cuarenta y cuatro

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El olor de Minho lo inquietaba, lo sentía desde el baño, y hacia que un cosquilleo extraño se instalara en su bajo vientre, y el calzoncillo no lo ayudaba mucho, los leves roces de la tela con cada uno de sus movimientos afectaba su sensibilidad.

Permaneció más tiempo del necesario en el agua, mucho después de que haya terminado de lavar su cuerpo y usar algo de shampoo en sus cabellos, se quedó allí hasta que el agua ya estaba fría.

Para ese momento, ese inquietante olor que Minho desprendía se había ido, y pudo respirar con más calma cuando el cosquilleo se fué.

Sacó el tapón de la bañera, se envolvió en una toalla, secó sus pies en la alfombra y salió del baño, mirando alrededor.

Entendió por qué ya no sentía el olor de Minho.

Él ya no estaba en el departamento.

Sus orejitas bajaron inconsientemente, fue hacia el cuarto y se colocó la ropa que quiso, regresó al baño para dejar los húmedos calzoncillos junto con su ropa sucia y volvió a la sala, para acostarse en el sofá y ver por la ventana desde allí.

No supo en qué momento se quedó dormido, sólo sintió los pequeños toques en su rostro, con un ligero ruidito que le pareció molesto, frunció el ceño incluso antes de abrir los ojos, para ver al castaño dejando besos por toda su cara.

Minho se separó de él, le sonrió ampliamente, al punto en que Changbin se sintió bonito por observar tal sonrisa y comenzó a ronronear bajo.

— Perdón por dejarte sólo, Binnie— dijo el castaño—. Tuve un problemita.

Changbin simplemente asintió.

— Traje para cocinar pollo, Bin, tu favorito.

Changbin sonrió un poco.

— Gracias— murmuró, Minho asintió una vez como respuesta—. Honnie— lo llamó.

— ¿Hmm?

— Quiero mimos— pidió.

Minho no se negó a su lindo gatito, se sentó en el sofá para que Changbin se acomodara sobre su regazo, casi recostado sobre sus piernas, el humano acariciaba su cabello y una de sus orejitas con una mano mientras la otra dejaba leves mimos sobre el abdomen del híbrido, sintiendo perfectamente la vibración de su pecho en la palma de su mano.

— El jueves iremos al veterinario, Binnie— dijo, a lo que el pelinegro respondió con un asentimiento—. ¿Has ido al veterinario antes, no?

— A las vacunas, sí— dijo, frunció un poco su nariz al recordar esas horribles agujas.

Minho rió un poco por lo adorable que se veía.

— Prometo que está vez no va a haber vacunas, Bin.

Changbin solamente asintió, se acurrucó un poco más cerca de Minho, reposando su cabeza en el brazo de su novio, bostezó un poco.

— ¿Quieres seguir durmiendo? — el gatito asintió— ¿Quieres que te lleve a la cama? — Changbin lo pensó un momento antes de asentir.

Minho acomodó el cuerpo de Changbin en sus brazos, cargándolo de forma nupcial y llevándolo hasta la cama, corrió las sábanas como pudo y lo dejó allí, antes de apartarse del todo, el híbrido tomó su rostro para juntar sus labios, en un beso lento y cariñoso, donde ambos recorrieron sin apuro la boca del otro, hasta separarse de forma algo brusca por un nuevo bostezo de parte de Changbin.

Minho rió un poco por aquello, dejó un corto beso en la pequeña nariz de su novio antes de dejarlo en la cama.

— Te despertaré cuando la cena esté lista— murmuró, cubriéndolo con las sábanas, el híbrido asintió levemente, sus ojitos se cerraban.

Minho le dedicó una última sonrisa antes de salir del cuarto.







Minho le dedicó una última sonrisa antes de salir del cuarto

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Bad Luck (MinBin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora