Emily me dejó su portátil por si quería volver a llamar a Charlotte pero no lo hice. No podía quitarme las palabras de mi madre de la cabeza. Tenía que ser realista, estuviera bien o estuviera mal, todavía me quedaban unos tres años bajo este techo. Emily se iría y mamá no me dejaría nada de intimidad, ni siquiera para salir de casa. Lo mío con Charlotte tenía fecha de caducidad y estaba muy cerca. Sé que tenía que haberle dado, al menos, una explicación, que ella estaría en casa preocupada por el grito que soltó mi madre antes de apagar el ordenador, pero no pude. Simplemente no podía permitirme quererla hasta que no acabara todo esto.
Me bloqueé, volví a mi yo de antes. Me pasé la noche sin dormir, abrumada por mis demonios. Sentía que me quitaban la respiración. Pánico. Horror.
A la mañana siguiente Emily tocó despacio a la puerta de mi habitación.
-Hey, hermanita. -Susurró.- Tienes mala cara... ¿No has dormido nada? -Negué con la cabeza.- Tenemos que hablar sobre lo que vamos a hacer.
-¿A qué te refieres? ¿Acaso no te vas a ir hoy mismo? -Ella suspiró.
-Debería, Zoe, pero no te puedo dejar aquí estando así las cosas. Tenemos que buscar una solución. Quizá si hablamos con mamá... -Abandono. Otra vez igual. Estaba claro que Em no se iba a quedar aquí por mí, que va. Se iba. Se volvía a su estupenda vida sin normas y sin padres que te agobien y me dejaba aquí con ellos.
-Vale. -Respondí con firmeza.
-Simplemente le haremos entrar en razón. Tú dile que no volverás a hacerlo, que solo tenías curiosidad y que volverás a la iglesia en cuanto estés mejor. Yo vendré el próximo viernes. Solo te pido que me cuentes la verdad cuando te llame. Si te sientes mal vendré, ¿vale? Pero no puedo simplemente faltar a clase sin aviso, ¿lo entiendes?
-Sí, lo entiendo. -Pues claro que lo entendía. Qué egoísta acababa de ser. Emily tenía sus estudios, su beca... no podía dejarlo todo por mí tan de repente. Me tocaba hacer el papelón de mi vida por segunda vez.
Ambas bajamos a hablar con mamá. Estaba muy resentida, sobre todo con Emily. Lo peor de mi madre es que era una mujer muy orgullosa por lo que hablar con ella se volvía más complicado. Le expliqué que solo fue mera curiosidad, le pedí que me creyera, que yo nunca haría algo así, que seguía siendo su niñita inocente y, aunque le costó entrar en razón, acabó cediendo un poco. No sabía si solo duraría hasta que Emily se fuera pero me devolvió el ordenador y me repitió una y otra vez que no hiciera tal cosa, que era una niña y que era pecado. Le prometí que rezaría cada noche y pediría perdón y todo pareció calmarse, al menos entre nosotras dos. Emily y ella no hablaron en todo el día y yo no le hablé a Charlotte tampoco.
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Ocho Mujeres
Teen FictionHace un tiempo la vida de Jane se complicó. Su odio hacia los hombres provocó que la considerasen una feminista radical y en realidad esconde un gran secreto. Stacy, en otro lugar de la ciudad, es considerada una chica zorra y Zoe, al contrario, hij...