra nada de nada; solo afirma algo y tú tienes que darlo por hecho porque sí, porque lo dicen ahí. Tendré que darles la razón a quienes aseguran que Saint Seiya es una buena historia que está mal escrita, pues tiene bastantes falencias en su trama y agujeros argumentales.

En cambio, tenemos la presentación de Seto Kaiba en el primer capítulo de Yu-Gi-Oh! Duel Monsters. Esto no se ve por culpa de la censura (que le hizo un daño inmenso a la serie); pero la primera vez que lo vemos, él está leyendo un libro de temática compleja del reconocido filósofo Friedrich Nietzsche que, además, está escrito en alemán. También está el hecho de que, a sus 16 años, es el director ejecutivo de la mayor empresa de la industria del entretenimiento y que sus asociados (los Cinco Grandes), todos los cuales probablemente le doblan la edad, tuvieron que aliarse a un millonario con poderes mágicos para intentar sacarlo de la empresa, porque eran incapaces de enfrentarse a él por su cuenta. Esto dice mucho acerca del personaje. Takahashi no tiene la necesidad de recalcar cada cinco minutos “Mira, es que Kaiba es un genio”, porque lo está demostrando con hechos. Eso significa que Yu-Gi-Oh!, de hecho, es una historia bien escrita.














¿Qué opinan acerca de esto? ¿Aplican el “muestra, no cuentes” en sus escritos? ¿Notan la diferencia entre ambas cosas? ¡Háganmelo saber!

Las series que marcaron mi infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora