Llevaba todo el día encerrada en mi habitación. Me había curado las heridas que me estaban provocando las vendas y me había puesto una camiseta ancha para dejar respirar un poco mi pecho. Cada vez dolía más y no podía hacer nada para evitarlo. Me preocupé al escuchar gritos en la casa de los Adams. Eran tan correctos que nunca discutían por lo que algo serio había pasado.
Me asomé a la ventana por curiosidad y vi a Zoe hablando por teléfono. Se le notaba preocupada hasta que poco a poco mejoró la cara. Dios, Marcus debía ver todo desde su ventana, qué asco. Zoe colgó el teléfono y se asomó a la ventana para coger aire. La saludé cuando nuestras miradas se encontraron y me metí rápidamente en mi cuarto.
Hablé con las chicas para quedar pero Alison se iba a una fiesta con otra gente que conocía, Carol se iba a una manifestación a tomar por culo de aquí y Emma y Sharon habían quedado para estudiar juntas. La única que estaba libre era Kate, la más callada del grupo. Me supo muy mal pero no me apetecía quedar con ella a solas. Pensé que me aburriría más de ser así. Me quedé en casa y empecé a pensar en lo de mi padre. Tensión, agobio, asco... No podía seguir así.
Era sábado, así que todo el mundo estaba en aquella estúpida fiesta, en la heladería o en el lago. No tenía nada que hacer así que salí a pasear.
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Ocho Mujeres
Teen FictionHace un tiempo la vida de Jane se complicó. Su odio hacia los hombres provocó que la considerasen una feminista radical y en realidad esconde un gran secreto. Stacy, en otro lugar de la ciudad, es considerada una chica zorra y Zoe, al contrario, hij...