Bad Luck (MinBin)

ochenta y seis

—Tú ya no estás sufriendo porque eres mío... Solo quiero volar tu mente.... Así sólo te estás acercando aún más...

Minho y Changbin estaban echados sobre la cama de ambos, que se sentía completa, correcta, cálidos con el cuerpo del otro, el híbrido estaba acurrucado sobre el pecho de su novio, escuchando sus suaves latidos, una de sus manos unidas firmemente, la otra rodeaba la cintura del contrario.

— Dije que todo está bien... Honestamente... Creo que lo está...

Minho llevaba cantando un rato, y no importaba qué cantara, con su voz parecía una melodiosa canción de cuna, a Changbin se le cerraban cada tanto los ojos y sus pestañas se agitaban para volver a despertarse, no tenía ganas de dormir.

—Quiero que seas tu propia luz, cariño... Deberías ser tu luz... Así no dolerás más...Así podrás sonreír más...

El castaño miró a su lindo bebé con todo su amor, sonrió de forma pura y brillante de felicidad, el gatito ronroneaba suave, sus orejas estaban bajas pero relajadas, tranquilas y hasta cierto punto algo somnolientas, porque sí, lo había notado.

— Quiero que seas tu noche cariño... Podrías ser tu noche... Seré honesto contigo esta noche...

Su mano recorrió la espalda del híbrido con suavidad, apenas rozando, pues los moretones y los golpes dolían aún, apenas era el segundo día en un lugar seguro como era su hogar, fue hacia su cabello, y sus orejas acariciando con ternura, mientras dejaba un beso sobre su coronilla.

— Te amo tanto, pequeño — murmuró el castaño, Changbin dejó surgir un ruido quejoso, mientras se incorporaba un poco para quedar frente a frente con el humano, sus mejillas estaba rojas, sonrió de forma recta y graciosa a la vista de Minho, y comenzó a dejar pequeños besos por el mentón y lo que alcanzaba de la mejilla del castaño, haciendo que él lo siguiera con gracia, hasta terminar en un beso con sus labios unidos, acariciándose con calma y cariño, conforme sus narices se tocaban provocando ligeras cosquillas y Minho atraía cada vez más a Changbin sobre él.

— M-minho... — murmuró Changbin, interrumpido por los labios del humano —. T- También te a-mo.

Minho rió un poco por lo que había echo, como si fuera una pequeña travesura.

— Lo sé, Binnie... Y agradezco todos los días por eso — dijo, juntó sus frentes y acarició su mejilla, la que no tenía el moretón que con tortuosa lentitud comenzaba a desaparecer —. De todo el mundo pude encontrarte y es algo que voy a agradecer toda mi vida, bebé... Y de todo lo que hice mal pudiste perdonarme, y me hiciste cambiar para mejor... En verdad eres el mejor, Binnie.

Changbin negó, haciendo que sus narices se frotaran.

— Yo no te pedí cambiar — dijo—. Cambiaste sólo.

— Cambié por tí.

— Porque tú quisiste.

— Porque quería darte algo que te merecías, Changbin.

— Quisiste ser mejor por mí, sin que te lo pidiera, cambiaste por tí mismo y eso es aún mejor que cambiar por el deseo de otros ... Te diste cuenta sólo, Honnie.

Minho rió, acarició sus orejas y el híbrido cerró sus ojos con gusto, besó su nariz y Changbin se sintió hermoso por aquel gesto, ruborizadose y sonriendo mínimamente.

— Lo que tú digas, hermoso — dijo el castaño —. Cambiaría mil veces por tí, gatito.

— No quiero que cambies... Ya eres perfecto— dijo y ronroneó más fuerte, haciendo que las palabras le llegaran aún más a Minho y sus mejillas enrrogecieran por lo lindo que era todo.

Y los dos continuaron abrazados en su intimidad, en su pequeño nido apartado del mundo, dedicándose ronroneos y canciones melodiosas cargadas de amor y perfectas, con el sonido de la lluvia que había comenzado a caer de fondo, y que golpeaba la ventana del balcón, donde desde afuera, una ardilla espía los miró unos momentos, antes de salir corriendo a refugiarse de la tormenta que estaba aún en su débil comienzo, regresando con el sonriente humano refugiándose debajo de un paraguas.

Se acomodó dentro de uno de los bolsillos del saco del humano, sin decirce nada, se marcharon, no podían hablar de su investigación en lugares abiertos, pero en su interior estaban más que emocionados, ya todo empezaba a tener forma.