Jane

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Tras el jaleo en clase tuve que dar explicaciones al profesor. Estaba tan cabreada que no le hablé como debía, así que terminó llamando a mi madre. Que vergüenza me dio. ¡Estaba ya en bachiller y tenía que aguantar estas tonterías!

Como era de esperar mamá me echó una bronca de tres pares de narices y Marcus no paró de reírse. Cómo lo disfrutó el muy imbécil... Estaba harta de aguantar a los tíos.

Me encerré en mi cuarto cuando mi madre se quedó agusto con su charla. Que si no entiendo que te ha pasado, tú antes no eras así... Antes, antes, antes. Siempre con el antes en la boca. Abrí el armario y me temblaron las manos al ver mis cosas en el último cajón. Allí lo guardé todo: mis faldas, mis vestidos, mis fotos antiguas, recuerdos de alguna noche que había salido... Miré una foto en concreto. En ella salíamos las chicas y yo en la feria que montan cada verano en la urbanización. Era una fotografía de hace dos años. Salíamos sonrientes, llenas de luz y vitalidad. Aquella ya no era yo, sin duda. Siempre cabreada, siempre alerta.

Lo guardé todo rápidamente cuando alguien tocó a mi puerta.

-Mamá, no quiero hablar más sobre el tema.

-Soy Marcus. ¿Puedo pasar?

-¿Qué quieres? -Me levanté y me senté en la silla del escritorio. Él entró.

-Me ha hablado papá. Quiere invitarnos a cenar para disculparse por lo del otro día, ¿vendrás?

-Obviamente no, Marcus.

-¿Por qué tienes que ser tan gilipollas? Es tu padre, ¿sabes?

-Es un imbécil. No se merece que le preste mi atención.

-La separación fue cosa de los dos, también deberías odiar a mamá si tanto te molesta.

-Tú no tienes ni idea.

-¿No tengo ni idea de qué? Siempre estás igual, dime, ¿de qué no tengo ni idea?

-Chicos, parad ya. -Mamá nos interrumpió antes de que le dijera toda la verdad al estúpido de mi hermano.- Jane, irás.

-Pero...

-Pero nada. Irás y cenarás con tu hermano y con tu padre. -La miré indignada pero no sirvió de nada.- Avisa a tu padre de que iréis los dos y más vale que os comportéis.

-Sí, mamá.

-Claro, como no... -Contesté enfadada.- ¿Salís de mi cuarto? Gracias...

Ambos se fueron sin decir nada. ¡Era increíble! ¿Por qué mamá no era capaz de odiarle y separarle de sus hijos? Se lo merecía... 

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora