Stacy

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La gente empezó a llegar. Muchos se agruparon en el comedor para bailar, otros hablaban y comían en la cocina, los amigos de Marcus jugaban en la terraza al beer-pong, algunos atrevidos se bañaban en la piscina... Todo iba genial. Había gente a la que ni conocía pero todos me saludaban y se divertían.

-Has triunfado. -Marcus se acercó a mí.

-Sí... aunque me da pánico que rompan algo. -Dije riendo.

-Tranquila, si rompen algo ya les mato yo. -Asentí y le miré. Joder, era guapísimo.- ¿Quieres que nos bañemos?

-Vaya, Marcus, no sabía que fueras de esos chicos que ya quiere verme en bikini...

-¿Qué? No, no era por eso. -Empecé a reírme.

-¡Es broma! Pero prefiero jugar al beer-pong, ¿te apuntas?

-Bua, voy a machacarte.

Empezamos a jugar con el resto. Marcus estaba cada vez más picado porque yo tenía bastante puntería.

-Ts. -Luna me dio un codazo.- Ese de ahí no para de mirarte. -Miré hacia donde me decía. Era Austin.

-Chicos, disculparme un momento. -Me acerqué a Austin.

-Hey, ¿cuándo has llegado?

-Hace diez minutos pero te he visto bastante ocupada.

-Ya... bueno, es que ha venido mucha gente. ¡Cógete algo para beber! Hay en la cocina.

-Sí, a eso iba. ¿Vienes conmigo?

-Me pillas en medio de una partida. Ve a por algo y ahora vienes si quieres.

-Claro. -Sonrió y se fue.

-¡Venga! ¡Sigamos!

Gané de nuevo a Marcus.

-¿Cómo puedes tener tanta puntería? Al final voy a volcar...

-Já, se siente. -Bromeé.

-¿Sí? -Susurró algo a sus amigos y todos asintieron. Le miré dubitativa y él se acercó poco a poco.- Muy bien... -De repente corrió hacia mí, me agarró por la cintura y me tiró a la piscina pero pude agarrarle y cayó conmigo.

-¡Marcus! ¡Estás loco! -Grité al salir del agua y le salpiqué.

-¡Venganza! -Dijo riendo.

Ambos subimos a las habitaciones para cambiarnos y secarnos.

-Espera, veré si tengo algo que te valga. -Rebusqué en los armarios y solo encontré un bañador viejo.- Toma, es lo único que tengo.

-Tranquila, lo secaré a mano. -Entré a cambiarme al baño y le esperé sentada en la cama mientras me secaba el pelo. Al rato salió del otro baño con el bañador viejo puesto, sin camiseta y con su ropa mojada en la mano. Yo me reí.- ¿Qué pasa?

-Te queda horrible. -Bromeé.- Anda, trae, secaremos la camiseta. -Me levanté y enchufé el secador. Él no paraba de mirarme. -¿Qué miras?

-Nada, es que estás muy guapa sin maquillaje.

-Dios, qué vergüenza. Se me había olvidado que iba sin maquillar.

-Pues estás mejor así.

-Creo que eres el único que piensa eso.

-¿Acaso te lo han dicho?

-No pero... lo supongo... Vale, ha sonado peor en voz alta. Vale, lo pillo. -Ambos nos reímos.- Toma, estará algo húmeda aún pero algo es algo. -Cogió la camiseta y se la puso. Nos quedamos un segundo en silencio, como si esperáramos algo. Obviamente yo esperaba que se abalanzara hacia mí pero no lo hizo.

-¿Volvemos con los demás?

-Sí, claro. -Me levanté rápidamente.- Bueno, ve bajando tú, ¿vale? Voy a... ya sabes, arreglarme un poco.

-Claro. Luego te veo. -¿En serio? ¿Qué le pasaba? ¡No me había dado ni un mísero pico!

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora