Zoe

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No quise pensar más. Todo lo que ocurrió fue mi culpa, culpa de no hacer caso a mi madre. No podía seguir haciendo eso con Charlotte y cuanto más pensaba en ello más me dolía. Me gustaba, me gustaba mucho, ¡joder! ¿por qué tenía que ser todo tan difícil?

Emily y yo habíamos hablado de pasar la tarde juntas pero estaba preocupada por Jane. La había escuchado gritar y la había visto entrar en casa muy nerviosa así que decidí hacerle una visita. Em me acompañó hasta la puerta de Jane y después se fue. La señora Ann me abrió la puerta.

-Hola, Zoe, ¿ocurre algo?

-Hola, señora O'Donnell, quería saber si Jane estaba bien. La he visto muy nerviosa...

-Oh, claro, cielo. Pasa, le vendrá bien tener compañía. -Entré a la casa y me acompañó hasta la habitación.- No sé muy bien que le ha pasado. -Susurró.- pero tiene que ver con su padre. -Asentí y abrí lentamente la puerta.

-Jane, soy Zoe. ¿Puedo pasar? -Escuché que se levantó rápidamente y entró al baño.

-¡Pasa! -Gritó tras la puerta.- Espera, ahora salgo. -Me senté en el borde de la cama deshecha y esperé. Al poco rato salió.- Hola, ¿qué haces aquí? No tengo un buen día, Zoe.

-Lo sé, te he visto llegar... Sólo quería saber si estabas bien.

-¿Por qué iba a contarte algo privado si tú ni siquiera me cuentas por qué no sales de casa? -Auch, eso dolió. Me quedé callada.- Disculpa, ya te he dicho que no tenía un buen día. He discutido con mi padre y me ha pegado.

-¿Cómo? ¿Te ha pegado?

-Sí, bueno, un bofetón... pero me ha tirado al suelo con un agarrón.

-Cielo santo... -Me eché la mano a la boca.- Lo siento, Jane.

-Tranquila...

-Yo también recibí un bofetón anoche, ¿sabes?

-¿En serio?

-Sí, mi madre me pilló... bueno, haciendo algo íntimo, ya sabes. -Jane se empezó a reír.

-¿En serio? ¿Tu madre te ha pillado... tocándote?

-¡No te rías!

-Ay, perdón. ¡Es que es muy gracioso! -Empecé a reírme yo también.

-Sí, la verdad es que si lo pienso fríamente...

-Se lo tomaría fatal, ¿no? Siendo tan...

-Sí, muy mal. Pero bueno...

-Vaya padres tenemos... ¿Ahora está todo bien?

-Sí, le he dicho que rezaría y ya se le ha pasado.

-Vaya tela, tía. No sé cómo puedes vivir así. -Me encogí de hombros y ella se sentó en la silla del escritorio.- Bueno, es que tiene que ser muy jodido... a tu edad apetece hacer cosas distintas. Ya sabes, experimentar, salir de fiesta...

-Ya, lo sé. ¿Te cuento algo?

-Claro, dime. 

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora