noventa y seis

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Seungcheol fue reconocido por la recepcionista, pero los ojos de la mujer se abrieron al ver los policías y gente que lo seguía, quiso tomar el teléfono para hacerce la tonta, pero el pelinegro se lo quito de las manos y lo dejó a un lado, lejos de su alcance.

Con él en el frente de toda la gente que iba a entrar, tenían su formación preparada.

Él estaría al frente hasta que haya que entrar al lugar por la fuerza, y entonces, detrás de él, se encontraban los policías, con sus escudos, porras, esposas y demás, detrás de ellos, gente de la Organización, quienes se iban a encargar de atender y rescatar a los híbridos mientras los hombres de uniforme abrían el paso.

"— ¿Cómo es que sabes cómo llegar?"— había preguntado Seungmin, en el auto del jefe de la Organización de la ciudad, mientras iban en camino.

Eso había echo que confesara todos sus crímenes, en voz baja, mientras iban en camino a aquel hotel.

Y claro que había recibido un "Lo arreglaremos con la ley, pero no vas a salir limpio de esto", no esperaba menos.

Atravesaron la recepción hasta llegar a la parte trasera, que era la cochera, para luego descender a lo que parecía otra cochera pero debajo del edificio, aunque estaba cubierta la entrada con cajas y bolsas de basura y la oscuridad no dejaba ver más allá.

Comenzó a sudar feo sabiendo que nadie podía entrar sin una invitación antes, y que iban a forzar la puerta, estando al frente, era quien estaba más en peligro.

Caminó por esa oscuridad unos cuantos minutos, sólo escuchando los pasos de las docenas de personas detrás de él, y supo que habían llegado cuando un potente foco de luz se encendió, iluminando a todas esas personas.

Frente a ellos, estaban las puertas dobles que daban lugar al infierno.

Sé volteó hacia los demás y asintió, escondiéndose detrás de la formación de policías junto con los demás de la Organización.

— Ya saben que estamos aquí — dijo, fuerte y claro, para que lo escuchen todos —. Pero no harán nada hasta que SeungKwan ordene qué hacer, hasta que eso pase, pueden forzar la puerta que nadie va a disparar.

— El señor SeungKwan no responde

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— El señor SeungKwan no responde.

— Estaba con visitas... Maldito idiota, no puedo poner pausa para un tema serio.

Los hombres veían por las cámaras y querían tirar sus cabellos de nervios, y más considerando que el idiota y joven jefe de reemplazo no daba atención a asuntos importante, sumado a su inestabilidad psicológica que solía mostrarse en sucesos repentinos de violencia cada tanto, no les caía bien.

— Ya ni siquiera está Mingyu para que vaya por él... Al menos con él las cosas estaban un poco más respetables.

— Hay más gente en la entrada del hotel — mencionó un tercero, señaló otra pantalla, alejada de la que estaban viendo, los demás lanzaron insultos al ver camionetas de programas de televisión, cámaras, reporteros y curiosos, eran sólo los primeros, eran pocos aún, pero en unos minutos ya tendrían muchos más.

Al ver de nuevo a la pantalla, notaron a un par de personas con uniforme frente a la puerta, de llave electrónica, con los equipos correctos,que seguramente tenían, no tardarían mucho en abrirla.

— Estamos jodidos.

Cheol estaba que se comía las uñas de nervios, parecía que el mundo se había callado, dejando que él escuchará su corazón acelerase y su respiración nerviosa

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Cheol estaba que se comía las uñas de nervios, parecía que el mundo se había callado, dejando que él escuchará su corazón acelerase y su respiración nerviosa.

Una tos lo distrajo, y buscó con su mirada, hasta dar con el pelirrojo, apartado del resto para toser de forma violenta, tambaleándose.

— ¿Seungmin? — se acercó a él a paso apresurado, y lo sostuvo en un abrazo torpe mientras lo miraba con preocupación.

Negó, quería que ese loco se fuera, él había escuchado su confesión y ahora sólo podía odiarlo, cuando el ataque de tos pasó, volvió a limpiar su mano rápidamente en sus pantalones.

— No me toques — murmuró, intentando recobrar el aire, sentía una punzada en su costado cada vez que respiraba.

— Seungmin... Tienes sangre en tu boca.

De inmediato, limpió sus labios con rapidez, apartó a Seungcheol de un empujón.

— Estás mal, ve a un hospital, ¿Qué mierda haces aquí?

Seungmin negó de inmediato, se sintió mareado, aún intentaba recuperar aire, pero el dolor en su pecho tampoco lo dejaba.

— Tengo que ir por Minho... Y por Changbin, no puedo dejarlos, son mis amigos — tenía ganas de llorar.

— No irás si estás mal — Cheol intentó acercarse a él de nuevo, lo veía débil y tenía ganas de cargarlo hasta la salida y mandarlo directo al hospital, Seungmin retrocedió —. En serio, basta.

— No me iré — dijo Seungmin, en tono contundente —. Y menos porque un traidor como tú me lo dijo, eres una mierda de persona, no voy a hacerte caso.

Cheol se sintió herido, apretó sus labios y bajó la vista al suelo un momento, al final, asintió.

— Tienes razón — murmuró —. Soy una mierda, pero no voy a dejarte sólo — dijo, mirándolo directamente a los ojos —. Iré hacia Minho y Changbin contigo, y después voy a arrastrar tu culo al hospital si es necesario.

Seungmin quiso negarse, no quería estar a su lado, pero el pelinegro tomó su muñeca con firmeza y acercó a ambos al montón de nuevo.

— Creo que sé a dónde los tiene — murmuró S.coups.

— Adivino, estuviste allí.

— Hasta me dieron un trago — murmuró con gracia —. Queda lejos, es más largo el camino y más peligroso.

— Son lo mejor que tengo ahora, tengo que recuperarlos — dijo por lo bajo, y Cheol no supo cómo sentirse con esas palabras.

Antes de que tuviera tiempo para responder, las puertas fueron abiertas, pero parecía que no fue por obra de los policías, porque estos se tensaron y alzaron sus armas.






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Bad Luck (MinBin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora