cuarenta y ocho

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Minho arrojó el condón al cesto del baño, insultando con todas las palabras que conocía, se lavó las manos con furia, y por más que sabía que debía regresar al cuarto con su gatito quería calmarse primero, al menos un poco.

Continuó insultando y caminando en círculos en el poco espacio del baño, tiraba sus cabellos y se frotaba el rostro, pero todo parecía inútil para bajar sus humos.

Miau.

El castaño se volteó rápidamente hacia la puerta del baño, donde Changbin se asomaba desde afuera, escondiendo la mirada inferior de su cuerpo de la vista de Minho, porque seguía desnudo.

Minho tardó unos segundos en reaccionar, se acercó a él, Changbin sentía que Minho estaba molesto por algo, sus gatunos ojos lo miraron con miedo.

Minho lo notó, le dedicó una sonrisa bastante forzada, acarició su mejilla con suavidad, no se las iba a agarrar con su novio, su voz sonó tranquila.

— Lo siento, Bin— murmuró—. ¿Quieres que te limpie?

Changbin miró a su cuerpo, manchado con su propio semen.

Sin esperar permiso, Minho tomó su cintura, llevándolo hacia el baño, Changbin miró con cierto pánico la ducha, pero su novio lo sentó sobre la tapa del retrete.

El castaño tomó una toalla pequeña y la humedeció en el lavamanos, antes de pasarla sobre el pálido adbomen del híbrido, su miembro y parte de sus muslos.

— ¿Hice algo? — preguntó Changbin y Minho lo miró con confusión —. Estás enojado.

Minho negó.

— No estoy enojado contigo, Bin, no hiciste nada, amor, ¿Sí? — Minho lo miró con tranquilidad, Changbin asintió levemente.

— ¿Podemos ir a la cama? — preguntó, su voz sonó tímida.

— ¿Quieres mimitos? — ofreció.

Changbin asintió, Minho rió con ternura, beso unas cuantas veces su rostro y luego profundizó en sus labios.

Tal como pidió Changbin, volvieron a la cama, con el híbrido acostado sobre el pecho de Minho, permanecieron desnudos, piel con piel, en una cómoda y dulce intimidad.

Pasaron los minutos, y gracias a esa calidez y a los mimos que dejaba Minho en su espalda y su cabello, se quedó dormido.

Para eso Minho ya no sentía el enojo que había tenido rato antes, desvió su mirada hacia la mesa de luz divisando su celular.

Estiró el brazo hacia allá, sosteniendo a Changbin con el otro para no alejarlo de sí, hasta que alcanzó el celular, el híbrido se removió y Minho tuvo miedo de haberlo despertado, pero el pelinegro sólo se frotó un poco en su pecho y volvió a ronronear bajo cuando volvió a dormirse.

Minho suspiró con alivio, no quería molestarlo.

Desbloqueó su teléfono y llamó a su mejor amigo.

Minho, ¿Ahora qué?

— ¿Qué te parece SunHee si es mujer y SunJoon si es varón?

Seungmin se mantuvo largos segundos de silencio, en los que Minho esperó sin decir nada, con la vista en el techo del cuarto.

La putísima madre que- — Seungmin bufó— ¡¿Es que no sabes ponerte un puto condón?!

— Min, vas a despertar a mi gatito.

Tu gatito y madre de tus hijos, Lee Minho— Seungmin suspiró pesadamente—. ¿Sabes que los gatos pueden tener de dos a cinco crías en una sola gestación?

— ¿Qué quieres decir?

Y hay casos donde tienen más— añadió—. ¿Cómo te ves con cinco niños corriendo por todo tu puto departamento?

Minho frunció el ceño, la imagen fugaz de cinco pequeños Changbins corriendo por toda su casa, maullando y llamándolo por atención lo hizo negar.

— Se rompió el condón, Min— murmuró.

En serio eres la persona con menos suerte del mundo, Minho.

— ¿Qué hago?

Reza, reza mucho.

Min, en serio.

Bien... Ho, primero, ¿Qué tanto le entró?

— Eres un puerco.

Soy directo, responde.

— Pues... No lo sé, Min, quizás lo suficiente, quizás no... Pero nunca se sabe, ¿Y si fué suficiente?

— Si fue lo suficiente puedes ir con el veterinario y le darán una inyección a Changbin para que no tenga crías— dijo, Minho asintió, por más que su amigo no lo veía—. Si no fue suficiente te darás cuenta... Pues Changbin seguirá en celo y tendrá ganas de que lo folles, sencillo. ¿Cómo está él ahora?

— Dormido— respondió—. Pero estaba muy tranquilo.

La calentura se puede calmar un rato después de tener sexo... Si cuando se despierta sigue sin tener ganas, te acompaño a comprar pañales, Ho.

— Maldita sea— murmuró el castaño.

Por no revisar lo que usas, jódete.

Minho colgó, sin querer seguir hablando con quién no lo ayudaba a estar más tranquilo.

Miró a Changbin, dormido sobre él, sus labios entre abiertos, aún marcados por lo que los había lastimado rato antes, respiraba tranquilo y sentía su aliento sobre su piel.

Las largas y oscuras pestañas tocaban sus pálidos pómulos, que aún guardaban un tono rosado.

Se veía tan sereno.

Minho acarició su cabello y una de sus orejitas, fueron cuestión de segundos para Changbin ronroneara.

Minho sonrió un poco.

— No fue tu culpa— murmuró, casi susurrando—. Si quedas en cinta no será tu culpa, el error fue mío... Y seré responsable por lo que pase, gatito.






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Bad Luck (MinBin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora