Zoe

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El lunes por la mañana me levanté temprano. Tenía muchas ganas de ver a Charlotte pero estaba muy asustada con el tema de mis padres. Me daba miedo que se presentaran otra vez en casa para controlarme y que me pillaran con ella.

Cuando llegó no paré de mirar a la ventana cada dos por tres por si el coche de mis padres aparecía.

-Quieres tranquilizarte... Si vienen me escondo como la otra vez.

-Lo sé... lo siento. -Le cogí de la mano y la abracé.- Estoy muy nerviosa.

-Tienes que relajarte. Entiendo que te dé miedo pero si estás así no disfrutamos de este rato juntas...

-Tienes razón, perdona. ¿Sabes? He estado pensándolo y me gustaría ir saliendo de casa poco a poco contigo, si te parece bien.

-¿En serio? -Preguntó con alegría.- ¡Eso es genial!

-Pero poco a poco, por favor.

-Sí, sí, claro. A tu ritmo.

-Podríamos empezar hoy... si quieres. Así no estoy tan pendiente de que mi madre aparezca.

-Claro. ¿Dónde quieres que vayamos?

-Supongo que la zona del lago estará más vacía ahora...

-Sí, tienes razón. ¿Vamos? -Me costó horrores salir solamente al portal. Me agarré con fuerza del brazo de Charlotte. La luz del sol me molestaba. Dimos algunos pasos hasta la carretera. Por suerte no pasaba nadie por allí.- Lo estás haciendo genial. -Charlotte fue paciente. Poco a poco pudimos llegar al lago. Ella no paró de hablarme para que me distrajera y no pensara en nada. Fue estupendo. Sentí que estaba segura a su lado. Cuando ya estuve más tranquila nos sentamos en unos bancos que habían allí.- Estoy orgullosa de ti.

-Hacía mucho que no venía aquí.

-¿Me contarás algún día qué pasó?

-Sí, por supuesto... pero dame tiempo.

-Sí, tranquila. -Le di la mano por primera vez en un espacio público.- Podría acostumbrarme a esto.

-Yo también.

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora