Zoe

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Aquella noche Charlotte y yo estuvimos hablando menos rato. Había decidido adelantar trabajos de clase para poder vernos el lunes. Me resultaba horrible tener que decirle que no podíamos vernos ese fin de semana. No tenía planes, simplemente no podía salir de casa. No me sentía preparada. Habían muchos peligros en la calle y, por si fuera poco, los fines de semana papá y mamá deseaban pasarlo conmigo, vigilarme e intentar persuadirme para que vuelva al instituto.

Por la mañana me fijé en que Marcus, mi vecino, estaba muy atareado. Todo el rato iba de un lado a otro, hablando por teléfono, cogiendo cosas de su cuarto, de la cocina... No sabía que tramaba pero sus amigos llegaron sobre la hora de comer. Pude ver la luz de la habitación de Jane encendida, suponía que se había encerrado allí. Conociendo a Jane, no podía estar con tantas hormonas a la vez.

Cuando bajé a comer no me pude creer lo que vi.

-¡Emily! -Corrí hacia mi hermana y la abracé con fuerza. Estaba guapísima. Le había crecido más el pelo y se había hecho unas ondas preciosas, además iba maquillada y casi nunca llevaba maquillaje. -¿Qué haces aquí? ¡Estás guapísima! -Ella rió.

-Quería darte una sorpresa, por eso no te dijimos nada. -Me miró de arriba a abajo.- ¡Estás muy delgada!

-Que va... Jope, me alegro mucho de que estés aquí.

-Bueno, chicas, vamos a comer ya, venga. -Mamá ya había preparado la mesa en el jardín y había preparado los platos favoritos de Emily. Nos sentamos en la mesa y la bendecimos, como de costumbre. Nos cogimos de las manos. - Señor, gracias por darnos estos alimentos. Te pedimos que llenes de salud a nuestras hijas. Amén. -Nos soltamos las manos y empezamos a comer.- Es una suerte poder hacer esto. Tu hermana baja y come cuando quiere así que no agradece los alimentos que tiene sobre la mesa. -Puse los ojos en blanco.

-Mamá, es normal, no la atosigues. -Me defendió Emily.

-¡Más tendría que atosigaros! Así no irías con esa cara tan maquillada...

-Mamá, no pasa nada por ir maquillada. -Contesté.

-¡Uy, más vale que tú no lo hagas! Mientras estés bajo este techo tendrás que respetarnos. Yendo así sólo conseguiréis acercar a esos... babosos que andan por ahí. -Tragué saliva y miré al suelo.- Sino mira el vecino, yo no sé cómo Ann permite que sus hijos vayan así. Ese chico se pasa el día con chicas.

-Mamá, Marcus es un buen chico. Va a la universidad y está en el equipo becado.

-Sí, todos son buenos hasta que se demuestra lo contrario.

-Venga, tengamos la fiesta en paz. -Añadió papá.

Cuando la comida terminó mamá no paró de sacar reproches hacia Emily por lo que decidimos meternos en su cuarto para pasar un rato solas.

-Me encanta esta habitación. Ojalá mamá me dejara pintarla así. -Las paredes de Em estaban llenas de dibujos que ella había ido haciendo. Era una artista. Tenía varias espirales de diferentes colores, árboles, estrellas... todo dibujado sobre un fondo azul. Además ella había colgado algún que otro poster de grupos como Oasis y Green Valley. Mamá odiaba que escuchara a esos grupos pero nosotras nos pasábamos las noches poniéndonos sus canciones con los auriculares sin que ella lo supiera.

-¿Y por qué no te quedas tú con mi cuarto?

-¿Qué dices? Mamá no lo permitiría.

-¡A mamá le tiene que dar igual! Yo no voy a volver aquí, Zoe. Si vengo tendría tu habitación, no me importa. Además, todas mis cosas las tengo allí.

-¿Y qué harás cuando termines la universidad?

-Bueno... me han ofrecido un puesto de trabajo en prácticas que si sale bien... Tengo opción a que me contraten cuando termine.

-¿En serio?

-¡Sí, hermanita! No les he dicho nada a papá y mamá porque ya sabes cómo se ponen pero quizá sea un buen momento para que lo asimilen.

-No puedo creerme que no vayas a volver...

-Zoe... vendré de vez en cuando y siempre voy a estar ahí cuando lo necesites. Cuando seas más mayor lo entenderás. Vivir aquí me ha cerrado muchas puertas. Solo empecé a ser mejor persona cuando salí de esta casa. Si sigues aquí, si no tomas tus propias decisiones... solo conseguirás que mamá te meta en su curro y no salgas de este pueblucho en mucho tiempo.

-Lo sé...

-Por eso es tan importante que sigas tus estudios. No puedes pasarte la vida aquí.

-Lo intentaré, Em.

-Bueno, háblame de esa chica. -Susurró.

-Mira, es esta. -Le enseñé una foto que me había mandado Charlotte. Salía sonriendo mirando a la cámara.

-Qué guapa es. ¿Te trata bien? ¿Es de aquí?

-Vive cerca y sí, me trata muy bien. Es muy buena estudiante y está muy centrada.

-Eso es estupendo. Espero que ella te ayude a salir de aquí.

-Al menos consigue que no me pase las noches en vela...

-Algo es algo. ¿Le has contado a ella...?

-No, Em. No se lo he contado a nadie y no voy a hacerlo. De verdad, no me presiones con eso, por favor.

-Es difícil ayudarte cuando no sabemos lo que te ha pasado, Zoe.

-Lo sé y lo siento pero... no puedo.

-De acuerdo pero negándolo no creo que consigas superarlo.

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora