Jane

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Me tumbé en la cama tras discutir con el estúpido de Marcus. ¡Me tenía harta! ¿Quién se creía que era? Que mi padre le pagara la universidad privada no le daba derecho a saltarse las clases así como así. No les soportaba. Pensé en llamarle para contarle lo que estaba haciendo su hijo con su dinero pero no merecía la pena. Mi padre era un hombre de negocios al cual no le importaba la vida de sus hijos. Solo le interesaba eso, el dinero. Cuando mamá y él se separaron también fue por ese motivo y el muy imbécil sigue haciendo uso de ello para todo, incluso para comprar el amor de sus hijos.

Mamá vio gastos muy inusuales en su cuenta. Primero pensó que estaba metido en algo de drogas pero no. Al parecer se divertía en sus ratos libres con apuestas, fiestas y otros placeres de la vida. No podía creerme que ese cerdo fuera mi padre. Ni siquiera había sido capaz de odiarlo hasta hace un año.

Me metí en el baño y corté con cuidado la cinta adhesiva que tenía sobre el sujetador. Ya llevaba unos meses haciéndolo y se me estaban formando heridas y sarpullidos en el escote. Me lo quité con mucho cuidado y probé a hacerlo con vendas pero sentía que no sujetaban lo suficiente. Empecé a apretar con más y más fuerza hasta que me quedé satisfecha con el resultado cuando la puerta de mi habitación sonó.

-Jane, ¿puedes abrir? -Me puse rápidamente la sudadera y escondí la cinta y las vendas bajo el colchón. Abrí la puerta con rapidez.- ¿Se puede saber por qué bloqueas la puerta?

-Me estaba vistiendo, ¿no puedo tener un poco de intimidad o qué? -Mamá suspiró y entró en mi habitación.

-Ha llamado tu padre. Os ha invitado a cenar con él esta misma noche.

-Ni de coña. -La interrumpí.- No pienso ir.

-Cariño, es tu padre.

-Es un cerdo.

-No hables así de él. Tienes que verle.

-No, no tengo que hacerlo así que se meta su cena por donde le quepa.

-Vale, de acuerdo. Haz lo que quieras pero tu hermano va a ir. Lo más normal es que fueras con él.

-Marcus que haga lo que quiera, yo no pienso cenar con ese hombre.

-Vale, muy bien pero avísale tú.

-¿Estás de coña? ¡Sabes que no quiero hablar con él!

-No voy a ser tu chica de los recados, Jane. Si tienes edad para decidir, tienes edad para decírselo tú misma. Lo último que necesito es que tu padre piense que te he puesto en su contra.

-¡Uf! 

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora