Lo había hecho. Le había pedido a Jane que me diera clases particulares y no fue tan mal como había pensado. Con eso conseguiría que mis padres me dejaran en paz durante un tiempo.
Me costó dormir, como cada día. No paraba de tener pesadillas, de despertarme con angustia, de tener miedo a la oscuridad. Había perdido casi cinco kilos en estos dos meses. Me fijé en que Marcus había llegado algo tarde a casa. Le escuché discutir con su padre en la puerta hasta que su madre los paró. No sabía que había pasado con esa familia. De la noche a la mañana dejaron de quererse y solo había odio. Su padre había cambiado mucho desde que se separaron, lo veía siempre trajeado, conduciendo unos coches impresionantes. No me preocupaba parecer entrometida, eran las consecuencias de estar todo el día encerrada en mi cuarto. Buscaba algo que me entretuviera cada minuto, por ese motivo no pude quedarme quieta cuando vi a Marcus tan afectado.
-Hey. -Susurré.- ¿Estás bien? -Levantó la cabeza y me miró. Tardó un poco en acercarse a su ventana.
-Voy a empezar a pensar que me espías. -Bromeó. Me encogí de hombros.
-Lo siento, no he podido evitar escuchar los gritos.
-Vas a pensar que esto es una casa de locos. -Volví a encogerme de hombros.
-Se lo dices a una chica que no sale mucho de casa cuyos padres van a misa los domingos. -Conseguí que se riera.
-Cierto...
-¿Quieres hablar de ello?
-No... es solo que mi padre a veces se comporta como un capullo y no lo entiendo. Él no era así, ¿sabes? Le defiendo, le digo a Jane que venga a cenar con nosotros y luego resulta que era una cena de negocios, una encerrona para que entretuviera a la hija mientras ellos hablaban. -Tragué saliva al escuchar eso.- No me malinterpretes, me refería a que nos ha mandado como niños pequeños a hablar para que ellos pudieran quedarse solos.
-Ah... vaya...
-Tampoco quiero aburrirte con eso. -Se rascó la nuca.
-Tranquilo. ¿Qué pasó con tus padres? Si puede saberse...
-La verdad es que no lo sé muy bien. Según mi madre discutían mucho por tonterías y se les gastó el amor de tanto usarlo.
-¿Y según tu padre?
-Nunca habla de ello, me cambia de tema, me dice que son cosas que pasan...
-Entiendo... Pues no sé.
-En fin, vecinita. Será mejor que entres a dormir, yo haré lo mismo. Gracias por escucharme. -Sonreí forzadamente.
-Buenas noches, Marcus.
Así era Marcus O'Donell, siempre tratándome como una niña. Llevaban años viviendo en la casa de al lado pero mucho antes habían vivido cerca, por lo que coincidimos mucho. Me había visto crecer y por eso siempre era la "vecinita" y no Zoe. Esa era yo, la pequeña e insegura Zoe. Me había pasado la vida pasando desapercibida, siendo buena y dulce e iba a seguir siendo así. La única vez que me desmelené, la única vez que desobedecí a mis padres... Ellos tenían razón. Marcus y Jane hacían mal saliendo de fiesta, quedando con tanta gente. Muchos de ellos incluso se drogaban. No era bueno, por eso me aparté, por eso seguí siendo la "vecinita".
Volví a tumbarme en la cama, a dar vueltas de un lado para otro. Suspiré repetidas veces, me cambié de posición, me puse las almohadas en la espalda, me levanté, me volví a tumbar, intenté concentrarme en la respiración, pensaba, quería callar a mi cabeza, no podía. Era horrible. Cogí el móvil, mi vacío y triste móvil. Llevaba tiempo sin recibir mensajes. Extrañaba tener amigos, alguien a quien poder acudir cuando esto pasaba. Me sentía muy sola aunque mis padres estuvieran ahí. Ellos no podían saber nada, no podían ayudarme. Formaban parte de un núcleo perfecto en el que no había hueco para los problemas. Emily tenía su vida, su preciosa vida. No podía hacerles esto.
Por la mañana me desperté tarde, como de costumbre. Bajé a la cocina para coger comida y subir a mi cuarto.
-¿Qué haces aquí, mamá? -La vi sentada, apoyada en la encimera leyendo el periódico.
-Hola, cariño. Me he tomado el día libre.
-Ah... -Caminé por la cocina en busca de suministros.
-Por cierto, he hablado con tu hermana, dice que te has buscado una profesora particular finalmente.
-Sí, Jane, la vecina. Aunque se lo tiene que pensar todavía.
-No sabía que tenías contacto con esa chica.
-Y no lo tengo, mamá. La vi por la ventana y se lo comenté. Fue una coincidencia.
-Bueno... pues habla con ella. Dile que le pagaremos lo que haga falta. -Se levantó para besarme la cabeza.- Estoy orgullosa de que hayas decidido retomar un poco los estudios.
-Gracias, mamá...
-Ya verás como poco a poco vuelves a tu vida normal.
Mi vida normal... ya no sabía lo que era eso.
ESTÁS LEYENDO
Ocho Mujeres
Teen FictionHace un tiempo la vida de Jane se complicó. Su odio hacia los hombres provocó que la considerasen una feminista radical y en realidad esconde un gran secreto. Stacy, en otro lugar de la ciudad, es considerada una chica zorra y Zoe, al contrario, hij...