Stacy

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Había llegado el día. Aquella mañana salí a correr más temprano de lo habitual. Quería tener tiempo suficiente para arreglarme y prepararlo todo. Mi madre me había hecho el favor de llevar las bebidas así que no faltaba mucho por hacer.

Cuando llegué a casa me duché y me eché mi mejor perfume. Me puse un vestido rojo ajustado que tapaba el pecho en su justa medida y lo acompañé de unos tacones de aguja negros. Me veía espectacular. Me maquillé y bajé al comedor.

-Cariño, estás preciosa. -Mi madre me dio un beso al verme.

-Gracias, mamá.

-Vas a ser la reina de la fiesta.

-Por supuesto. -Sonreí.

-Espero que trates bien al hijo de Logan. He hablado con él esta mañana.

-Claro, mamá. -Tragué saliva y me puse a otra cosa hasta que el timbre sonó. Mis amigas habían llegado.

-Dios, mío. ¡Estáis increíbles! -Georgia iba más sutil, con un pantalón negro de cuero y un top de lentejuelas blanco. Luna se había puesto una falda tubo plateada con una camiseta de tirantes de seda negro.

-¡Habló!

-Estás guapísima. -Ambas entraron en casa y saludaron a mi madre.

-Acordaros de usar protección, chicas. -Mi madre subió a su habitación. Dios, odiaba que fuera tan directa. Las chicas se rieron.

-Bueno, ¿cuando llegan esos pivones? Espero que haya uno con mi nombre escrito. -Preguntó Luna.

-Uno o varios. -Bromeé.- Estarán al llegar. ¿Matty viene, Georgi?

-Sí, acudirá allí. Termina de trabajar a las cuatro.

-Vale, estupendo.

Estuvimos repeinándonos hasta que el timbre sonó. Cuando abrí vi a Marcus con una camisa blanca y unos vaqueros ajustados. Dios, estaba tremendo. Iba acompañado de tres chicos. Uno era asiático, llevaba el tupé muy engominado y se había puesto la chaqueta del equipo. Ug, que hortera. Otro era un chico muy delgaducho para ser del equipo. Tenía el pelo corto y negro y no paraba de sonreír. Y por último había otro pivonazo como Marcus. Un chico también rubio con unos músculos de escándalo.

-Hola, chicos.

-Hola. -Dijeron todos a la vez.

-Estás... guapísima. -Me dijo Marcus con ternura.

-Gracias. Tú también. Bueno, estas son Georgia y Luna. La primera está casada, chicos. Lo siento. -Todos rieron. Nos subimos Marcus y yo en su coche. Georgia y Luna fueron con los demás. Estuvimos todo el camino en silencio entre miradas furtivas y algunas indicaciones de la casa. Cuando llegamos todos se quedaron impresionados con mi casa del campo. Era una gran cabaña de madera con una piscina enorme rodeada por árboles. Había muchísima intimidad, por lo que se podían montar buenas fiestas. -Bienvenidos a mi casita.

-¡Es increíble!

-Bueno, ¿entramos?

Acompañé a todos al interior de la casa y les enseñé todas las maravillas que escondía. Todos estaban encantados de estar allí. Estuvimos preparando todas las mesas organizándolas con la comida y la bebida. Los amigos de Marcus se ocuparon de montar los altavoces para la música y Marcus y yo acabamos de colocar los vasos.

-Esto es una pasada. Muchas gracias por invitarnos, parece que se llevan bien. -Vi a mis amigas riéndose con los amigos de Marcus y asentí.

-Son buenas chicas.

-¿Y tú?

-¿Yo qué?

-¿Eres buena chica? -Le miré indecisa.

-Supongo que sí. -La música empezó a sonar.- Creo que ya está todo listo.

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora